De las trincheras a los atriles: cómo juega Cristina a imponer a Macri como un posible sucesor

Para una presidente desacostumbrada a compartir el escenario, la reciente presentación "de igual a igual" junto al jefe de Gobierno porteño reavivó las sospechas de la predilección del kirchnerismo por el líder del PRO de cara al 2015. Infobae habló con consultores y funcionarios, que hablaron de "beneficio mutuo" y diálogo fluido"

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 Nicolás Stulberg 162
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El pasado martes, en un acto casi sin precedentes entre ambas gestiones, la presidente Cristina Kirchner y el jefe de Gobierno porteño Mauricio Macri inauguraron la extensión de la autopista Illia, un proyecto que debía ser inaugurado varios años atrás pero, por lo que la propia mandataria definió en la presentación como "diferencias" entre la Nación y la Ciudad, había estado insólitamente frenado (la mayor disputa involucraba un cerco de Aeroparque que la Casa Rosada se negaba a correr).


Siempre preocupada por la cobertura mediática, y adelantándose a los editoriales que inevitablemente aparecieron en portales y los diarios al día siguiente, Cristina hizo mención a la afinidad que viene mostrando en el último tiempo con Macri pero sólo para negarla. Aclaró que no existía entre ellos pacto alguno, y explicó que lo que había primado para ponerse de acuerdo para finalizar la obra era el "sentido común".


"En cuestiones que alivian la vida de la gente no podemos tener ninguna diferencia", dijo Cristina, quien ya se había mostrado con el precandidato del PRO para el 2015 el mes pasado en la inauguración de las oficinas locales de Facebook y días atrás en la Catedral Metropolitana en el Tedeum. ¿El último acto compartido entre ambos gobernantes antes del florecimiento de este inesperado vínculo? Hay que remontarse al 2008, cuando la presidente y el jefe municipal participaron de la reinauguración del paseo del Rosedal en Palermo.


Según Mariel Fornoni, de la consultora Management and Fit, este acercamiento "beneficia sin duda a los dos. A Cristina Kirchner la aleja de su imagen autoritaria y a Mauricio Macri lo muestra más abierto más allá de las ideologías. La gente además es muy pragmática en general y si a la Ciudad la ayuda el acercamiento en términos de obras o lo que fuere más allá de las ideologías diferente, van a apoyar".


Sin embargo, y pese a los intentos de restarle importancia a la nueva sintonía, esta presentación conjunta se destacó por un llamativo elemento que alentó todavía más la sospecha de la predilección de Cristina por Macri: se trató de una de las pocas veces en que la mandataria dispensó a un gobernante local un tratamiento de igual, una infrecuente muestra de generosidad de Presidencia que incluyó atriles -de Nación y Ciudad- colocados a la par y discursos de ambos.


Como todos los que han visto las innumerables cadenas nacionales de los últimos años saben, los actos encabezados por la Presidente se han caracterizado por la monopolización absoluta de la atención, con gobernantes, ministros y demás funcionarios relegados a ocupar el rol de aplaudidores. No importa el cargo de quien está presente o el motivo del evento, Cristina siempre será la dueña de la palabra, y reflectores y cámaras solo la tendrán a ella como único objetivo.


Solo que esta vez no fue así. El secretario general Oscar Parrilli, habitual encargado junto a su equipo de 30 personas de las puestas en escena oficiales, habrá arreglado para que el discurso del cierre -es decir, el central- estuviese a cargo de la Presidente y habrá movilizado trabajadores de la Uocra para que no falte el color nac and pop, pero el trato especial a Macri fue innegable: acompañado de miembros de su gabinete y rodeado de la característica iconografía amarilla PRO de la Ciudad, el jefe de Gobierno hizo uso de la palabra y destacó el trabajo en conjunto con la Casa Rosada. Durante esos 20 minutos que duró la presentación, el efecto buscado resplandeció en toda su gloria: aquellos que se ilusionan con una transición en paz y piden convivencia democratica, ahí tuvieron su adelanto.


Jorge Fontevecchia analizó este fenómeno en un artículo publicado el sábado en Perfil y dijo que "habló la escena, porque la Presidenta nunca colocó a Scioli a la par en ningún acto, sino siempre detrás o a un costado, y aceptó ubicarse con dos atriles iguales en la inauguración de la autopista, al igual que en el tedéum del 25 de Mayo, cuando ella y Macri ocuparon dos reclinatorios separados del resto en la Catedral".


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Sospechas e ilusiones

Pero para la creciente lista de dirigentes que abonan la idea de que se está frente a un acuerdo político entre el kirchnerismo y el macrismo, esta cooperación no tendría un basamento tan desinteresado -el conocido "resolver los problemas de la gente"- de las partes involucradas.


En los últimos días, figuras como el diputado massista Darío Giustozzi y el senador radical Gerardo Morales se han manifestado en contra de lo que califican como "nuevo Pacto de Olivos" entre las dos fuerzas políticas, denunciando las oscuras implicaciones del supuesto arreglo.


Según esta hipótesis, Cristina habría acordado levantar el perfil de Macri para hacerlo lucir más presidenciable y hasta podría haber llegado a ofrecer dar por cerrada la causa de las escuchas que lo afecta al jefe de la Ciudad (el juez Sebastián Casanello, cuyo último favor al Gobierno parece ser no llamar a declarar a Lázaro Báez en la causa por lavado de dinero, hace tres meses atrás dictaminó que no habían pruebas suficientes para enviar al líder del PRO a juicio oral), mientras que la Presidente como contraparte recibiría blindaje una vez fuera del poder.


Por supuesto, los beneficios para Cristina no serían solo del orden judicial. Fortaleciendo a Macri, debilita a los candidatos Daniel Scioli y Sergio Massa, quien, como dicta la historia del peronismo, si llegasen a acceder al sillón de Rivadavia, se harían del aparato y de las lealtades, dejándola a ella sin poder y desprotegida.


Al igual que sus jefes políticos, fuentes de ambos partidos consultadas para este artículo niegan cualquier tipo de arreglo pero admiten que el nuevo feeling es innegable.


"Hubo un cambio de actitud, pero por parte de ellos", dijo a Infobae un funcionario del PRO, quien señaló que desde hace tiempo el gobierno de la Ciudad intentaba mejorar el diálogo con la administración nacional, algo que finalmente parece haber logrado tras una reunión secreta entre Cristina Kirchner y Mauricio Macri ocurrida en abril pasado.


"Desde hace tres meses la situación es otra, y hay muchos otros temas que vienen de antes y que se están destrabando", confiesa otro dirigente del PRO, quien adelantó que el transporte y la seguridad serán los próximos temas en los que Ciudad y Nación trabajarán en conjunto.


"El PRO volverá a pedir el traspaso de la Policía Federal a la Ciudad y estamos seguro que esta vez el resultado será otro. El conflicto de la competencia para poder combatir mejor el delito es uno que vamos a arreglar pronto", se entusiasman desde el macrismo.


En el oficialismo, si bien aceptan que la Presidente ha decidido comportarse de manera más amistosa con el jefe de gobierno porteño, no se olvidan que es un futuro contendiente de cara a las próximas elecciones. "Macri está demasiado ocupado acercándose a Carrió y Sanz unos días y a Massa otros como para ocuparse de nosotros", fue la respuesta irónica de un funcionario kirchnerista ante la consulta.