Barreiro justificó la "guerra antisubersiva" y dijo que los represores están "organizados" para defenderse

Tras revelar los lugares donde fueron enterradas víctimas de la represión ilegal, el ex mayor del Ejército aseguró que el destacamento donde cumplió funciones "no fusiló a nadie ni enterró a nadie"

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Las revelaciones del represor Ernesto "Nabo" Barreiro en el marco de la megacausa por delitos de la última dictadura cívico-militar, en las que señaló tres lugares donde habrían sido enterradas 25 víctimas, significaron un giro sin precedentes en la estrategia de los acusados. Sin embargo, aún no está claro si se trata de un acuerdo para romper el pacto de silencio, o simplemente es una estrategia personal con el objetivo de que le reduzcan la pena.

Barreiro volvió a hablar ayer. Esta vez lo hizo en una entrevista radial en la que trató de despegarse de las acusaciones y deslindar responsabilidades a aquellos que tenían cargos menores. "El pacto de silencio es entre los generales. Yo era un teniente primero de veintipico de años, yo fui una pieza en ese esquema", dijo.

Además, negó que en el Destacamento de Inteligencia 141 del Ejército, donde actuó, se hubieran perpetrado asesinatos, aunque reconoció que hubo sesiones de torturas. Barreiro afirmó que "en La Perla", el mayor centro clandestino de detención de Córdoba durante la última dictadura cívico-militar, "no murió nadie" ni tampoco hubieron criaturas nacidas en cautiverio.

"De la muerte olvídese, muertes no hubo. Las torturas, como lo he dicho en el juicio, o tormentos, como está definido en las causas, abarcan desde tener una persona parada más de dos horas, durmiendo en una colchoneta o con los ojos vendados hasta cualquier tipo de iniquidad", sostuvo el represor.

Pero entre todas las cosas que dijo, hubo una que sorprendió más que el resto, y que tiene que ver con la posibilidad de que tanto él como el resto de los imputados por crímenes de lesa humanidad estén coordinando una estrategia para protegerse de la Justicia. "Alguien tomó la decisión de no traerme a Córdoba cuando me detuvieron en 2007". "¿Por qué no querían que esté en Córdoba? Porque podíamos organizarnos para defendernos. Como estamos organizados ahora", aseguró en referencia a otros imputados en la causa quienes ya adelantaron que brindarán más datos.

De hecho, su esposa, Delia Maggi, quiso dejar claro que la decisión de revelar datos hasta ahora guardados bajo siete llaves no es casual. "Mi marido es un estratega; él sabe por qué habló ahora".

Durante la entrevista radial, Barreiro aseguró además que el pacto de silencio respecto de lo actuado en la dictadura fue "de los generales" y no de los subordinados, el mismo argumento que en 1987 esgrimieron los militares "carapintadas" que se alzaron contra el gobierno de Raúl Alfonsín, para reclamar la ley de Obediencia Debida.

Aquel alzamiento tuvo a Barreiro como uno de sus principales protagonistas. En una extensa entrevista que le concedió a la radio Mitre Córdoba desde la cárcel de Bouwer, una localidad del departamento cordobés de Santa María, Barreiro se explayó sobre los años en que se desempeñó como jefe de interrogadores de La Perla, en el marco de la causa sobre los crímenes de lesa humanidad cometidos allí.

Uno de los jueces de la causa aclaró ayer que la mayoría de los crímenes confesados por Barreiro fueron cometidos antes de la dictadura militar.

"En la Perla no murió nadie, en la Perla no murió nadie", repitió Barreiro y señaló que los testigos que declararon en su contra y dijeron que lo habían visto en sesiones de tortura eran "subversivos" que aceptaron ser "colaboradores pagos" con la dictadura y que cuando se fueron exiliados "a Europa" ocultaron que habían sido colaboradores pagos.

"Se fueron a Europa, y qué iban a decir, ¿que trabajaron para los militares? No. Hicieron lo que hicieron. No dijeron lo que hicieron. Dijeron que nosotros hicimos cierto tipo de cosas que no son verdad", señaló en un intento por denostar a los sobrevivientes de la represión, testigos en el juicio al que es sometido.

