Con Bergoglio, la Iglesia pasó de "imputada global" a "autoridad moral escuchada e influyente"

En El Vaticano según Francisco, Massimo Franco reconstruye la breve e intensa historia de estos 2 años de pontificado. Buenos Aires, el Peronismo, Santa Marta y los cambios de paradigma

Compartir
Compartir articulo
  162
162
  162
162
  162
162

"Teniendo en cuenta todo lo acontecido desde comienzos del 2013 –escribe Massimo Franco en la Introducción de su libro de reciente publicación- es difícil escapar a la impresión de estar viviendo eventos revolucionarios, al menos, el desarrollo de una transformación".

Este párrafo resume bien aquello de lo que el mundo entero es testigo desde aquel 13 de marzo de 2013 cuando el cónclave de cardenales sorprendió depositando la guía de la Iglesia por primera vez en la historia en manos de un Papa no europeo.

El hecho que primero destaca el autor es la velocidad con la cual, bajo la dirección del pontífice argentino, El Vaticano, abrumado por los escándalos y ensimismado en sus problemas, recuperó un rol de relevancia en el mundo.

"Santa Marta es la metáfora de un catolicismo que ha decidido apartarse hacia un ángulo periférico del Vaticano para curar sus heridas y recuperar vigor", dice el autor, explicando el significado de la decisión de Jorge Bergoglio de no mudarse al Palacio pontificio.

Massimo Franco es un veterano escritor y periodista italiano, que como analista político colabora con el diario Corriere della Sera y otros medios europeos. Es miembro del Instituto de Estudios Estratégicos de Londres y gran conocedor de los asuntos vaticanos.

Su libro sobre el Papado de Francisco acaba de legar a las librerías porteñas (El Vaticano según Francisco, Aguilar, 2015). Y de su lectura se desprende que el autor ha pasado una temporada en Buenos Aires para mejor comprender al primer Papa latinoamericano.

Franco define a Bergoglio como "un auténtico outsider: un extranjero respecto de la curia y la mentalidad romana, elegido justamente por eso" y cuya misión es "desmantelar el aparato de la corte pontificia y la mentalidad de una nomenclatura eclesiástica frecuentemente autorreferencial".

Para el ensayista, el origen argentino y porteño de Bergoglio es una de las claves de su visión comprensiva de la realidad y su involucramiento en todas sus facetas: ...."animal urbano, hijo de una megalópolis donde los problemas de una sociedad globalizada existen desde hace ya más de una década"

En el libro, describe los cambios que está encarando Francisco en El Vaticano, pero también las resistencias de quienes "esperan sobrevivir a su revolución sin ser cambiados".

El trabajo de Franco es extremadamente detallado e incluye un repaso de la biografía de Jorge Bergoglio provincial jesuita, obispo luego y finalmente arzobispo de Buenos Aires, destinada en especial a esclarecer a los lectores no argentinos –o no latinoamericanos- acerca de la fascinante personalidad de este Papa que en pocos meses alcanzó una popularidad tan extendida como inesperada.

"Buenos Aires fue el laboratorio del Papado de Francisco"

Pero también porque en su apostolado en Buenos Aires están las claves del "modelo" que Francisco está aplicando ahora desde la cúpula de la Iglesia. "Para Bergoglio, Lampedusa es el equivalente de las villas miseria (de Buenos Aires) y sirios, somalíes, libaneses e iraquíes en fuga de las guerras son el equivalente de paraguayos, peruanos, bolivianos y argentinos de las regiones del interior más atrasadas, que atraviesan fronteras nacionales y económicas sin documentos, para engrosar las filas del subproletariado urbano de las megalópolis".

"Buenos Aires fue el laboratorio del papado de Francisco", sostiene Franco.

El Papa, dice, está intentado sacar a la Iglesia de su torre de marfil, de su encierro, para abrirla al mundo y convertirla en "el hospital de campaña" que debe recoger los "heridos" de todos los pecados y miserias humanas.

Entre el Evangelio y el Peronismo

Franco dedica toda una sección del capítulo III a explicar la impronta política del estilo Bergoglio, con el sugestivo título Entre el Evangelio y el Peronismo, en páginas en las que detalla las disidencias entre las corrientes juveniles de ese movimiento que adhirieron a la lucha armada y los que militaban en "la Guardia de Hierro peronista que trabajaba por el retorno del exilio del General, (...) que perseguía una 'teología del pueblo' que era una 'tercera línea', más cercana a la Doctrina Social de la Iglesia". En esa línea de rechazo a la lucha armada se mantuvo Jorge Bergoglio en aquellos años, explica el autor.

"Para los argentinos –aclara-, peronismo está lejos de ser sinónimo de fascismo: es la 'tercera vía' entre el capitalismo y el comunismo. (...) "Perón fue el presidente que (...) intentó traducir la Doctrina Social de la Iglesia".

Franco analiza también la diplomacia papal y explica sus logros en parte por el hecho de que Francisco "apareció como el primer 'Papa neutral' entre Washington y La Habana", por ejemplo, pero también entre el presidente ruso, Vladimir Putin, y la Casa Blanca en tiempos de la crisis siria.

Destaca además la iniciativa de Bergoglio de volver más colectiva la toma de decisiones en la cúpula y también más representativa de la universalidad de la Iglesia, en especial mediante la creación del C8, es decir el consejo de 8 cardenales –en realidad 9, contando al Secretario de Estado, Pietro Parolin- que lo asesorará en el gobierno de la Iglesia y en la reforma de la curia. Está integrado por tres americanos –cuatro si se incluye a Bergoglio- (un hondureño, un chileno y un estadounidense), un africano, un asiático, un australiano y dos europeos.

La representación latinoamericana en el colegio cardenalicio que elige al Papa nunca había superado el 20% a pesar de que en ese continente reside el 40% de los fieles católicos del mundo. Pero, con los nombramientos que está realizando Francisco, gradualmente se establecerá una representación más equilibrada y acorde a la realidad.

"Su idea es que Dios y el afecto del pueblo lo protegen"

Si bien Bergoglio, al no aislarse en los aposentos papales del Vaticano, se mantiene en contacto con muchísimas personas, y es un hombre al que le gusta consultar, el de la Iglesia sigue siendo un gobierno unipersonal y Franco cuenta que, si se intenta averiguar en el entorno papal "quién está en condiciones de hacerse escuchar realmente", la respuesta es: "Es una pregunta de cientos de millones de dólares". Francisco habla con todos, pero finalmente decide solo.

A Franco no le pasa inadvertido el hondo sentido de misión de Jorge Bergoglio. Su aceptación de la voluntad divina. "Estoy vivo", responde a quien le pregunta cómo se encuentra; una respuesta que el autor interpreta como un "abandonarse en las manos de Dios". "Su idea es que Dios lo protege, y también lo protege el afecto del pueblo (y) que si muere significa que debía morir"; un sentimiento que explica su resistencia a las medidas de seguridad.

La renuncia de Benedicto XVI, dice Franco, "cambió los paradigmas del pontificado" pero el desafío aún no está ganado. "Contradecir la cesura provocada por Francisco significaría no sólo reafirmar una concesión más ortodoxa e institucional del papado, sino más bien hundirlo completamente".

Sin embargo, la conclusión del autor sobre la trascendencia de los cambios es optimista: "Los futuros papas probablemente volverán a las habitaciones papales –vaticina-. Pero si lo hacen sin haberse interiorizado del espíritu de Santa Marta, se habrá perdido y dispersado una ocasión única. La renuncia de Benedicto XVI y el papado de Bergoglio demuestran que nada podrá ya volver a ser como en el pasado reciente".