El imán que ordenó la fetua contra la revista de humor

Ahmad Abu Laban inspiró los movimientos de protesta contra quienes dibujaban viñetas sobre el islam. Murió en 2007, pero su instigación al odio prendió entre los fanáticos

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Establecido en Norrebro, Copenhague, Ahmad Abu Laban fue el principal inspirador de los movimientos de protesta contra los caricaturistas europeos que pusieron a Mahoma en las tapas de las revistas haciendo referencia a la violencia y la violación de los derechos de las mujeres que permite el islam.


Los primeros movimientos se registraron a partir de noviembre de 2005, cuando el diario Jyllands-Posten publicó las primeras viñetas con el profeta musulmán como protagonista. En esa oportunidad, el diario había editado una imagen de Mahoma en la que se lo representaba con una bomba con forma de turbante en su cabeza.


Eso enfureció a al imán Laban, que aprovechó la época de la peregrinación a La Meca para infundir odio entre los musulmanes. Su marcha por los países árabes sirvió. Logró financiación y difusión para su campaña contra el periódico.


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La semilla del fanatismo contra los caricaturistas había prendido. Laban regresó a su país y continuó con el acoso, lo que despertó un serio debate respecto a los límites que los fundamentalistas pretendían ponerle a la libertad de expresión, símbolo de los países occidentales y democráticos. En el mundo árabe y los países fundamentalistas la prensa está sometida a los líderes religiosos.


"Integrarse totalmente (a la sociedad europea) es como si intentáramos meter a un hombre en una botella", señaló Laban en una entrevista al diario español ABC antes de morir. Y continuó: "La integración es comparable a una reacción química. Tienes un ácido y una base cuya mezcla produce sal y agua. Las dos culturas deben definirse primero y luego será posible intentar que se produzca una reacción química y que se obtenga un resultado. Pero si no nos definimos primero unos y otros, intentarlo ahora es perder el tiempo".


El debate respecto de la integración de los musulmanes a las costumbres occidentales es largo y provoca las más variadas contradicciones. En Francia, por ejemplo, las autoridades no permiten el uso de la burka por parte de las mujeres en espacios públicos. Los islamistas más fanáticos tomaron esto como una afrenta para sus costumbres.


Sin embargo, esas costumbres día a día colisionan más y más con los residentes que no siguen las enseñanzas del Corán y que sienten cómo lentamente son sus tradiciones las que se ven atropelladas por el avance musulmán. Estas escenas se viven sobre todo en los suburbios de país, donde cada vez son más los islamistas que se imponen.


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