Cada vez más personas eligen comer en una mesa con extraños

Aunque resulta difícil para la idiosincrasia argentina, restaurantes de lujo y bares palermitanos comenzaron a sumarse a esta tendencia

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Ese extraño placer por compartir mesa con gente desconocida. Es un hábito característico de Europa y que también se puede encontrar en restaurantes neoyorquinos. En Buenos Aires empezó hace unos años y cada vez se consolida más.

La mesa comunitaria se puede encontrar tanto en las zonas más trendy de Buenos Aires como en hoteles cinco estrellas. Si bien los perfiles son distintos en cada uno de estos lugares, la premisa es la misma: compartir una misma mesa sin tener nada en común con el que se sienta al lado. A veces no hay interacción entre todos, otras sí y ahí es donde la magia ocurre.

"Nosotros comenzamos hace varios años un cambio muy grande en la división de alimentos y bebidas, y esto comprende los restaurantes y bares. En ese cambio se vio que una de las tendencias era la mesa comunitaria. Fuimos de los primeros hoteles en implementarlos. A los locales les cuesta más aceptarlo pero poco a poco lo van incorporando", señaló Gabriel Oliveri, director de Ventas y Marketing de Four Seasons Hotel Buenos Aires en donde se puede encontrar esta propuesta en uno de sus espacios más selectos, el restaurante Elena.

En un ambiente distendido armado con mobiliario que incluye antigüedades de origen local mezclado con detalles de tintes europeos y sudamericanos, el restaurante cuenta con una larga mesa que, cuando se reserva, puede ser usada por grupos amplios, pero en caso de estar disponible, está pensada para ser compartida entre desconocidos.

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Pero ¿cómo se percibe esa costumbre tan poco incorporada en el comensal local y a la vez, tan amante del ritual de la comida entre amigos? Quienes más disfrutan de esta iniciativa son los extranjeros ya que les da la posibilidad de interactuar con otras personas y saber más de la cultura local, mientras que los argentinos prefieren mantener reserva y privacidad a la hora de sentarse a comer.

"La gente acepta compartir y luego se sorprende de la experiencia, de la interacción que se produjo con alguien interesante. También el hecho de que sea la mesa del chef, que esté al lado de la cocina, hace que sea una mesa donde todo el tiempo esté pasando algo, y eso es divertido", añadió Oliveri.

Otro de los típicos rincones porteños que se sumó a esta experiencia es Pizza Cero. Ezequiel González, uno de los dueños, contó que la idea surgió como una forma de incrementar el espacio en la zona de la barra, ya que la mesa comunitaria es alta y permite una mayor interacción entre quienes se acercan en busca de algo para tomar.

"A veces cada grupo está en la suya pero suele existir algún cruce. Aunque sea para pedir la sal y a partir de ahí todo puede pasar..."

"Se súper enganchan, pasa de todo", aseguró sobre la clientela con respecto a esta iniciativa, y agregó: "Por la mañana, mediodía y la tarde se puede ver mucha gente sola, leyendo el diario o con su iPad o su compu tomando café, chateando por Skype, cada uno en su mundo. En cambio por la noche la movida es más grupal, ya sea de a dos o de a tres grupos o más personas cenando o tomando tragos".

"A veces cada grupo está en la suya pero suele existir algún cruce. Aunque sea para pedir la sal y a partir de ahí todo puede pasar...", consideró González.

Pero el verdadero pionero es la cadena Le Pain Quotidien, que al desembarcar en Buenos Aires implementó el mismo esquema que mantiene en todos sus locales: una mesa grupal en el centro. Es una característica que define el ADN de esta tradicional panadería que se encuentra por distintas ciudades europeas.

Para quienes están más interesados en disfrutar esta experiencia, Camping es uno de los que más fervientemente se adaptan a este concepto. Es el primer "beer garden" de Buenos Aires y todas sus mesas son comunitarias ya que su concepto recuerda los jardines para beber cerveza sentados en largos tablones, además de su eje temático inspirado en los campings.

"Es compartir más que la mesa. Tiene que ver con volver al campamento, compartir un momento, conectar con el otro. Está armado en círculo como si fuese un fogón, es como generar un mini oasis en la Ciudad", señaló Gabriel Balán, director y dueño del local que se inauguró este año, al tiempo que agregó que la idea no fue incorporar una tendencia sino que se dio naturalmente ya que forma parte de la filosofía del lugar.

Será cuestión de probar cómo es sentarse a comer con un extraño y experimentar lo que para muchos ya se convirtió en un hábito.