Los remedios de la abuela

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Valeria Edelsztein, autora del libro "Los remedios de la abuela 2", es doctora en Química (UBA) e Investigadora del CONICET. Nos brinda una amplia investigación en donde nos habla de las posibles curas de algunas enfermedades y en las posibles curas recomendadas por la cultura popular. Ella nos explica a través de diversos consejos, advertencias y datos curiosos según su nivel de efectividad, además de estudios clínicos que avalan o rechazan las propiedades de estos.

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¿Por qué decidiste escribir un libro con ésta temática? ¿Qué es lo que te motivó?

La idea del primer tomo, "Los Remedios de la abuela. Mitos y verdades de la medicina casera", era contar cómo llega un remedio desde la naturaleza hasta la farmacia, cómo se pueden sintetizar en un laboratorio, qué modificaciones se realizan y con qué fin, qué etapas debe superar para llegar hasta el botiquín y qué ocurre en nuestro cuerpo cuando lo consumimos. Todo esto con el objetivo de mostrar lo interesante que es este proceso y también de poder crear cierta conciencia acerca de que por más que una noticia asegure el descubrimiento de la cura de alguna enfermedad, es importante entender en qué parte del proceso estamos. ¿Se probó en ratones? ¿En animales más grandes? ¿En humanos? ¿Son solo ensayos preliminares? La idea es que todos podamos incrementar nuestra cultura científica, mejorar nuestras herramientas de decisión y evitar caer en falsas expectativas. Recorriendo este camino, fue que empezaron a surgir los famosos "remedios de la abuela" y fue inevitable preguntarse cuánto de mito y cuánto de realidad había en estos consejos.

Pensemos que la primera farmacia fue la naturaleza. Ya los egipcios, los chinos, los griegos conocían muchos trucos y recetas para tratar enfermedades. Desde esa época, de boca en boca los remedios fueron sobreviviendo al tiempo y llegaron hasta algunas abuelas que lo pasaron a sus nietos y así sucesivamente hasta el día de hoy. Durante el capítulo que los recopila, el fin es simplemente mostrar que algunos remedios tienen una explicación científica mientras que otros son puro mito. Es bueno saber que tenemos un patrimonio cultural, conocer sus orígenes y tratar de entenderlo un poco más desde la ciencia.

En "Los remedios de la abuela... ¡2! Medicina casera de los pies a la cabeza" ya nos metemos de lleno con las dolencias corporales tal como lo indica su título. Cada una de ellas está explicada detalladamente (por ejemplo, qué es una ampolla y cómo se forma, por qué nos da hipo, de dónde vienen los ronquidos), luego está el tratamiento médico convencional que suele utilizarse en esos casos avalado por las publicaciones científicas que corresponden y recuadros especiales con los "secretos de la abuela" que pueden tener (o no) explicación desde la ciencia, también con las correspondientes publicaciones científicas que los respaldan (o no).

Lo más importante es recalcar que ninguno de los dos es un libro de consejos, sino que que tratan un tema muy cotidiano y que todos vivimos día a día.

¿ Cuáles son los "remedios de la abuela" más comunes y utilizados por la gente ?

Hay de todo y en los libros van a poder encontrar los más comunes y también los más raros. Desde el corcho y la banana para los calambres, pasando por el jugo de papa para la acidez, el vinagre para los piojos y la enorme cantidad de "remedios" para el hipo y la caída del cabello. Muchos de ellos tienen una explicación científica y otros tantos no.

¿ Hay estudios que avalan o nieguen éstas creencias populares ?

Sí, claro. Todos los "remedios" que figuran en el libro están acompañados por las publicaciones científicas que avalan (o no) su efectividad. De hecho hay tantos artículos que hicimos un apéndice online para poder poner todas las citas para que las consulten los más curiosos e interesados.

¿ En qué sentido crees que hay que tener cuidado o ser cauteloso con el tema ?

Los remedios caseros no pueden ni deben reemplazar medicamentos o tratamientos. Usar un remedio casero no deja de ser automedicarse y todo proceso de automedicación lleva asociado un peligro. A veces es pequeño y otras muy grande. Un gran error que solemos cometer es pensar que "natural" es sinónimo de "inocuo" y que un "tecito", "yuyito", "hierbita" no puede hacernos ningún mal. Yo solo les recuerdo que el arsénico y la cicuta también son naturales. Por mas simple e inofensivo que parezca un remedio casero siempre es importante consultar con el médico antes de convertirlo en un hábito para asegurarnos de que no implica ningún peligro para nuestra salud (ya sea por posibles alergias, contraindicaciones, efectos secundarios o interacción con otra medicación). Obviamente con cierto criterio. Claramente una sopa de pollo para el resfrío no supone mayor peligro.

Otro problema es dilatar la consulta médica por usar un remedio casero ("pruebo con este tecito y cualquier cosa después consulto") ya que un diagnóstico tardío puede complicarnos bastante.

¿ Son realmente eficaces?

Depende de muchísimos factores. Algunos tienen una explicación pero son peligrosos como la leche de higo para las verrugas, otros son eficaces e inofensivos como la sopa de pollo para el resfrío o algunos remedios para el hipo en general y muchos son completamente inútiles como el corcho para los calambres. Yo insisto con la idea de que no dejan de ser una forma de automedicarse y no deberíamos adoptarla. Mucha gente se mantiene firme en su creencia y otra tanta también se enoja porque la evidencia científica no coincide con lo que ellos creen. Aquí yo rescato siempre la idea de que la experiencia personal no funciona como evidencia científica. "A mi tía le funciona" no es la manera en la que los científicos obtienen sus resultados. La ciencia, por supuesto, tiene sus sesgos y reconoce su propia falibilidad. Justamente por eso es que redobla sus esfuerzos por tratar de no engañarse a sí misma. Para ello existen estudios "a doble ciego", aleatorios, utilizando controles. De ahí el uso de la estadística, la replicación de resultados por otros laboratorios, las retracciones de artículos erróneos, el arbitraje por pares, y sobre todo la idea de que las teorías científicas no son estáticas sino que cambian siempre para ir puliéndose.

Por otro lado, existe también algo llamado "efecto placebo" y esto sí está comprobado. Está relacionado con sentirnos mejor al creer que lo que tomamos o usamos nos hace bien aunque realmente no produzca ningún efecto. Lo que ocurre en estos casos es la activación de una zona del cerebro relacionada con el placer y la recompensa. Y realmente nos sentimos mejor aunque no haya un efecto real por parte del supuesto "remedio". Esa podría ser la explicación a quienes sostienen que, por ejemplo, el corcho les funciona de todas formas.

Mi opinión es que si les hace felices llevar el corcho en el bolsillo o lo consideran una cuestión de fe, y mientras sea algo inofensivo, es una decisión de cada uno. Pero una decisión que debe tomarse a conciencia de que carece de una explicación científica y de que ante cualquier dolencia, lo correcto es consultar con el médico.