The Interview: crítica de Infobae al estreno online más impactante

Una de las corresponsales en EEUU vio la película más polémica y de mayor promoción de los últimos años, que incluye un magnicidio. Tras la historia de hackeo se esconde un guión con ingredientes que dejan un gusto singular en el paladar

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La historia evoca aquella novela de Gabriel García Márquez, Crónica de una muerte Anunciada, pero en la era de la interconexión global y las redes sociales. Antes de la primera escena de The Interview (un acto oficial en el que una niña norcoreana canta versos sanguinarios con una voz angelical) se sabe que el personaje vuela en mil pedazos. Luego del trailer legal, las primeras imágenes hackeadas de la película que se filtraron mostraban la muerte de Kim Jong-un a manos de un presentador estadounidense de escasas luces en un tanque de guerra que Josef Stalin le había regalado al abuelo del líder supremo de Corea del Norte, Kim Il-sung.

El resto de las casi dos horas de The Interview (La entrevista) conducen hasta allí, y aunque no se sostienen con una narrativa sólida como la del premio Nobel colombiano, han logrado un público ávido de atravesarlas. Tras haber ocupado el centro de un escándalo de hackeo internacional y haber sido pospuesta, retirada y estrenada por fin, la película más controversial de 2014 tuvo un arranque de taquilla –en particular, via streaming– importante.

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Podría haber sido una sátira social, tanto sobre los medios de los Estados Unidos como de esa suerte de mosquito prehistórico conservado en una gota de ámbar que es el régimen trágico de Corea del Norte. A veces lo intenta, como en la entrevista que Dave Skylark (James Franco), el conductor de un talk-show de celebridades, le hace al rapero Eminem, quien declara que lo acusan de homofóbico porque en realidad es homosexual. "¿Qué quieres decir con eso?", pregunta Skylark. "Que amo a los hombres", responde Eminem. Y en la sala de control, el productor Aaron Rapopor (Seth Rogen) grita de alegría por el rating que prevee: "¡Eminem es gay en nuestro show!". O cuando Kim Jong-un dice, en un trance pseudo-psicoanalítico, "¿Qué es más destructivo que una bomba nuclear? Las palabras".­

En cambio la película que escribió, co-dirigió e interpretó Rogen –con producción ejecutiva del otro protagonista, Franco– ofrece un humor encandilado con ciertas partes del cuerpo humano, de violencia generosa y en ocasiones simplemente vulgar y escatológico, más una cuota inevitable de sexo, mucha camaradería masculina y un perrito. En ese sentido la superan desde Anchorman (y Anchorman 2), la leyenda del presentador de Will Farrell, quien quiere darle a su público la información que quiere ver y no las que necesita, y El dictador (y Borat), de Sacha Baron Cohen, que no puede contener la risa cuando dice que desarrolla la energía nuclear con fines pacíficos y que jamás la usará en bombas contra Isr-ja ja ja.

La trama es simple: luego de que un ex compañero de estudios de Periodismo en la Universidad de Columbia lo vapulea por la frivolidad de su trabajo, Aaron descubre que Kim Jong-un es un fanático de The Big Bang Theory y de su show Skylark Tonight, y se convence de que si logra que el presentador entreviste al dictador norcoreano podrá enmendar su prestigio mellado. "Podemos ir a entrevistarlo. Es el hombre más famoso del planeta", justifica Dave. "Y hacerle preguntas verdaderas". Pero cuando Rapoport consigue pedir la entrevista le aclaran que será "Kim Jong-un entrevistándose a sí mismo en la boca de Skylark".

Dave y Aaron se disponen a viajar a Pyongyang cuando una oficial de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), la atractiva agente Lacey (Lizzy Caplan), les hace una propuesta que no pueden rechazar: matar al líder supremo. "¿Asesinar?", se espanta Skylark. "", responde la muchacha. "¡Qué genial es ella!", le dice él a su productor, en un cambio abrupto.

En ese punto comenzaron los problemas, en la vida real, para The Interview. Y en ese punto comenzó también un fenómeno cultural de interés mundial.