Barreiro trató así de invalidar los testimonios de Graciela Geuna, Gustavo Contepomi, Liliana Callizo, Piero Di Monti, Patricia Astelarra y Cecilia Suzarra, querellantes en la causa por crímenes cometidos en los centros clandestinos de detención cordobeses. También cuestionó a la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo de Córdoba, Sonia Torres, de quien dijo que "con sana intención, ha construido una fantasía que no existe", porque "en Córdoba no hay ni niños nacidos en cautiverio ni niños apropiados".

Aseguró que en "el Destacamento de Inteligencia 141" que estaba a su cargo "no asesinó ni fusiló ni enterró absolutamente a nadie" y que desconoce "qué ocurrió en otros lugares del país", pero que en Córdoba "el Ejército actuó como tal, como un ejército en operaciones".

Barreiro se encuentra imputado por 518 delitos: 228 privaciones ilegítimas de la libertad agravadas, 211 imposiciones de tormentos agravadas, 65 homicidios calificados, 13 imposiciones de tormentos seguidos de muerte y la sustracción de un menor de 10 años.

"Lo que ustedes llaman centro clandestino, que es un término que no corresponde, en términos militares se llama lugar de reunión de detenidos, que por supuesto por las características de las operaciones eran lugares secretos. Que después podamos hablar de eso hoy en día es otra cosa, pero en su momento eran lugares secretos", aseveró Barreiro en su extensa entrevista radial desde su lugar de cautiverio.

Consultado acerca de por qué el régimen militar no mostraba lo que ocurría en La Perla, se excusó diciendo que "no era una decisión" de él y agregó: "Traten de hablar de eso con (Luciano Benjamín) Menéndez , no con un teniente primero", en alusión al exjefe del Tercer Cuerpo de Ejército, quien recibió varias condenas por su actuación durante la represión ilegal.

El represor cuestionó también la instrucción judicial al sostener que "la actuación de la fiscalía ha sido realmente deplorable en todos estos años" y que "han manejado la investigación con una discrecionalidad absoluta" y con "barbarismo".

"Estoy en desacuerdo con lo que hizo la conducción del Ejército durante el Proceso. En total desacuerdo. Siempre lo he manifestado. Nunca lo oculté. Estoy en total desacuerdo con la forma en que se encaró la guerra antisubversiva. No dependía de mí. Yo fui una pieza, nada más, como muchos otros", sostuvo Barreiro. Y agregó: "Si quieren que yo me haga cargo de eso siendo teniente primero es una locura. Acá el pacto de silencio lo tienen los generales, no nosotros".

Barreiro, quien fue jefe de interrogadores de La Perla y uno de los líderes del alzamiento "carapintada", aseguró a través de un escrito y en la audiencia por el megajuicio que habría unas 20 víctimas en el primer horno descubierto en el predio del Tercer Cuerpo del Ejército, otras cuatro víctimas en el horno de la estancia "La Ochoa" del mismo sector; y una víctima más en un tercer horno en Villa Ciudad de América, junto al lago Los Molinos.

Este jueves dijo al respecto: "Yo no vi nada, ¿cómo voy a ver una cosa en la que no participé?". Dijo que "da por hecho" que va a ser "condenado" en la investigación y señaló que "hay grandes intereses económicos y políticos detrás de esto".

"Los negocios de los derechos humanos son inconmensurables, son fortunas. ¿O tengo que explicarles los negocios de las Madres de Plaza de Mayo, de las Abuelas de Plaza de Mayo?", afirmó.

También dijo que por el represor Menéndez siente "respeto". "El general Menéndez ha sido mi comandante. El general no participa en todo esto. Es categórico, lo manifiesta. De otra manera, yo lo manifiesto ante el tribunal permanentemente: para mí ellos no son mis jueces, no son quienes deben juzgarme, yo no les reconozco potestad alguna sobre lo que está ocurriendo en materia judicial", aseveró.

Dijo que tiene "una obligación moral con subordinados y subalternos", que brega porque "en el juicio no haya un monopolio sobre la historia de los años 70" y se declaró "peronista". "Vengo de una familia de gran raigambre peronista, mi padre fue fundador del peronismo, mi madre fundadora de la rama femenina del peronismo. Nunca lo oculté y toda la vida mis superiores supieron cómo pensaba", aseveró Barreiro.