"Quise mostrar la impostura y las miserias del mundo del arte"

El reconocido crítico y autor Mariano Dupont habló con Infobae acerca de su nueva novela Arno Schmidt, una sátira futurista que se desarrolla en una residencia para escritores en la Antártida. Habló acerca de las "vacas sagradas" en literatura y la tensión entre prestigio y comercio

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El reconocido crítico y autor Mariano Dupont habló con Infobae acerca de su nueva novela Arno Schmidt, una sátira futurista que se desarrolla en una residencia para escritores en la Antártida. Habló acerca de las "vacas sagradas" en literatura y la tensión entre prestigio y comercio

Ese es el gran problema de ustedes, los escritores: son demasiados vanidosos . Y creen que lo que hacen es importante. Y no lo es, le dice la psicóloga de la residencia para escritores, la Licenciada Gutiérrez, al protagonista de Arno Schmidt, la última novela de Mariano Dupont. El título de la novela refiere a la Arno Schmidt Experimental Writers Residence, ubicada en una base en la Antártida y financiada por el barón alemán Von Brevern del que sabemos poco. En un año incierto del siglo XXI hasta allí llega Mariano Dupont, el protagonista de esta novela, que viajará junto a otros escritores que fueron becados para escribir sus libros.

Dupont se dedicará a reescribir el Popol-Vuh, y se topará con colegas, animales que rodean la residencia, una psicológa que lee a Wilbur Smith a escondidas, un masajista japonés y un director, Monsieur Picot, que intenta poner orden a un grupo de escritores que se sienten parte de la vanguardia artística, mientras escucha el chamamé de Tránsito Cocomarola en una vieja Spika. En Arno Schmidt el escritor y traductor Mariano Dupont posa una mirada ácida sobre el mundo del arte y se ríe de su solemnidad y su impostura. Como en otros libros, Dupont trabaja con el lenguaje en una novela que tiene diálogos desopilantes y en la que la risa ni siquiera deja indemne a la muerte.

Mariano Dupont estuvo en la redacción de Infobae para hablar de su flamante novela que publicó Editorial Planeta bajo el sello Seix Barral.

Si, en algún punto es así. Era una forma de no quedar afuera de la sátira, sino también estar yo metido en esa risa. Que la risa me arrastrara a mí porque yo formo, de alguna manera, parte de ese mundo. No es que yo estoy afuera o me burlo de. Era como poner en escena ciertas actitudes, comportamientos o formas de ser de ese mundo que retrata la novela.

Si, la pose o la impostura. Ese lugar del artista que se cree serio, sublime y que está por encima de ciertas cuestiones. Es poner en escena toda esa suerte de miserias que están presente en todos los mundos, porque si uno va al mundo de los abogados, los medios, supongo que tienen las mismas cuestiones. El mundo del arte es un poco más patético porque pareciera que el arte está afuera de todo eso y en realidad es en donde todo eso funciona de manera más patética. Era reírme de todo eso.

Sí Es como que hay una especie de falsa experimentación o falsa experimentalidad en el arte que no es tal, libros que supuestamente son experimentales y en realidad no lo son. Era un poco marcar esa diferencia también: autores que supuestamente son los grandes autores innovadores y que en realidad están repitiendo fórmulas o viejos clichés. Era también señalar eso. Detrás de todo eso es como que digo que también está la cuestión del lenguaje en sí, es una novela en donde hay como una puesta con respecto al lenguaje como en todos mis otros libros y surgió esta historia.

Claro, es como eso que le dicen al ignorante vos insistí que algún día te va a empezar a gustar. Insistí con este libro, insistí con esta película que algún día ya vas a llegar a apreciarla. Cosa que por otro lado a veces funciona así, uno ha aprendido a disfrutar ciertas cosas no desde una primera lectura o de un primer acercamiento, sino con el tiempo. Ahí está parodiada esa escena que todo el mundo ha vivido en algún momento.

Hay una escena con la Licenciada Gutiérrez, Maribel, donde está tematizado el valor sobre lo que uno hace. Uno siempre se pregunta cuándo está escribiendo un libro que valor literario tiene y, en realidad, uno nunca lo puede saber con certeza, siempre hay como instituciones que determinan cuál es el valor literario de ciertas obras. No hay como una sentencia definitiva sobre algo, eso es lo que a mi me interesa siempre: jugar por ahí y preguntar ¿Cuál es el valor de los libros? ¿Por qué El Quijote es el El Quijote? ¿Por qué el Ulises de Joyce es el Ulises? ¿Por qué algunos autores se terminan imponiendo y otros no? Entrar en esos recovecos es muy interesantes.

Sí, claro. Siempre digo el tiempo dirá. Dentro de cien o doscientos años vamos a ver a quién se lee. Hay ciertos libros que persisten, uno tiene a Balzac, a Flaubert a Baudelaire, a Mansilla. En el presente es más difícil orientarse. Me rijo por mi experiencia y lo que a mí me pasa con los libros, las películas o lo que sea, a mí me gusta o no me gusta. Siento que hay un libro importante y me llega. Siento que tiene vida y no hay mucho más. Pero hay veces que hay gente que se acerca al Ulises y dice "yo no lo entiendo". Sin embargo, sé que es un libro valioso y eso también es real, hay ciertos libros valiosos a los que no accedes desde el primer momento, sino que con el tiempo uno empieza a apreciarlos.

