Una novia con calzado deportivo, rodilleras y glamorosa informalidad es algo de lo que se vio y sorprendió al público de la casa francesa Chanel durante la Semana de la Moda de la Alta Costura en París.
Todo parece indicar que las
zapatillas deportivas son protagonistas de lo que se viene tanto para el día
como para las noches de etiqueta, a juzgar por la colección de Karl Lagerfeld
para la maison francesa.
Bajo
el nombre de "Cambon Club", que hace referencia a la calle del primer
distrito de París en la que Coco Chanel abrió su primera tienda y a un ambiente
disco futurista, se recogieron 64 siluetas que brillaron y corretearon por las
escaleras de la pasarela.
Como
es habitual en los desfiles de Chanel, la instalación fue espectacular. En esta
ocasión, una plataforma circular fue girando hasta descubrir a una orquesta de
cuerdas y percusión que amenizó el espectáculo con música en directo.
La
modelo británica Cara Delevingne recibió al público asistente en un balcón, del
que descendió por unas escaleras que recordaban a las del emblemático
apartamento de la fundadora de la casa.
La
primera serie de conjuntos definió las bases de lo que Lagerfeld imaginó para
la próxima primavera-verano: partes de arriba cortas y estructuradas, sobre
corsés que marcan y cubren la cintura, y faldas a la altura de la rodilla en un
ligeramente apuntado trapecio.
"¡Fuera
los tacones y viva las zapatillas deportivas!" es lo que parece gritar esta
colección que regala (¡mucha!) comodidad a los pies, lo que permitió que las
modelos se desplazaran por la pasarela con una inusitada soltura.
El
director artístico de la maison considera que la cintura de avispa
que defiende para la temporada estival sólo funciona si va acompañada de
"sneakers".
Chanel
llegó a completar este "look" con riñonera, rodilleras y coderas (en
plateado resplandeciente o a juego con el conjunto, eso sí), en un resurgir
"noventero" que pretende rescatar estos complementos y liberarlos de
la pista de patinaje.
Las
mallas cortas de ciclista fueron un ejemplo más de cómo el universo deportivo
puede convertirse, con materiales de primer nivel y el trabajo artesano de
algunos de los mejores talleres del mundo, en un elegante modelo.
El
"tweed", el blanco y el negro y las chaquetas de traje recordaron que
Karl Lagerfeld tiene tan integrados los códigos de Chanel, que puede soñar con
nuevos mundos sin perder un ápice de la identidad de la casa.
Una
multitud de florecillas superpuestas sazonadas con Swarovski acarició un
conjunto en blanco roto de falda larga, que no llegaba al tobillo, intercalado
con un corsé negro.
Los
conjuntos de "leggings", en ocasiones apuntados con cristales
equidistantes, incluyeron un "top" de tirantes, una falda por encima
de la rodilla y una blusa larga sin mangas.
A
pesar de que los corsés alteraron la mayor parte de las siluetas presentadas,
también hubo hueco para modelos holgados que tendieron a ser semitransparentes.
Un
vestido celeste con escote de palabra de honor se construyó a partir de un
cóctel de tubo fluido al que se le añadió un suplemento hasta los pies, con
cola incluida.
Las
plumas despeinaron prendas voluminosas y originales, a la vez que rompieron la
sintonía de colores pastel, al presentarse en negro o en metalizados.
Fueron
las pocas salidas de tono de una paleta muy clara que se refugió en suaves
rosas, verdes, celestes, lilas, "nude", beige o plata, que tendieron a
presentarse irisados.
En una
colección de alta costura no podían faltar los brocados, los delicados dibujos
de lentejuelas, las muselinas y los tules.
La
encargada de romper el hielo también fue quien puso el broche final: Cara
Delevingne lució un vestido de novia que se deshizo del corsé... pero no de las
zapatillas.