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En junio Ja Song Nam, embajador de Corea del Norte ante las Naciones Unidas (ONU) presentó al secretario general una carta del vocero del Ministerio del Exterior de su país. "Un anticipo de una película que se trata de injuriar y asesinar al líder supremo de la República Popular de Corea del Norte flota a plena luz en los Estados Unidos, un eje del terrorismo internacional, y su cloaca (...) Los Estados Unidos, temerarios en tal histeria provocadora, han llegado a sobornar a un cineasta granuja para que se atreva a herir la dignidad del líder supremo de la República Popular de Corea del Norte", dice la carta.

El texto elevó esta comedia boba a "una acción gratuita de terror y un acto de guerra". Y terminó: "Si el gobierno de los Estados Unidos hace la vista gorda y apoya la exhibición de la película, será una invitación a una contramedida de fuerza y sin piedad".

En noviembre el grupo de hackers GOP (Guardians of Peace, Guardianes de la Paz, nombre que el ex presidente Richard Nixon dio a Corea del Sur) ingresó a los sistemas de Sony y robó información, parte de la cual puso en línea para intimidar a la compañía y evitar el estreno de The Interview.

Se filtraron escenas.

Se filtró el guión.

Se filtraron datos personales de 47.000 empleados de la empresa, entre los cuales se cuentan estrellas de Hollywood. Un venero de juicios.

Se filtraron opiniones inconvenientes de los directivos, como que Angelina Jolie es "una malcriada con poco talento".

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El 16 de diciembre GOP amenazó a las salas cinematográficas que iban a estrenar la obra de Rogen: "Pronto el mundo verá qué horrible película hizo Sony Pictures Entertainment. El mundo se llenará de miedo. Recuerden el 11 de septiembre de 2001". Los actores cancelaron sus apariciones de promoción en medios. Sony dejó libre al criterio de las salas si pasaban o no The Interview: al día siguiente las cadenas AMC, Landmark's Sunshine, Regal, Cineplex y Cinemax (más de 1.500 cines) anunciaron que no lo harían, y en eso cayó el estreno en Nueva York.

Sony decidió retirar la película. El 18 anunció que tampoco habría estreno en otros países.

La bola de nieve creció a tal punto que sumó partícipes como el Buró de Investigaciones Federales (FBI) y el presidente de los Estados Unidos, entre otros.

El FBI declaró oficialmente que Corea del Norte estaba detrás del hackeo, ya que en la violación de la seguridad se observaron codificaciones, métodos y algoritmos de encriptación desarrollados por la cibergrupo de élite de Kim Jong-un, la Unidad 121.

Fox News insistió en cada programa que los Estados Unidos habían perdido "la primera ciberguerra".

La academia explicó que para la cultura coreana existe una necesidad real de proteger la dignidad de los líderes nacionales.

Los críticos de cine señalaron que no había antecedentes de un magnicidio en la ficción de un dirigente internacional. Ni siquiera Hitler: Charles Chaplin se burla de él en El gran dictador, pero cuando Quentin Tarantino lo mata en Inglorious Basterds han pasado tantas décadas que cambió el siglo.

George Clooney se quejó de que los directivos de otras compañías y sus colegas actores se habían negado a firmar una carta de apoyo a Sony: "Sabemos que ceder a estos criminales ahora abrirá la puerta para que cualquier grupo pueda amenazar la libertad de expresión, la privacidad y las libertades individuales". Y dijo que a él nadie le decía qué ver o que no ver, "mucho menos el jodido Kim Jong-un".

Hasta Larry Flynt intervino en el debate.

El dueño de Hustler prometió una versión pornográfica, This Ain't The Interview XXX (Esta no es la entrevista XXX). En su insalvable confusión entre una industria de explotación y la defensa de la libre expresión, Flynt le ha dado vueltas porno a productos culturales como Game of Thrones o Los Simpsons. "Si Kim Jong-un y sus secuaces se sentían mal antes, que esperen a ver la película que vamos a hacer", se ilusionó.

En su última conferencia de prensa del año, Barack Obama dijo que Sony había cometido un error y que lamentaba que no lo hubieran consultado antes de decidir la cancelación el estreno. También prometió una respuesta proporcional al "cibervandalismo", como morigeró.

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Mientras tanto, Corea del Norte negaba todo.

Y una empresa dedicada a la investigación de seguridad informática, Norse Corp., salió a darle la razón, contra el FBI: un ex empleado de Sony –un insider­– habría ayudado a los hackers con el móvil principal de todos los crímenes, según las estadísticas: el dinero.