Las vacas sagradas o los faraones, ¿en realidad quiénes son? ¿Quién les otorga ese valor? ¿Los medios? ¿La universidad? Está bueno meterse ahí. Siento que hay una cosa muy reverencial con ciertos autores. Se reverencia a algunos autores y vos lo criticas y te dice como te atreves a criticar a este. Quien sos para criticar a fulano. Y la novela es un poco cuestionar eso y tiene que ver con la libertad más que nada.

Claro, o autores que se ningunean o se rechazan por ciertas cuestiones, ya sean políticas o simplemente cosas que tienen que ver con el lenguaje. Y en realidad vas ahí y te encontrás con libros valiosos.

Ni hablar. Se juega el prejuicio y la cobardía. Es como que hay una cierta cobardía a jugarte en el juicio. A decir me gusta esto o no me gusta esto. Porque todo el mundo celebra esto y nadie celebra a este autor. Si uno ve la literatura argentina hay que ver sus rechazos en la historia, desde el siglo XIX al XX, que autores quedaron un poco al costado y como se fue formando ese canon.

Y es la risa que no perdona nada. La muerte aparece mucho, porque dentro de la comicidad de la novela está muy presente. No sólo en el personaje que muere sino también en toda la reescritura del Popol-Vuh, de la epopeya maya, en donde la muerte está todo el tiempo presente. Mueren, resucitan, es una muerte desde la risa.

Es el proyecto de escritura que él va a hacer ahí a la residencia. Es la reescritura del Popol-Vuh que es la epopeya de los indios mayas. Agarré el libro, lo tenía al lado y simplemente iba reescribiendo en clave cómica, paródica, ciertos fragmentos que me interesaban. Decía acá hay algo bueno y deliraba y añadía cosas.

Sí, me gusta mucho. Es algo que tomo un poco de Leónidas Lamborghini que trabajó mucho con la reescritura. Lo que hago es un poco diferente porque Leónidas no añadía nada. Yo lo que hago es agarrar el texto original y me permito añadir cosas y el texto final termina siendo muy diferente del original.

Me gusta el personaje más allá de su comicidad explícita. Es como un personaje como recto, un conservador que pone un poco de orden en el mundo artístico, estos artistas que siempre son como tarambanas, medio locos, borrachos y Picot viene a poner un poco de orden en esa residencia. Ahí hay todo un juego. Me reí mucho con Picot.

No hay una bajada de línea. Es una novela que en un momento se planteó en el futuro y todo eso también está como en joda. Fijate que hay cosas de última generación con cosas de ahora. En realidad es como muy berreta todo ese mundo, no hay un intento de reconstruir como sería el mundo de acá a cincuenta años. No sabría decirte si hay una parodia con respecto a lo tecnológico. A mi me interesa la tecnología y estoy a favor de todo. En otros capaz que sí, pero en ese sentido no soy un reaccionario.

Claro, es la única. Quería poner ese elemento. Es como una pregunta que se va haciendo el lector a lo largo de la novela y ahí cae la respuesta y ya.

No me lo planteo tanto así, más que nada trato de ser libre cuando escribo y eso es lo que me interesa. En la vida también. Los libros que van por la libertad son problemáticos en algún sentido, entonces hay que acostumbrarse a eso pero no me lo planteo como una cosa de antemano, sino que simplemente al intentar moverte con cierta libertad va a ver ruidito a tu alrededor. Siempre fue así, no es nada nuevo y es divertido.

Arno Schmidt no es una biografía del gran escritor alemán ni un ensayo sobre su obra, tampoco una novela en la que Schmidt aparece como personaje. El título de este libro de Mariano Dupont alude a la Arno Schmidt Experimental Writers Residence, una residencia para escritores situada en una base de la Antártida a mediados del siglo XXI y financiada por un excéntrico barón alemán, que anualmente beca a autores de distintas nacionalidades con el fin de brindarles un ambiente propicio y todas las comodidades para plasmar un trabajo experimental. Allí será invitado el mismo Mariano Dupont para terminar de darle forma a su próximo libro: una atrapante reescritura del Popol-Vuh, la epopeya de los indios quiché. Así, la novela se desdobla en otra que nos permite ser testigos del laboratorio de un escritor, al mismo tiempo que tienen lugar los hechos más curiosos y extravagantes protagonizados tanto por los escritores invitados como por los anfitriones.

Desde el comienzo, esta novela levanta el telón de la sátira para poner en escena un singular medio literario y dejar al descubierto sus cómicos mecanismos, los de los circuitos de legitimación, los de los discursos referidos a la literatura y el arte, y, en especial, los del esnobismo que reverbera en ese medio.

Con una cadencia única y una escritura tan original como brillante, Arno Schmidt propone la risa como conjuro frente a los mandatos solemnes y tediosos de ciertos sectores del mundo literario. De este modo, Mariano Dupont afirma una voz que hace valer el ejercicio de la libertad en el oficio de narrar.

Mariano Dupont nació en Buenos Aires en 1965. Publicó las novelas Aún (Premio Emecé, 2003), Ruidos (Santiago Arcos, 2008) y en poesía, Quique (2003), Pampa trunca (2004), Nanook (2010) y Marcola (2011), en Ediciones Cada Tanto. Tradujo a Louis-Ferdinand Céline, William Burroughs y Arthur Cravan, entre otros.