Violencia de género: la trastienda de las mujeres que quieren salir

Cómo sostener el largo camino judicial. Un libro revelador desnuda el mapa sociocultural sobre el que se asienta la violencia de género en las relaciones de pareja. Infobae entrevistó a su autora

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Todo lo que rodea al tema violencia de género en la Argentina es doloroso. Sin esquivar las cifras que no se detienen y que sirven para darle dimensión al problema; esta vez la idea es adentrarnos en la trastienda de la violencia de género y en cómo las mujeres pueden salir de ahí.

¿Cómo hacen las mujeres para sobrevivir a tiempo a su propia tragedia y antes de que sea demasiado tarde? Después de reconocer el horror en el que están inmersas hay que saber administrar con eficacia  las decisiones que hay que tomar y sostener.

Los casos de violencia de género en la Argentina se han multiplicado de manera exponencial hasta alcanzar cifras escalofriantes: sólo en 2012 se registraron cinco femicidios por semana.

El tema tiene más presencia en los medios de comunicación y logró más concientización social y una ley nacional.  Pero aún no es suficiente.

Mariana Carbajal es periodista y autora del libro Maltratadas. Allí entre sus páginas  reconstruye el mapa social sobre el que se edifica la violencia de los hombres hacia las mujeres, a partir de una investigación comprometida.

Y una de las primeras cosas que aparecen nítidas es la profunda dimensión cultural que tiene el tema; ya que el problema de la violencia de género en la pareja es complejo y multicausal.      Y una de las primeras cosas que aparecen nítidas es la profunda dimensión cultural que tiene el tema; ya que el problema de la violencia de género en la pareja es complejo y multi-causal.

Carbajal explica: "Lo primero es desarticular las creencias que se han instalado en la sociedad producto del prejuicio, desconocimiento y el peso de una cultura machista que sigue sosteniendo premisas tales como que la violencia contra las mujeres "es cosa de pobres", que "no hay que meterse", que "solo les pasa a las sumisas e ignorantes", e inclusive, que "si no hay golpes, no es violencia".

"Todos estos mitos contribuyen a perpetuarla y generan que las mujeres se queden en relaciones violentas, que no se identifiquen como víctimas, o les lleve muchos años darse cuenta, o que les avergüence pedir ayuda, y contar lo que les está pasando, sobre todo en sectores medios y medios altos; y que en definitiva, ponen en riesgo sus vidas y la de sus hijos, por no poder salir a tiempo de ese tipo de vínculos".

Carbajal agrega: "El caldo de cultivo para que prospere la violencia en las relaciones de pareja es el lugar de subordinación que todavía ocupan las mujeres en la sociedad y que permite que algunos hombres crean que su pareja –o incluso su ex pareja—forma parte de sus posesiones".

Sostener la denuncia  

Hay que clarificar hacia las mujeres un momento estratégico:  la decisión en torno a si se debe denunciar y en qué momento a un hombre violento.

"Lo más importante es que la mujer esté preparada para sostener la denuncia", puntualiza Carbajal. "No es fácil denunciar a la propia o ex pareja y muchas veces padre de sus hijos. Aunque la mujer denuncie a su pareja violenta, el camino que debe enfrentar para encontrar protección es muy hostil en la justicia. A veces las denuncias quedan dispersas en distintas fiscalías. En el caso de lesiones o amenazas, situaciones en que actúa el fuero penal, no hay una respuesta efectiva y oportuna de los tribunales. No hay que creer que mágicamente se resuelve el  problema con el sólo hecho de hacer la denuncia. Hay que pensar la denuncia como una parte de una serie de acciones que la mujer deberá desplegar para salir de esa relación violenta" .

También hay que evaluar el contexto en el que vive la mujer, si es un pueblo donde las autoridades son amigas del agresor o donde la justicia ha dejado impune otros casos, y el apoyo con que cuenta, entre otros factores.

A veces la situación se puede resolver sin denuncia. Dependerá del caso. Lo que sí debe tener claro la mujer es que debe pedir ayuda, contar el problema a sus relaciones más cercanas, familiares, amigos e  ir a lugares especializados.

"Muchas víctimas han relatado que les ha servido mucho acercarse y participar de grupos de ayuda mutua, porque les ha permitido recuperar la autoestima, fortalecerse y enfrentar mejor un proceso judicial. Y lo que es más importante, su propia reconstrucción como persona. La terapia individual también las ayuda a salir del lugar de víctimas", precisa Carbajal.

Políticas de Estado y legislación

En los últimos años en la Argentina hubo avances significativos para enfrentar el problema de la violencia de género con instrumentos, políticas de estado e iniciativas personales.

El marco general es la sanción en 2009 de la ley 26.485 de Protección Integral contra la Violencia hacia las Mujeres que define una serie de obligaciones de parte del Estado pero que aún no se ha implementado en su totalidad.

Además, la realización de talleres para incorporar la perspectiva de género en el Poder Judicial -impulsados por la Oficina de la Mujer de la Corte Suprema de la Nación-;  la inclusión de contenidos curriculares en la formación de agentes de la Policía Federal;  la creación de un programa "Las víctimas contra las violencias" dirigido por Eva Giberti, e iniciativas de promoción de empleo para mujeres que han sufrido maltrato.

Carbajal puntualiza: "El Consejo Nacional de las Mujeres (CNM) carece aún del presupuesto adecuado para cumplir con su rol de ser el "organismo rector" encargado del diseño de las políticas públicas para efectivizar las disposiciones de la Ley 26.485".

Un problema de todos

El problema de la violencia de género nos interpela a todos como sociedad. No es solo una cuestión de leyes o de respuestas del Estado.

Respecto del tratamiento responsable por parte de los medios de información sobre el tema, Carbajal refiere que en las noticias  se habla cada vez menos de "crimen pasional" para referirse a femicidios.

Hay que sensibilizarlos sobre la importancia de desterrar la denominación de "crimen pasional", debido a que trasmite cierta justificación del asesinato de una mujer a manos de su pareja o ex pareja, al enfatizar la idea de que "la amaba tanto que la mató" o que se trataba de un amor en desborde. El amor no mata. La violencia no es pasión.

"El término femicidio busca denunciar justamente que se trata de muertes inscriptas en relaciones de desigualdad y sometimiento. Se han hecho avances importantes, pero todavía hay mucho por hacer para prevenir  y erradicar la violencia de género", concluye Mariana Carbajal.