¿El fin de la corbata?

El diseñador Giorgio Armani recomendó al primer ministro italiano Matteo Renzi que use corbata y deje el estilo juvenil. ¿Por qué los políticos en el mundo eligen un look informal? ¿imagen política o una cuestión de moda? Los argentinos que apuestan a este estilismo

Compartir
Compartir articulo
 Télam 162
Télam 162
 Télam 162
Télam 162
 Reuters 162
Reuters 162
 AFP 162
AFP 162
 Reuters 162
Reuters 162
 Télam 162
Télam 162
 AFP 162
AFP 162
 Télam 162
Télam 162
 Reuters 162
Reuters 162
 Télam 162
Télam 162

En el contexto de la Semana de la Moda de Milán, el diseñador italiano Giorgio Armani recomendó al primer ministro Matteo Renzi llevar más a menudo corbata y huir de la imagen juvenil que transmite en camisa blanca, muy utilizada por el político.

"La camisa blanca no le hace ningún bien, lo hace juvenil, y después esa chaqueta azul. Incluso (Barack) Obama viste siempre una camisa blanca con una corbata, eso le da un toque sexy", afirmó el diseñador en un encuentro con la prensa en Milán.

En muchas de sus apariciones públicas, Renzi, de 39 años, viste una camisa blanca que, a veces, acompaña con una chaqueta azul. Un vestuario que, a juicio del diseñador Giorgio Armani, no es el acertado.

"Renzi es adorable, pero con esa camisa blanca transmite una imagen juvenil en medio de señores tan rectos que visten de oscuro. ¿Qué hace? ¿Quiere provocar?", señaló, y agregó: "Pasó el momento de los excesos y las extravagancias. Hoy es necesario ser serio, preparado, concentrado. En el vestuario, en el pensamiento y en las relaciones".

Pero lo cierto es que el estilo de Renzi no es un caso aislado y en el mundo es cada vez más frecuente ver a un político vestido con la informalidad de una camisa abierta.

"La corbata es un accesorio sumamente importante, tiene que ver con la formalidad de ciertos vestuarios que representan ciertas profesiones formales. Son indispensables para ciertos profesionales. Un abogado no puede asistir a un juicio en remera y jogging", señaló a Infobae la asesora de imagen Karina Vilella, directora del Centro de Diplomacia.

Cuando antes era impensado y hasta un sinónimo de falta de educación presentarse en eventos sin corbata, en la actualidad la mayoría de los líderes mundiales se animan a lucir un look informal de saco y camisa desabrochada sin necesidad de acudir a este mítico accesorio masculino que históricamente se caracterizó por brindar seguridad, jerarquía y distinción.

Un índice de que la corbata clásica podría estar en peligro de extinción es el cierre de varios locales de la cadena inglesa Tie Rack en Reino Unido, especializada en este accesorio masculino. Durante la última década, cayeron en picada las ventas de la compañía creada en 1981 por el empresario sudafricano Roy Bishko.

Según la empresa, "la camisa de cuello abierto se implantó con fuerza y, en ocasiones, hasta el primer ministro de Reino Unido, David Cameron, acude a eventos sin corbata".

Si bien para muchos es un tema superficial, el debate alcanzó al ámbito político. A principios de este año, el presidente de Uruguay José Mujica criticó el uso del traje como protocolo de vestimenta instituido en diferentes esferas de la vida pública y social, en un discurso en la cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac).

Fiel a su estilo, vestido con una camisa blanca sin corbata, el mandatario señaló: "Pertenecemos a una cultura invasora, agresiva. Nos tenemos que vestir como gentlemen ingleses porque ese es el traje que la industrialización impuso en el mundo. Nos tuvimos que disfrazar todos de mono con corbata".

Mujica siempre fue un defensor de la informalidad en el ámbito político, al extremo de llevar en la asunción y jura del ministro de Economía uruguayo, Mario Bergara, unos pantalones pescadores, camisa por fuera del pantalón y sandalias como calzado.

"Algunos políticos que no usan corbata en momentos protocolares creen que se acercan más a la gente por esta informalidad, y la verdad es que el acercamiento tiene que ver más con su gestión que con cómo visten", explicó la especialista, y agregó: "Es una sensación que creen que esa informalidad va a ser una buena forma de atraer votos. La camisa arremangada y sin corbata es que quieren demostrar que están trabajando".

En ese sentido, Vilella consideró que esta tendencia también se da en Argentina. Un abanderado de estos estilismos es el legislador Sergio Massa, quien no sólo recurre a las camisas abiertas con sacos sino que además los combina con jeans. En esa misma línea, su oponente Martín Insaurralde también recurre a estos looks juveniles y frescos.

"Está bueno que no usen corbata, pero en los momentos en que no es necesario. Ahora, en temas más actuales, por ejemplo, que el ministro de Economía vaya a negociar la deuda con los fondos buitres sin corbata, no me parece el vestuario adecuado. Su discurso tiene que ser coherente con la formalidad del vestuario. Es la imagen que ellos representan con lo que dicen", aseveró.

Ya en la década del 90, Gianni Versace había anunciado el fin de la corbata. El diseñador explicó en aquel momento que el accesorio masculino ya no era un símbolo de distinción y aseguró al diario Il Corriere della Sera: "Hasta los enyesados hombres de negocios tienen ganas de acabar con la engorrosa corbata".

Sin embargo, una de las principales modas entre los más jóvenes son los tradicionales moños (accesorio que muchos imaginaban que quedaría en el olvido) y las corbatas más angostas que suelen ser acompañadas con prendas modernas como los pantalones más estrechos o chupines.

"Este debate va a ser eterno. Ahora la corbata, si bien es una formalidad de hace siglos, no va a dejar de ser utilizada. La corbata no está en extinción", aseguró Vilella.