Javier Grosman, el funcionario que giró partidas millonarias a universidades, Madres y Abuelas

Es el dirigente que está a cargo de la Unidad del Bicentenario, un área creada para realizar los festejos del aniversario patrio. En los últimos años se ganó la confianza de Cristina Kirchner y sumó poder para manejar fondos de varias oficinas

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Las universidades de la provincia de Buenos Aires y Madres de Plaza de Mayo fueron los grandes beneficiados de la abultada caja que manejó Grosman en los últimos años. De acuerdo a informes oficiales, la Unidad del Bicentenario giró $66 millones a la Universidad de Tres de Febrero y $26 millones a la Universidad de San Martín. La Universidad de Buenos Aires (UBA) y la Universidad Tecnológica Nacional (UTN) recibieron casi $2 millones cada una y la Universidad de La Plata sumó $1,4 millones.

Los gobiernos provinciales fueron otros grandes ganadores de la gestión Grosman. Entre 2010 y 2013 recibieron $54 millones. La mayoría de esos billetes (casi $50 millones) fueron girados en el año que se festejó el Bicentenario de la Patria para los stands que se instalaron sobre la avenida 9 de Julio.

La Fundación de las Madres de Plaza de Mayo recibió más de $3 millones de pesos. La entidad de derechos humanos registra el primer ingreso en 2010, cercano a los 2 millones de pesos. En 2011, la oficina que depende de Presidencia de la Nación transfirió otro millón de pesos. Eran tiempos en los que ya se hablaba del escándalo del plan Sueños Compartidos y los desmanejos de Hebe de Bonafini y los Schoklender.

De acuerdo a consultas realizadas por La Nación, en Madres no tienen claro qué se hizo con ese millón de pesos. No hay registros de obras aunque creen que el dinero se utilizó para construir un cuartel de Bomberos en Tecnópolis. "Con Sergio (Schoklender) en retirada, pudo haber pasado cualquier cosa", indicó un vocero de la entidad citado por el matutino porteño.

Abuelas de Plaza de Mayo también fue beneficiada con la plata de Grosman. Recibió $1,3 millones que se utilizaron para instalar un puesto en el Paseo del Bicentenario. Estuvo ubicado en 9 de Julio e Yrigoyen y ostentaba 175 metros cuadrados. Allí se difundió la actividad de la organización que preside Estela de Carlotto.

Si se suma el dinero girado a las universidades, a los gobiernos provinciales, a Madres y Abuelas, se registran transferencias por $178 millones en total. La información está en documentos del Ministerio de Economía.

 DyN 162
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Un funcionario desconocido con mucho poder

Hace dos semanas, Infobae publicó un perfil detallado sobre Grosman. En el entorno del saliente funcionario Jorge Coscia creen que su salida del Gobierno estuvo vinculada con aquella nota porque la Presidente sospecha que fue el funcionario quien filtró datos detallados sobre un hombre de Gobierno que de a poco empezó a sentir la lupa de los medios.

Grosman es el director de la Unidad Ejecutora Bicentenario de la Revolución de Mayo 1810-2010, una dependencia de la Secretaría General de la Presidencia que conduce Oscar Parrilli. No tiene presupuesto propio, pero decide sobre partidas de todos los ministerios, que están obligados a colaborar de las más variadas formas y contratar según sus órdenes. Y no es cualquier funcionario, sino el que más tiempo pasa con la Presidente desde fines de 2009.

Grosman, 60 años, militante de la Juventud Guevarista en los 70, casado con Graciela Casabé (productora de espectáculos como él), tiene dos hijos, estudió arquitectura y no se recibió, pero nadie pone en duda su capacidad y experiencia.

Arrancó en el 89 con el Centro Cultural Babilonia, que se instaló en un viejo maduradero de bananas de 700 metros cuadros y tres niveles de la calle Guardia Vieja 3360, pleno barrio del Abasto, cuando por ahí vivían más ratas que personas. Esa aventura le imprimió una nueva dirección al arte escénico, y hasta allá fue a buscarlo Darío Lopérfido, cuando era Secretario de Cultura del entonces jefe de Gobierno porteño, Fernando de la Rúa, buscando audacia y creatividad. El Festival Internacional de Teatro y el Buenos Aires No Duerme llevan su impronta. Fue la primera vez que Grosman fue contratado por el Estado y la primera experiencia que tuvo en política. "Trabajaba para que De la Rúa sea presidente, como después trabajó para la reelección de Cristina. Siempre fue un funcionario obediente", aseguró una persona que es parte del equipo desde esa época.

Grosman llegó a Parrilli a través de Enrique "Pepe" Albistur, responsable de los espectáculos callejeros kirchneristas hasta que lo que se necesitaba era una puesta en escena a la medida de los sueños presidenciales, que diera cuenta del "cambio de paradigma" que habría sucedido en el 2003.

Todo lo que Grosman propone exige más contrataciones, más tecnología, más esfuerzo, más personal, más gastos. Es a lo grande. Y eso a Cristina le encanta. Por eso pasa horas con él, pergeñando qué hacer aquí y allá, opinando de luces, telas, sonido y, por supuesto, contenido histórico, su obsesión.

Para que pudiera trabajar tranquilo y sin problemas presupuestarios, la Presidente creó la Unidad del Bicentenario y modificó para esa oficina el Régimen Legal de Contrataciones y Compras del Estado, aumentó los montos límites fijados para las contrataciones directas hasta en un 400 por ciento y redujo requisitos, condiciones y plazos, sin resguardar competencia entre oferentes. Tampoco especificó por cuánto tiempo funcionaría la Unidad Ejecutora del Bicentenario ni, por supuesto, le asignó un presupuesto transparente. Eligió un esquema discrecional para evitar controles internos y externos y también para proteger a Grosman, que al no tener partidas, no firma ningún gasto. Es decir, está a salvo de cualquier disgusto judicial.