Volatilidad social en tiempos de crisis

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Los sociólogos entienden que en la modernidad tardía, al licuarse ciertas estructuras sociales que daban soporte subjetivo a determinados modos de ser y estar en el mundo, se generan estados anómicos donde lo que era ley en términos de patrones de comportamiento tradicionales pierde peso y deja de estar vigente para regular la conducta. Se extravía la brújula.


Los rituales, la tradición, las costumbres, los usos, la moda, lo instituido, generan un marco seguro, un "guión social" a partir del cual cada actor representa su papel, sin tener que improvisar todo el tiempo. Esto ha sido estudiado por la microsociología de los interaccionistas simbólicos como Erving Goffman.


Sin embargo, como contrapeso de lo instituido está lo instituyente, la fuerza creadora, la voluntad de poder, el motor de la historia, esa vitalidad que genera espacios fértiles: lo instituyente es Tendencia, lo instituido es Moda.


En ese contexto de volatilidad social, una nueva sociología aplicada que toma elementos de la sociología clínica de Vincent de Gaulejac, el psicodrama de Jacob Levy Moreno en su variante argentina del Dr. "Tato" Pavlovsky, teoría sociológica clásica en clave bourdiana, y otras disciplinas como el coaching, el teatro, las neurociencias y el marketing,aparece para ofrecer una batería de herramientas para que el sujeto pueda "re-pensarse".


La persona ingresa con estas herramientas en un juego para observarse desde un lugar diferente, para cambiar sus percepciones y poder generar acciones fuera de su "Zona de Confort". Dichas acciones permiten cambiar de hábitus (el sujeto va cambiando como actor de un sistema social), alcanzando nuevas metas en interacción con otras personas.

Un entorno VICA de Volatilidad, Incertidumbre, Complejidad y Ambigüedad, puede ser modificado por actores individuales y colectivos que encarnen nuevos "repertorios de acciones" (al decir de Charles Tilly). Realizar acciones concretas para instituir formas nuevas en el día a día, si se permite la metáfora, "marcando tendencia" y dejando atrás "la moda" ya instituida. Como se afirma en neurociencias, lograr un recableado del cerebro generando nuevas conexiones neuronales que permitan construir nuevos observables (en lenguaje del sociólogo Lito Marín), lo que significa poder ver aquello que antes no se veía y enfocar los problemas desde nuevas perspectivas que detenten un grado mayor de complejidad.


En un marco global tan incierto, ¿es posible usar esa neuroplasticidad para agenciar innovación y creatividad en el gran escenario social del que hablaba Shakespeare? ¿Que se encienda "la lamparita en la cabeza" en una toma de consciencia ("Insight") que permita ver qué lugar ocupa cada actor en la escena de la vida? ¿Avanzar en nuevos repertorios de acción individual y colectiva a partir de la construcción de nuevos repertorios de representaciones y esquemas mentales? ¿Hallar soluciones grupales a los problemas subjetivos que plantea la modernidad tardía?


La inteligencia emocional que investigó Daniel Goleman se divide en dos áreas: Intrapersonal -en tanto capacidad de formarse un modelo realista de uno mismo- e Interpersonal -como la capacidad de comprender a los demás- que funcionan en conjunto.


En un juego multivariado donde hay factores sociales que inhiben la capacidad de tomar consciencia del propio lugar social, reduciendo la inteligencia emocional, y que hay grupos sociales de pertenencia y referencia que bloquean la construcción mental de modelos realistas de la sociedad actual, ¿es posible generar condiciones de ruptura epistémica con los esquemas instituidos y facilitar nuevas formas de interactuar con otros y de ver el mundo? ¿Hay espacio para las estrategias de subversión cognitiva que fascinaban a Pierre Bourdieu? En definitiva, ¿puede el sujeto devenir actor protagonista en tiempos de crisis?


El autor es sociólogo. Su más reciente libro es "Todos somos actores sociales".