Y entonces Sony cambió de opinión y decidió exhibir The Interview el 25 de diciembre.

La estrenó en 331 salas independientes (el 10 por ciento de las que había estimado antes del hackeo) y en línea por los canales de Google Play, Xbox, YouTube Movies –luego se sumaría Apple Store– y su propia página, www.seetheinterview.com, donde con un simple toque al botón derecho del mouse se podía guardar el video en formato MP4, cosa que mucha gente hizo.

Y alguien la subió a YouTube ayer como The Interview (2014) watch free movies youtube.

La Constitución de los Estados Unidos tuvo un papel involuntario en la farsa: una sala de Vermont ofrecía palomitas de maíz gratuitas a quien fuera a ver la película con una copia de la ley básica. Jonah Hill, un actor amigo y colaborador de Rogen, tuiteó el link a la película con la exclamación "¡Libre expresión!".

Así la película se convirtió en la más taquillera de la demanda en línea (recaudó 15 de los 18 millones de dólares por esta vía: se pagan 5,99 dólares para verla y 14,99 para comprarla) y en una de las más pirateadas: 1,5 millones de veces en los primeros dos días, según Torrent Freak, que realiza estadísticas de sitios donde se comparten contenidos sin ­–cómo decirlo– permiso. Lo cual no quiere decir de onda.

Queda por ver si este episodio cultural es una prueba de cómo hacer exitoso un lanzamiento de cine de industria en internet. En caso de que el fenómeno sea legítimo y no –como tuitean los teóricos de la conspiración– una gran campaña de prensa.

La película costó 44 millones de realización y casi otro tanto de marketing, más un daño por el hackeo y los juicios civiles derivados que se estima entre 150 y 300 millones de dólares. Aunque toda esta soap opera ha reportado beneficios como marketing, si no gratuito, al menos compensatorio, queda una extensa diferencia a cubrir.

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Como obra, The Interview toca temas serios.

El principal: el magnicidio.

Los periodistas parten de los Estados Unidos con una dosis de ricino para administrarle a Kim Jong-un, pero a Skylark le surgen cuestiones de conciencia cuando comparte tiempo, confesiones de hijos abrumados por la sombra de sus padres, basketball, prostitutas y margaritas con el líder supremo.

–Te está manipulando porque eres los medios ­–se queja Aaron, con el ricino listo.

­­­–¡No! ¡A ti te manipulan los medios! –balbucea Dave, en pleno bromance con "Kim", como lo llama sin más.

–¿Y eso qué quiere decir?

Entonces un azar lleva a que Dave comprenda que en Corea del Norte todo es una escenografía, y también su amistad con Kim.

–¡Falsas! ¡Las toronjas son falsas! ¡Falso! ¡Mentiroso! ­–grita como un loco en la calle­.

Regresa a la habitación de Aaron e interrumpe su encuentro con Sook (Diana Bang), militar del entorno del líder supremo y secreta opositora, en ese momento en ropa interior, escondida en la cama del productor. Ella se escandaliza ante la posibilidad del magnicidio: a un tirano muerto lo reemplaza otro, lo que hay que hacer es desenmascararlo ante el pueblo que lo cree un dios. Dave insiste:

–Debe morir. Es el estilo estadounidense.

–¿Cuántas veces van a cometer el mismo error? –pregunta ella.

­–Todas las que sean necesarias.

Y entonces, sí, viene la parte de la película realmente decisiva, que no hay que contar.­

Baste con decir que simbólicamente retoma la confesión de Eminem y que provoca lágrimas supremas con "Fireworks", de Katy Perry: "Do you ever feel like a plastic bag / Drifting through the wind, wanting to start again?" ("¿Alguna vez te sientes como una bolsa plástica / a la deriva en el viento, queriendo volver a empezar?"). Y que tampoco navega profundo en las aguas de la ironía sobre el poder, la política y la prensa. Ni da cuenta compasivamente de las consecuencias de la ortodoxia ideológica en el poder, el culto de la personalidad, el militarismo, la represión, la censura, el hambre. Ni dice algo más gracioso que todo lo que ya se ha dicho en Twitter sobre el corte de pelo de Kim Jong-un.

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