"Las revistas suelen tener más literatura que las novelas"

El humorista y director de cine Diego Recalde habló con Infobae acerca de su nuevo libro, Revista, un delirante policial contadocon las herramientas del periodismo sensacionalista. "Rescato la ironía y le doy el valor literario que se merece", aseguró

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El humorista y director de cine Diego Recalde habló con Infobae acerca de su nuevo libro, Revista, un delirante policial contadocon las herramientas del periodismo sensacionalista. "Rescato la ironía y le doy el valor literario que se merece", aseguró

Transcurren mediados de los años 90 cuando Diego Recalde lee con dedicación las revistas por las que desfilan modelos, empresarios y políticos que eligen esa vidriera para mostrarse. Le gustan Caras y Gente. Se divierte con los textos y el oxímoron que forman títulos y fotos: advierte que allí hay literatura. Entonces escribe una novela, la piensa con el formato de una revista, recorta los ejemplares que devora semana a semana e imagina a sus personajes como los protagonistas de ese gran escaparate que son los semanarios. Pero ocurre un problema: se da cuenta que no va a poder editarla porque las fotos son robadas y se expone a juicios. Pasan diecinueve años hasta que Editorial Planeta acepta su propuesta después que el escritor, cineasta, músico y humorista logra convencer a fotográfos y modelos que acepten formar parte de su obra.

Así nació Revista, una desopilante novela diseñada como una revista en la que un "poderoso empresario", amante de las fiestas y las modelos jóvenes comienza a ser rodeado por la muerte de las chicas de las pasarelas. Pero Revista no es sólo un texto impregnado de humor que puede llevar al lector a la carcajada, es también una reflexión sobre el individualismo, la sociedad de consumo y el narcisismo que habita la sociedad capitalista.

Diego Recalde llegó a Infobae con un visible entusiasmo por haber logrado que su sueño llegue a las librerías. En esta charla habla de su flamante experimento literario y revela cómo construyó esta ficción que, según dice, es la primera novela con formato de revista que se publica en el mundo.

Es presuntuoso que lo diga yo pero es cierto. Esto ha sido confirmado por la gente de Editorial Planeta que me contó que no hay antecedentes en el mundo de algo así. Donde se hayan usado fotos, que esté narrada revisterilmente y que ese discurso se haya sido convertido en un discurso literario.

Afortunadamente lo que está pasando es que ya no existen géneros puros o, al menos, quienes abordan un género puro se están tomando la licencia de enriquecerse con otros géneros que, combinados, pueden dar buenos resultados. Sino uno termina cayendo en una fórmula remanida en donde no termina sorprendiendo al lector y, en este sentido, parto de un imperativo categórico: tengo que sorprender al lector, no puedo contar las historias como la cuentan todos. El haber recurrido a este formato tan particular al lector lo sorprende desde el vamos, después la historia tiene que ser sorprendente pero ahí ya corro con una ventaja porque no se hizo algo así. Quería contar la historia de un poderoso empresario que sale con distintas modelos y estas modelos misteriosamente van muriendo. ¿Qué mejor que usar el vehículo donde habitualmente aparecen los empresarios y las modelos que es la revista? Hoy las revistas es el material más leído en todo el mundo, es el género más popular, es el lenguaje en el que todos hablamos. Las revistas se leen más que los libros, por eso me parecía muy interesante invadir ese terreno, apropiármelo y darle también a la Revista más de una semana porque se supone que el libro dura más que una semana.

Exactamente. Hice un laburo de producción muy similar al que hago cuando hago las películas: abaraté al máximo todo lo que pude para poder hacerla y me encargué de casi todos los roles. En este caso pude legar uno que no lo podía hacer que era el de diseñador que, por suerte, mi esposa es diseñadora gráfica, así que ella se encargó de diseñar la novela.

La foto es un gran disparador. El copete y la noticia en sí no sufrió modificaciones, lo que sí cambiaba es el epígrafe de las fotos. Cuando fui a ver a los fotógrafos y a las chicas, para no hacerlas trabajar, trabajé con un material ya hecho, una producción fotográfica ya hecha. De esa manera tenía asegurado el sí del fotógrafo y de las modelos. Entonces, me basé en esas fotos para hacer el epígrafe.

