Una visita al 9-11 Memorial & Museum

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La madrugada del viernes 23 de mayo desperté en mi cuarto de hotel de Times Square sin saber bien dónde me encontraba. Cuando dormimos fuera de casa solemos demorarnos unos segundos hasta ubicarnos en tiempo y espacio. Inmediatamente recordé el motivo de mi viaje a Nueva York. La semana pasada había visto al presidente Barack Obama inaugurar el 9-11 Memorial & Museum y sentí que debía viajar a conocer el edificio recientemente inaugurado.

A pesar de no haber nacido en los EEUU, ni haber estado viviendo en el momento del atentado en este país, creo que todos recordamos de alguna manera u otra aquel 11 de septiembre de 2001, día que cambió el mundo para nunca volver a ser el mismo.

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Recuerdo que en mi Buenos Aires natal me encontraba todavía durmiendo dado que se celebraba, como todos los años, el día de los maestros y las escuelas no abrían sus puertas. Mi madre, una aficionada de las noticias, vino corriendo a despertarnos a mi hermana y a mí para contarnos que "algo raro" estaba pasando en Nueva York.

Desde ese momento en adelante pasamos horas pegados al televisor sin poder entender qué era lo que veíamos en la pantalla. Recuerdo que no lograba asimilar cómo podía ser que hechos que sólo cobraban vida en las películas estaban pasando en la vida real.

Adelanto trece años y me encuentro caminando desde Times Square hasta Lower Manhattan, donde se encuentran el World Trade Center y el museo conmemorativo, y siento una mezcla de sensaciones entre ansiedad e incertidumbre. Dirigirme a un sitio donde se vivió tanto dolor me provocaba dolor a mí mismo.

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Una vez arribado al museo, ya desde el momento de formar fila para ingresar, se podía ver cómo las personas de todo el mundo que habían venido esa mañana con su ticket en mano se comportaban de una manera solemne guardando silencio o conversando en voz baja.

Ya ingresado, luego de pasar por un riguroso control de seguridad similar al que efectúa la TSA en los aeropuertos norteamericanos, descendí a un vasto subsuelo donde comencé a escuchar decenas de audios grabados en una variedad de lenguas, en los cuales personas relataban dónde se encontraban el día de los atentados.

Posteriormente, una sucesión de hechos relatados de manera multimedia y en forma cronológica me llevaron a revivir paso a paso aquel fatídico 11 de septiembre, casi como si hubiera estado en Nueva York ese día. Objetos como gafas, restos de papel, zapatos y bicicletas abandonadas por cientos de personas que se encontraban allí esa mañana ayudan a darle aún más realismo a toda la experiencia.

Por lejos, uno de momentos más emotivos, y cuando uno no puede evitar quebrar en llanto, es verle las caras a las víctimas, conocer sus historias relatadas por sus seres queridos. Personas como cualquiera de nosotros que se levantaban todas las mañanas para ir a trabajar nunca más regresaron a sus casas.

El Memorial y Museum del 9-11 honra la memoria de las casi 3.000 personas que murieron durante los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001 en el sitio del World Trade Center, en las cercanías de Shanksville -Pensilvania- y el Pentágono así como también las seis víctimas del atentado al WTC en 1993.

Es un poderoso recordatorio de la mayor pérdida de vidas a causa de un ataque externo en suelo norteamericano y a su vez la mayor pérdida de personal de rescate en la historia de los EEUU. Paralelamente es una muestra de la fortaleza de una nación que decidió volver a ponerse de pie y mirar hacia adelante sin nunca olvidar el pasado.