Polémica alrededor del uso del andador

Acompañar el crecimiento del bebé implica tomar decisiones sobre las que no es fácil ponerse de acuerdo. ¿Por qué los especialistas desaconsejan su uso?

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Acompañar el crecimiento de un bebé implica tomar decisiones: si usa o no chupete, hasta cuándo se queda en el dormitorio de los padres, si es conveniente o no tenerlo en brazos, cuánto durará la lactancia materna o si hay que ayudarlo a dejar los pañales. Una larga lista de cuestiones sobre las que no es fácil ponerse de acuerdo. Sobre todo, cuando la voz de los especialistas interfiere con las costumbres, ya que, en materia de crianza, la tradición suele imponerse como la mejor opción, aunque no siempre sea la más adecuada.

Tal es el caso del uso del andador: una sillita rodeada por una baranda que se afirma sobre una base con ruedas. Mientras que los padres se preguntan si será bueno para ayudar al bebé a iniciar la marcha, este elemento es cuestionado por los especialistas en psicología evolutiva al considerar que "anticipa el proceso de caminar, acción que debería darse naturalmente alrededor de los 12 meses de vida".

Y no solamente eso. El andador, definido en ocasiones como una muleta o apoyo evita la actividad del gateo, conducta fundamental para el desarrollo evolutivo.

Susana Buscaglia, doctora en psicología y especialista en gimnasia cerebral explica: " el gateo conecta los hemisferios cerebrales y crea rutas de información cruciales para la maduración de las diferentes funciones cognitivas".

Claudio Santa María, rector del Instituto Superior de Ciencias de la Salud, agrega sobre el uso del andador: "Los pediatras lo desaconsejan. Es mejor dejar que el bebé siga su desarrollo natural. Si los padres, aún a pesar de ello, se plantean comprar uno de estos dispositivos, deben saber que un andador hay que usarlo con moderación, ya que no es bueno dejar al niño durante períodos muy extensos en él".

Ventajas y desventajas

Aunque algunas teorías apuntan a que los andadores pueden deformar los huesos del bebé y retrasar su desarrollo a la hora de andar, lo cierto es que este aparato tiene ventajas y desventajas, dependiendo de la manera en que se use.

Algunas de estas características positivas son las que suelen influenciar la decisión de compra en los padres. "En niños muy activos, el andador puede resultar útil para facilitar sus desplazamientos y es el juguete ideal para liberar energía", indica Santa María. Por otra parte, le proporciona libertad al bebé para desplazarse por sí mismo. Además, según el especialista, ambas cualidades hacen que los padres crean que les deja tiempo y que es seguro.

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Sin embargo, la lista de elementos en contra del uso de este dispositivo es mucho más amplia. El andador hace que el niño camine hacia los lados en vez de caminar de frente y obliga a que el bebé permanezca de puntillas que, con frecuencia, provoca que la postura se mantenga durante meses posteriores.

Para el rector del Instituto Superior de Ciencias de la Salud, "puede retrasar la función motora del bebé y, a consecuencia de esto, los niños que usan mucho el andador suelen saltarse la etapa del gateo que es muy importante para su desarrollo".

"Este artefacto no contribuye a que los brazos se muevan al compás de las piernas, lo que resulta perjudicial para su equilibrio, cuando el bebé empiece a dar sus primeros pasos", dice Santa María.

Respetar los procesos

Precisamente, la técnica de la gimnasia cerebral busca el óptimo funcionamiento de los hemisferios cerebrales mediante una rutina de ejercicios que intercalan movimientos opuestos recreando el patrón cruzado, función neurológica que hace posible el desplazamiento corporal en equilibrio del cuerpo humano.

"Esto sucede naturalmente al gatear, cuando el bebé alterna la pierna izquierda con la derecha y el brazo derecho con el izquierdo, fomentando un estado integrado del cerebro", remarca Buscaglia.

Por otra parte, el movimiento del gateo tonifica adecuadamente los músculos que más adelante permitirán al niño mantener la columna recta (cuando se encuentre maduro para estar de pie) y ejercita, además, el enfoque de los ojos, ya que al mirar el suelo para distinguir dónde apoyará la mano o la rodilla, el niño mira fijo un mismo punto a corta distancia.

Para Buscaglia, "el bebé al apoyar su peso en las palmas de las manos, soportar la tensión en las articulaciones de las muñecas y en los hombros percibe la oposición de la gravedad y aprende a manejarse con ella. Esto le ayuda a medir el mundo, a calcular la medida que existe entre el ojo y la mano, y a la futura "lateralización del cerebro, lo que implica que uno de los dos hemisferios se vuelve dominante y el otro servidor".

"Otro factor a tener en cuenta ante el uso de estos artefactos es que un niño no aprende a caminar sino que sigue todas las etapas del proceso, como sentarse y gatear. Con este tipo de aparatos, en realidad, se está forzando este proceso, y simplemente se mueve en posición de semisentado por el impulso de sus pies", indica Santa María.

Gatear es una conducta evolutiva que no debe suprimirse.

"Aunque el andador resulte más cómodo para los padres, se debe acompañar la evolución de los hijos sin anticiparse, vivimos en una época en la que todo está acelerado, en la que no hay tiempo para reflexionar sobre lo que cada cosa significa. Por eso, nada mejor que cada cosa a su tiempo", concluye Buscaglia.

Los riesgos

Los pediatras desaconsejan taxativamente el uso de andadores porque le impide a los bebés aprender a andar antes de lo que lo harían sin utilizar uno de estos dispositivos. Además, esta "sillita con ruedas" es peligrosa porque puede provocar accidentes domésticos si el niño no cuenta con la supervisión de un adulto.

"El andador hace que el niño se sienta demasiado libre como para intentar cosas que le pueden resultar peligrosas, como bajar las escaleras que pueden provocar lesiones graves, como traumatismos craneo encefálicos. Además, estos artefactos también permiten acceder a objetos peligrosos que normalmente están fuera del alcance de un bebé", concluye el pediatra Santa María.