Hay algo de las revistas que voy a rescatar e incluso a ponderar, ganándome el odio de algunos escritores: a veces en la revistas hay más literatura que en la literatura misma. Voy a poner un ejemplo: aparece una mina que sufrió un hecho desgraciado y dice estoy devastada y después aparece con ocho cambios de ropa que acompañan esa declaración. Inmediatamente uno llega a la conclusión que tan devastada no está, sino no se hubiera cambiado de ropa ocho veces. Bien, la revista te está diciendo que la mina no está devastada pero no te pone no está devastada, está mintiendo, te la deja picando, te deja un espacio para que vos completes qué es lo que tiene que hacer la buena literatura. Ahí hay algo interesante para rescatar del mundo revisteril. Lamborghini decía una frase hermosa que era hay que aprender a escribir con la boca cerrada. Las revistas muchas veces escriben con la boca cerrada. Hay un valor literario que a mí me interesó muchísimo destacar y trasladarlo a mi novela. Respecto de los adjetivos, yo lo parodié porque intenta darle glamour a algo que no lo es. Dije, quizás la revista también está siendo irónica y por qué no pensarlo así. Conozco mucha gente que es redactor en revistas y se cagan de risa cuando están redactando, con lo cual también hay una ironía. Rescatemos esa ironía y démosle un valor literario porque lo tiene. Quiero rescatar a la revista porque se merece la trascendencia y el libro le da esa posibilidad.

Exactamente, no es una parodia, es mucho más que una parodia, porque generalmente puede estar atada a un producto determinado, Gente, Hola o Caras o a un género. Está atada a un género pero viene a proponer algo más: lo que propone la literatura es leer un libro y salir distinto. Tuve esta pretensión y espero estar a la altura de las palabras. Cuando vos lees esto te vas con algo más, porque no sólo puede haber una sátira al mundo de las personas que aparecen en el mundo revisteril, también te viene a contar como está funcionando esta sociedad extremadamente narcisista, donde ya no estamos frente a un narciso que se mira en el agua, se cae y se ahoga; sino a un narciso que se mira en la cámara de fotos, se cae en la cámara y después esa foto empieza a navegar por la web. Ese hombre que es visto por todos experimenta un gran placer, no termina padeciendo ese enamoramiento de sí mismo, al contrario, lo disfruta. Piensa que la fama es lo mejor que le puede pasar y quién mejor lo retrata son las revistas.

Es un lenguaje, es una forma que ellas tienen de comunicarse y de comunicar hacia fuera lo que les pasa. Lo mismo encontrás en el mundo empresarial. Tienen determinadas formas de decirte las cosas, que uno después de haberse entrenado mucho teniéndolos enfrente, ya sabés lo que te quieren decir. Eso es interesante: también se encuentra en las declaraciones de un empresario mucha ironía. Por ejemplo, en la novela aparece una mecenas, Aída Gallo, que es dueña de un gran holding y que tiene una frase enfermiza que la pinta de cuerpo entero: ver a los enfermos sonreír era un regalo que quería darme. Esa frase pinta su alma entera.

Es un poderoso empresario que, en primer lugar, piensa que sacarle una foto a él vivo es como enterrarlo. Esto nos retrotae a esa famosa frase de Yabrán. Es un poderoso empresario que actúa desde las sombras y, a veces, a ellos les conviene no ser muy conocidos porque si empiezan a aparecer, empiezan a ser investigados porque la AFIP está obligada a caerles encima. De esta forma, el anonimato le da la enorme ventaja de poder hacer chanchullos sin estar en la mira de todos. Esta novela es una metáfora, cada modelo que aparece representa a una provincia determinada. Lo que ves es un empresario que llega y a esa provincia le hace algo, también se puede tomar como una alegoría de cuando el capital no tiene límites y no hay ley que lo pueda detener ni Estado que lo pueda enfrentar.

Además lo festejan y eso es lo terrible. Y gozan de la complicidad de muchísima gente que está en todos los niveles sociales que, a cambio de recibir dividendos o algún tipo de favor, hace la vista gorda y se convierten en cómplices.

Claro, eso era para darle más peso a la metáfora: si cada modelo puede representar a una provincia, esa muerte es algo más que una muerte de una modelo. Esta puede ser una conclusión, también se puede llegar a otras conclusiones, traté de hacer una novela abierta, que cada uno complete lo que quiera.

No, tengo mucha más vanidad que Hitchcock: en los cinco largometrajes que hice en todos actué y me di el papel más importante. Soy un director que me convoco y siempre me digo sí. Me di cuenta que en todas las novelas el personaje sobre el cual me proyecto soy yo ligeramente disfrazado, que es mejor que directamente poner una foto mía, porque soy yo ligeramente disfrazado. ¿Qué pasa cuando uno dice la verdad? Es lo que le pasa a este personaje que va y les dice, 'miren muchachos, lo que ustedes piensan no es lo que pasa' y les dice la verdad. ¿Cómo actúa la gente frente a alguien que los viene a sacar en esa ficción en la que están inmersos? La novela viene a contar eso.