La verdadera historia del Día D

Hay una larga historia de pasiones, frustraciones y grandezas antes y después del Día D, del que se conmemoraron 70 años

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                    <p>Refuerzos estadounidenses vadean a través de las olas junto a sus aliados de Francia.&nbsp; </p>       AP 163
<p>Refuerzos estadounidenses vadean a través de las olas junto a sus aliados de Francia.&nbsp; </p> AP 163
                    <p>Soldados estadounidenses corren a través de un camino de tierra que está bajo el fuego enemigo, cerca de St. Lo, en Normandía </p>       AP 163
<p>Soldados estadounidenses corren a través de un camino de tierra que está bajo el fuego enemigo, cerca de St. Lo, en Normandía </p> AP 163

Sin duda, el desembarco en Normandía fue una tarea gigantesca, la más grande que presenció la humanidad en la conjunción de equipos, de nueva tecnología, de ingenieros, de militares capacitados para lograr el operativo. Pero, dentro de la historia de la Segunda Guerra Mundial no es un logro magnífico, estruendoso, único. O definitivo.


Desde hacìa tres años que Stalin, solitario en la lucha contra los nazis venía pidiendo que se abriera el frente Occidental. Que Estados Unidos demoró en concretar en demasía. Invadido en 1941, tras la ruptura del Pacto Molotov-Von Ribbentrop que se firmó en 1939, el dueño del Kremlin había sido sorprendido en una supuesta credibilidad que tenía con Hitler.


Innumerable cantidad de espías le habían adelantado sobre la invasión alemana. Incluso Churchill le mandó mensajes cifrados poniéndolo en alerta, diciéndole que se preparaba una ofensiva colosal, lo que luego resultó la "Operación Barbarroja". Pero Stalin no lo creyó. Así fue como Hitler, en dos meses de carrera desaforada llegó a menos de 60 kilómetros de Moscú, bloqueó a Leningrado (hoy San Petersburgo) iniciando una condena inhumana de hambre que duraría tres años y capturó dos millones y medio de soldados rusos a quienes mandó a retaguardia y luego los mató de inanición en los campos de concentración.


                    <p>Los soldados canadienses, ya en tierra, esperan que las fuerzas aliadas irrumpan en las playas de Normandía. </p>       AFP 163
<p>Los soldados canadienses, ya en tierra, esperan que las fuerzas aliadas irrumpan en las playas de Normandía. </p> AFP 163

El Ejército Ruso estaba desvencijado. En las purgas políticas de 1936 y 1937 Stalin había ordenado el apresamiento, el fusilamiento y el envío a Siberia de 10.000 oficiales, además de torturar y matar al Jefe del Ejército, el brillante estratega M.Tujachevsky. Todo por un ataque de paranoia e inconsciencia. Al atropellar los alemanes los campos rusos Stalin se vió obligado a convocar a las armas a muchos de esos oficiales en el exilio asiático y varios de ellos se convirtieron, con el tiempo, en héroes de guerra, en generales arremetedores.


Tras la rendición de Francia, en el inicio del conflicto, un país que quedó bajo el liderazgo colaboracionista, Inglaterra se sumió también en la soledad total, al comando del genio de Churchill. La isla fue sometida a un bombardeo constante y sin piedad y se conoció una lucha heroica de los aviadores británicos.


Estados Unidos estaba dominado por la estrategia "neutralista". Los principales políticos demócratas y republicanos se resistían a entrar en esa Segunda Guerra. En muchos, la neutralidad podía confundirse con una admiración por el fascismo, en la medida que Mussolini y que Hitler eran la firme promesa de acabar con el comunismo.


Y esos neutralistas lograban paralizar, al presidente F. D. Roosevelt. El Jefe de la Casa Blanca buscaba ayudar a Gran Bretaña y alcanzó a enviarle refuerzos de guerra desde 1939, equipos varios y muchos elementos indispensables y varios de sus barcos fueron tirados al fondo del mar por los torpedos de los submarinos alemanes, que azotaban el tráfico marítimo en el Atlántico Norte.


El Ejército Norteamericano, para peor, era diminuto porque la Gran Depresión de los años treinta se había traducido en una reducción a fondo del presupuesto militar. Así fue que cuando se produce el ataque alevoso de Pearl Harbor, en Hawai, Roosevelt encuentra la fuente inspiradora para ir a la guerra con los ojos cerrados. Y como Hitler era aliado de los japoneses comete la tremenda torpeza de declararle la guerra a los Estados Unidos. Los norteamericanos comenzaron a ser reclutados, aunque mucho no sabían contra quien pelearían. Hay mucha bibliografía que avala este desconocimiento extendido.