Las claves del acuerdo de Irán con el G5+1 que busca aliviar la tensión nuclear

Tras una década de crisis por la permanente actitud desafiante del ex presidente Mahmoud Ahmadinejad con su programa atómico, este lunes 20 de enero comenzará a regir el convenio alcanzado con el que Teherán tratará de reactivar su estancada economía

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El desalentador escenario económico iraní muestra que sus bancos se encuentran al margen del sistema financiero internacional, sus exportaciones de petróleo embargadas y sus empresarios padecen las duras restricciones comerciales que le impuso la comunidad internacional. Algo que al régimen persa no le dejaba mucho margen de maniobra, ni tampoco tiempo para perder.

Seguramente, este panorama asfixiante fue el principal motivo que empujó al actual presidente iraní Hassan Rohani a firmar el convenio para suspender su programa atómico con el Grupo 5+1 (los EEUU, Rusia, China, el Reino Unido, Francia y Alemania), que entrará en vigencia a partir de este lunes 20 de enero.

De ahora en adelante, Teherán contará con un plazo de seis meses para concretar una negociación definitiva con la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA), lo que le permitiría reactivar su estancada economía. Durante el próximo semestre se levantarán algunas sanciones y además serán desbloqueados u$s4.200 millones de Irán, que permanecen congelados en los Estados Unidos.

El acuerdo al que llegaron ambas partes en noviembre en Ginebra le otorgará al líder persa los primeros frutos concretos de su política de diálogo que siempre promovió desde su llegada al poder, en agosto pasado. En este sentido, la Casa Blanca estima en 6.000 millones de dólares la cifra que se ganará por todas las sanciones que dejarán de aplicarse si Irán cumple con su parte del pacto.

Para chequear esto último es que un grupo de inspectores, liderado por el ingeniero nuclear Massimo Aparo, arribó el sábado a la capital iraní para visitar las plantas de Ntanz y Fordo, donde se produce el tan polémico enriquecimiento de uranio.

El resultado de las crecientes sanciones aplicadas por los Estados Unidos y la Unión Europea desde la segunda mitad de la década pasada era predecible: la inflación en Irán trepó hasta el 40%, su economía acumula dos años consecutivos de recesión, y su moneda (el rial) se encuentra en caída libre.

Todo comenzó en 2002, cuando satélites de los EEUU detectaron instalaciones nucleares hasta ese momento desconocidas. Esto provocó una tensión diplomática que fue aumentando su intensidad y alcanzó su pico durante el gobierno del ultranconservador Mahmoud Ahmadinejad (2005-2013), según publica el periódico El Mercurio.

Luego de que las Naciones Unidas le aplicaran las primeras sanciones al régimen iraní y las endureciera durante los años siguientes, un siempre desafiante Ahmadinejad anunció en 2010 que había ordenado enriquecer uranio al 20%, suficiente para desarrollar las tan temidas armas atómicas.

La profundización de esta práctica llevó al país de Medio Oriente a enfrentar duros agravamientos de las sanciones económicas, la peor de ellas en 2012, cuando la UE copió a Obama y le impuso a Irán un embargo petrolero y financiero.

"Las sanciones petroleras, que redujeron en forma drástica los ingresos del Gobierno, fueron

sin dudas el golpe más duro,

y éste se vio amplificado por las sanciones financieras, que

redujeron la libertad de Irán",

explicó Rachel Ziemba, analista de Roubini Global Economics.