Julián Domínguez lanza su corriente nacional y se prueba el traje de presidenciable

El titular de la Cámara de Diputados se anota en la carrera de dirigentes oficialistas que pretenden suceder a Cristina Kirchner en 2015. Su estrategia y los nombres que trabajan para instalar su candidatura

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Otro bonaerense se suma a la pelea por el sillón de Rivadavia. Y como Daniel Scioli y Florencio Randazzo, pretende hacerlo desde el oficialismo. Julián Domínguez no lo reconocerá sino hasta fin de año, pero dará la primera señal hoy y mañana, cuando en Mar del Plata encabece las jornadas sobre "El futuro del proyecto nacional" que organiza el Grupo San Martín.

Esa agrupación será la responsable de extender y reforzar el armado del diputado. En silencio, ya ha reclutado referentes para áreas estratégicas de manejo del Estado, varios de ellos con origen en lo académico.

En el ámbito económico, el grupo cuenta en sus filas con el historiador Mario Rapaport y Bernardo Piazzardi (Universidad Austral); en Salud, Jorge Collia (Universidad de Morón); el constitucionalista Eduardo Barcesat y los jueces Carlos Rozanski y Gabriel Vitale para el plano judicial; para la seguridad, Marcelo Saín y Carlos Berladi, dos expertos en la materia en territorio provincial.

El campo educativo está cubierto por el rector de la UBA, Alberto Barbieri, y su par de San Martín, Carlos Ruta. También tejió lazos con sindicalistas enrolados en la CGT afín a la Casa Rosada. Y en lo político, lo acompañan legisladores como Eric Calcagno y Mario Oporto.

De cara a la pelea de 2014, el pelotón de avanzada -en el que además de Scioli y Randazzo está el gobernador Sergio Urribarri- ya le sacó un amplio margen de ventaja. Pero en su entorno confían en que el nivel de aceptación que tiene compense el escaso grado de conocimiento. A su entender, el tiempo no será un factor determinante, y como ejemplo ponen la experiencia de Martín Insaurralde en los últimos comicios, que con una breve campaña le alcanzó para un segundo lugar.

Para Domínguez, muchos se apresuraron a hacer su jugada

Para Domínguez, muchos se apresuraron a hacer su jugada. Cree que a la presidente Cristina Kirchner le molesta una excesiva exposición de sus aliados, que puede parecer un intento por disputarle el poder. No obstante, sabe que tiene que empezar a marcar diferencias con sus eventuales rivales en una interna. De momento, la guerra es de baja intensidad.

Al gobernador de la Provincia ya le envió más de un mensaje: "Se es frío o se es caliente, a los tibios los vomita Dios", dijo en más de una ocasión ante quienes se desmarcan de la línea de la mandataria. Semanas atrás subió la apuesta: "A mí no me representa y no es mi candidato". Esa vez sí puso el nombre de Scioli.

Contra los que ya están lanzados, en las últimas semanas sostuvo que no se necesitan "candidatos sino líderes que militen". Y el miércoles escribió en su cuenta de Twitter una crítica contra las "candidaturas autorreferenciales".

A diferencia de sus competidores del oficialismo, Domínguez no ocupa un cargo Ejecutivo. Su gestión, lo sabe, es menos visible, pero más proclive a lograr diálogos con otras fuerzas. En su haber tiene, además, dos bienes escasos para el Gobierno: una relación firme con la Iglesia (al punto de que el padre Pepe podría aportar su visión sobre lo social en el Grupo San Martín) y el respeto de buena parte de la dirigencia rural por su paso como titular del Ministerio de Agricultura.

"No voy a hacer candidato a cualquier precio"

Apoyado en dos ideas rimbombantes, como lo son sus propuestas para trasladar la capital del país a Santiago del Estero y construir un sistema de riego en el norte que permita multiplicar el área productiva, el diputado buscará posicionarse como el exponente más calificado del PJ kirchnerista. Desde la lealtad expresa a la conducción de Cristina Kirchner, buscará seducir a los caciques del partido, del que como el resto de los presidenciables quedó como vicepresidente honorario en el reparto de cargos.

En el futuro inmediato del presidente de la Cámara baja aparece un desafío: cobrar notoriedad en el electorado. Para eso aumentará su participación en televisión, presumiblemente en programas que no tengan un corte político neto. Fiel a un estilo demasiado estructurado para los cánones que tienen otros dirigentes, repite a su gente en cada acto: "No voy a ser candidato a cualquier precio".

Algunos sospechan que, con estas maniobras, Domínguez se sube el precio para un consuelo menor. ¿La gobernación? ¿La vicepresidencia? En política se gana y se pierde, y cualquier dirigente que entienda el juego tiene su plan B. Y, por si acaso, un C.