Un "anónimo" pagó la multa del joven que irrumpió en los Nobel

La persona que ayudó a Adán Cortés Sala prefirió no identificarse. "No me arrepiento", afirmó el estudiante, que logró darle visibilidad mundial al caso de los 43 normalistas desaparecidos

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"Las últimas noticias que tengo de mi hermano es que ha sido exonerado después de que un ángel, alguna persona que sigue en el anonimato, ha pagado la multa que le fue impuesta", contó a la prensa Austin Niztar Cortés.

Su hermano es Adán, el joven que ayer dio la vuelta al mundo al interrumpir la entrega del Premio Nobel de la Paz, en Oslo, con una bandera mexicana para llamar la atención mundial sobre los 43 estudiantes asesinados por el narco con complicidad política.

Austin precisó que la información de la que dispone es que Adán está en el departamento de migración de Noruega, donde se está analizando su petición de asilo político. "Hay esperanza. ¡Arriba y adelante!", escribió en su cuenta de Facebook.

Por su parte, su madre, Mónica Salas, aplaudió la iniciativa de su hijo, quien a pesar de haber sido acusado de "robarles protagonismo" a la pakistaní Malala Yousafzai y al activista indio Satyarthi Kailash, logró que los ojos del mundo miren lo que está ocurriendo en México.

"Mi hijo buscó la oportunidad de dar voz a millones de mexicanos que no han sido escuchados en su país y lo único que puedo compartir es recordarles el mensaje que envió: México te necesita", dice la mujer en un video que subió el miércoles a la noche a las redes sociales.

Tras quedar en libertad, Adán Cortés Salas, estudiantes de 21 años en la UNAM, ofreció una breve entrevista a la televisora pública noruega NRK, en la que aseguró que buscaba pedir ayuda para su país y afirmó que no se arrepiente de sus actos.

"Intenté que Malala y Kailash Satyarthi hablaran de lo que está sucediendo en México"

"Eso fue lo que grité, intenté que Malala y Kailash Satyarthi pudieran decir algo, hablar de lo que está sucediendo en México", dijo en referencia a los 43 normalistas de Ayotzinapa, que fueron desaparecidos en la noche del 26 de septiembre y asesinados por sicarios por orden del entonces alcalde de Iguala, José Luis Abarca.

"Creo que lo haría de nuevo. No me arrepiento de ello. Pido disculpas a los que asusté y espero que no haya ninguna consecuencia negativa para el personal de seguridad", agregó.

Contó, además, cómo hizo para vulnerar la seguridad del lugar. "Sólo fui a la entrada principal. Me veía como alguien invitado y bien vestido. Creo que me veía muy confiado. Nadie me pidió mi identificación. Fui suertudo", relató.