Estreno condicionado de un polémico documental

Finalmente se verá en cine "Borrando a papá", film que, en palabras de su directora, denuncia "sexismo contra los varones en los tribunales de familia". El INCAA habilitó sólo 2 salas en todo el país

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El estreno llegó por fin, pero casi a escondidas. Borrando a papá había generado una fuerte polémica, antes de la fecha prevista inicialmente para su estreno.

"Tenemos miedo de no poderlo estrenar" -decía su codirectora, Ginger Gentile, a Infobae, en agosto último. El documental había pasado todos los filtros del INCAA, que financió parte de su realización, y además había sido declarado "apto para todo público", explicó Gentile en aquella ocasión. Pero agregó: "El INCAA está recibiendo muchas presiones y tenemos miedo porque todavía no pudimos conseguir sala y estamos a una semana de la fecha de estreno prevista [28 de agosto]".

Las presiones tuvieron cierto efecto, ya que el estreno se postergó hasta este jueves 2 de octubre. Además, Borrando a papá se exhibirá en una sola sala de Capital, Artecinema, en la calle Salta al 1600, barrio de Constitución. Ni hablar del interior: el Instituto de Cine habilitó una sala en el complejo siderúrgico Altos Hornos Zapla, en Palpalá, Jujuy, para su exhibición.

Parece una broma, pero no lo es. Es sí una evidencia del poder de lobby de ciertas ONG dedicadas a temáticas "políticamente correctas".

El tema de la película, dirigida por dos mujeres, Ginger Gentile y Sandra Fernández Ferreira, es sensible: denuncia una discriminación de género, pero en perjuicio de los hombres. En efecto, el film busca exponer el drama de los padres varones separados de sus hijos en divorcios conflictivos. Borrando a papá denuncia el sistemático prejuicio contra el padre que se traduce en una obstrucción del vínculo que puede durar incluso años, con las más inverosímiles excusas. Y, detrás de ello, un negocio que beneficia a muchos profesionales de las leyes y de la psicología.

Es el segundo documental para Ginger Gentile. El primero, Mujeres con pelotas, sobre el fútbol femenino, no fue, ni de lejos, tan polémico como éste. Contra la película, producida por San Telmo Producciones, se alinearon varias ONG, dedicadas a la temática femenina.

En el film, varios padres en esa situación relatan el drama que viven, y su testimonio revela lo que las realizadoras llaman una "industria de la obstrucción de vínculos familiares" que abarca "centros de revinculación de dudoso origen, abogados y psicólogos inescrupulosos, jueces prejuiciosos y hasta un organismo creado por la Corte Suprema".

"Una industria –dicen- en la que existen profesionales e instituciones que no buscan solucionar, sino mantener familias judicializadas y prolongar el conflicto de manera sistemática, valiéndose de medidas judiciales, denuncias de contenidos ridículos o incluso falsos, para mantener a los padres alejados".

El documental, explican las realizadoras en un comunicado, "deja al descubierto cómo todos estos padres son castigados por ser hombres, por pertenecer al género masculino, estigmatizándolos como violentos y peligrosos y devela la doctrina que propone la exclusión del padre por considerarlo una amenaza".

"Con la sola denuncia pueden separar al padre por años", decía Ginger Gentile en una entrevista con Infobae. "El sistema actual es una fábrica de denuncias que luego no son investigadas; los niños no están protegidos (...). No protegen al niño ni a la madre ni al padre".

Fue llamativa la virulencia con la cual fue atacada la película antes de su estreno. Salud Activa, una de las ONG que lideró la campaña contra Borrando a papá, negó sin embargo que su intención fuese la censura, pero sí que el INCAA suspendiese la financiación del documental.

A juzgar por el tibio estreno, semiclandestino, que tendrá lugar este jueves, lograron bastante.

En Uruguay, en cambio, el documental se estrenará en salas ubicadas en centros comerciales de gran afluencia de público: Montevideo Shopping, Portones Shopping y Punta Carretas Shopping.

Uno de los argumentos de Salud Activa contra el documental fue que su productor, Gabriel Balanovsky, tuvo problemas con la justicia por haber "secuestrado" a su hija.

Balanovsky, por su parte, se declara víctima del sistema que denuncia el documental: "Un juez me encarceló durante un año y dos meses en una prisión de máxima seguridad acusándome de secuestrar a mi propia hija, sin importarle que la jueza de familia me había otorgado la guarda provisoria de mi hija mientras se definía la tenencia. La situación penal se resolvió cuando la cámara de casación penal sentenció que un padre jamás puede ser acusado de secuestrar a su propio hijo y menos aún teniendo la guarda otorgada por una jueza de familia. Yo quedé libre de culpa y cargo, el juez no tuvo ninguna consecuencia y mi hija y yo nunca más nos volvimos a ver".

El productor admite que esa es la razón por la cual decidió emprender este proyecto. Y denuncia que todavía hoy, pese a contar con "un régimen de visitas con sentencia firme", ningún juez la hizo cumplir y sigue separado de su hija.