La hija de Oswaldo Payá habló de la muerte de su padre: "Es un crimen contra todos los cubanos"

Se cumplen dos años del fallecimiento del disidente y Rosa María manifestó sus sensaciones. The Washington Post publicó un editorial sobre el tema

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Este martes 22 de julio no es un día más para los cubanos y los defensores de los derechos humanos. Se cumplen dos años de la muerte de los disidentes Oswaldo Payá y Harold Cepero y -pese a lo complicado que es hallar el camino a la verdad- los familiares, amigos y compañeros del Movimiento Cristiano Liberación (MCL) no bajan los brazos en su empeño por lograr una investigación independiente que ponga al descubierto lo que consideran un atentado más en contra del pueblo cubano.

A horas de cumplirse el segundo aniversario del fallecimiento de Oswaldo Payá, Rosa María Payá, hija del opositor cubano, charló con Diario Las Américas y manifestó sus sensaciones: "Los crímenes del régimen no son jamás un tema exclusivo de los familiares de las víctimas, mucho menos cuando los mártires entregaron sus vidas a la causa de la libertad de todos los cubanos. Cada vez que el régimen asesina a un cubano, comete un crimen contra todos los cubanos. Nosotros queremos dar a todos la posibilidad de sumarse a nuestro reclamo de verdad y justicia. De esta manera buscamos también proteger a los miembros de la oposición en la isla con una acción por el fin de la impunidad", afirmó Rosa María.

"El legado de mi padre es palabra viva. El camino que indicó es una ofrenda generosa al pueblo cubano para la transición democrática. No pretendemos el mero recordatorio y el justo honor a su persona, sino la renovación de su propuesta de liberadora".

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La investigación

En España, la Audiencia Nacional desestimó una querella en el caso, alegando, entre otras motivaciones, que el Gobierno español había validado la versión del Gobierno cubano. "Desde luego que nuestra familia no acudió al Gobierno español sino a la justicia española, pero al parecer cuando se trata del atentado contra mi padre, que era ciudadano español, los poderes no están tan separados", denunció la hija del fallecido opositor.

Los disidentes Oswaldo Payá Sardiás y Harold Cepero perdieron la vida el 22 de julio de 2012 en un accidente de tránsito en la oriental provincia cubana Granma, en las afueras de la ciudad de Bayamo. El vehículo era conducido por el español Ángel Carromero, dirigente de la organización juvenil Nuevas Generaciones del Partido Popular (PP) de Madrid. Además de los dos cubanos, también viajaba el sueco Aron Modig, de la Liga Juvenil Cristianodemócrata (KDU) sueca, quien dijo que dormía en el momento del impacto.

El hecho fue definido por el régimen de los Castro como "un accidente" y Carromero fue presentado ante la prensa extranjera acreditada en la isla para que admitiera su responsabilidad. Las declaraciones fueron transmitidas por la televisión cubana.

El 15 de octubre de 2012 Carromero fue condenado a cuatro años de cárcel en Cuba y en diciembre de ese año fue trasladado a España, donde está cumpliendo condena en un régimen de semilibertad.

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El editorial del prestigioso periódico The Washington Post: "La muerte de Oswaldo Payá sigue a la espera de una investigación adecuada"

Hace dos años este martes, un auto azul de alquiler se estrelló en una carretera desierta en el oriente de Cuba.

En el asiento trasero viajaba Oswaldo Payá, uno de los disidentes cubanos más conocidos y quien había defendido la idea de un referendo democrático sobre el futuro de la nación. La voz del señor Payá no era la más fuerte en contra de la dictadura de Castro, pero sí una de las más comprometidas y decididas. En el momento del accidente automovilístico, Payá había cumplido más de una década tratando de llevar a cabo una revolución pacífica que facultaría a los cubanos a decidir su propio destino y a poner fin a medio siglo de desgobierno de Fidel y Raúl Castro.

Payá soportó el acoso y la intimidación por sus esfuerzos. Muchos de sus amigos y aliados fueron encarcelados. Él recibió amenazas por teléfono y otras advertencias, algunas de ellas violentas. Pero no se dio por vencido. El día del accidente, Payá viajaba con un joven compatriota, Harold Cepero, para reunirse con partidarios del Movimiento Cristiano Liberación a lo largo de la isla. En la parte delantera del auto de alquiler iba un visitante de España, Ángel Carromero, dirigente del ala juvenil del partido gobernante de ese país, y un activista de Suecia.

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Confesión forzosa

El auto se salió de control después de ser embestido por detrás por un vehículo con placa estatal de circulación, de acuerdo con Carromero. Mientras él y el activista sueco sobrevivieron, Payá y Cepero fallecieron. Carromero dice que fue entonces obligado a confesar y sometido a un juicio amañado con el fin de encubrir lo que realmente sucedió. La grabación en video de la "confesión" de Carromero, transmitida por la televisión, fue forzada; se le pidió leer las tarjetas escritas por los agentes de Seguridad del Estado. Fue condenado a cuatro años de prisión por homicidio vehicular y posteriormente puesto en libertad para volver a España a cumplir su setencia.

Desde entonces, no ha habido una investigación seria y creíble de las muertes. Cuba ha dejado de lado todas las demandas de una investigación internacional que revelaría la verdad. Payá ostentaba doble nacionalidad, cubana y española, pero España se ha desinteresado vergonzosamente de llegar al fondo de la historia. La verdad importa para mostrar a los hermanos Castro que no pueden apagar la voz de la libertad con impunidad absoluta.

El pasado 14 de mayo, el Papa Francisco recibió a la familia Payá en su residencia privada. No sabemos lo que dijo el Papa, pero la hija de Payá, Rosa María, le entregó una carta que lleva un llamamiento apasionado por la causa de la democracia y la dignidad humana en Cuba. Con suerte, el Papa mantendrá su atención ante las voces que exigen un cambio en Cuba y hablan a favor de la democracia y la libertad allí. Los valores por los que Payá luchó en Cuba no deben ser olvidados. Otros disidentes siguen luchando, a pesar de la represión, las golpizas, los encarcelamientos y las persecuciones, y no deben ser abandonados.

Editorial publicada por The Washington Post. Traducción: CaféFuerte