Joachim Löw, de 54 años y poco reconocido en su época como futbolista por participar en equipos menores de la Bundesliga y Suiza, lleva una década al frente de la selección de Alemania y es el responsable máximo del momento que vive el fútbol teutón en Brasil 2014. La paciencia, tal vez, su mayor virtud.
En medio de la euforia y el asombro por el histórico triunfo 7-1 ante Brasil, él mismo se encargó de pedir "un poco de humildad" para seguir adelante y cumplir con el objetivo final. Entiende que es tiempo de ganar el primer título para una generación que vivió a la sombra de los éxitos de España en Sudáfrica 2010 y en las últimas dos Eurocopas.
Los alemanes creyeron en un proyecto, entendieron que los buenos resultados llegarían al transitar por ese camino iniciado en 2004 con Jürgen Klinsmann, que tenía a Löw como ayudante. Y dieron crédito pese a la frustración de perder el Mundial de 2006 en su casa, cuando en semifinales Italia le quitó el gran sueño.
Löw, acompañado por una tropa de futbolistas liderada por Michael Ballack, Philipp Lam, Miroslav Klose, Per Mertesacker, Bastian Schweinsteiger, Lukas Podolski y dos jóvenes estrellas como Mesut Özil y Thomas Müller, dio continuidad a una ingeniería de juego y un estilo moderno para sacar diferencias.
No fue casual el brillante 4-0 ante Argentina en Sudáfrica 2010, tampoco el 7-1 ante Brasil frente a su gente y los cinco goles en 18 minutos. Sí, impensado. Por momentos parece una máquina y ante cada ataque causa escalofríos a los rivales y admiración en los neutrales.
Alemania justificó la paliza que le propinó a la selección de Scolari. Nunca sacó el pie del acelerador, apretó los dientes y sufrió por el gol de Oscar en los últimos minutos como si la historia aún no hubiese estado definida.
Manuel Neuer, Jerome Boateng, Toni Kroos, Sami Khedira, Mats Hummels y Andre Schurrle hoy también son figuras en Brasil 2014. El equipo es figura. Lo colectivo se impone a lo individual, cada uno que entra entiende su rol.
La seriedad es una estampa, y la contundencia, su mejor compañera. Si dudan, basta con ver la repetición del juego disputado en el Mineirao de Belo Horizonte. Una lección, un fútbol de otra época. O tal vez, una nueva época.
La calma y el coraje son virtudes en un equipo que por momentos parece "de cuento", como lo definió su entrenador en rueda de prensa con el boleto a la final del Maracaná en el bolsillo.
Un Löw inconformista, que entiende que lo siguiente es "dar el próximo paso" y conseguir un nuevo trofeo para un fútbol alemán que fue eclipsado por la España de Vicente Del Bosque y siente que ha llegado el momento de conseguir su cuarta estrella.
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