Francisco: "La Iglesia debe ser atractiva y despertar al mundo"

En un encuentro con los Superiores Generales de las órdenes religiosas, el Papa les pidió dar testimonio de "un modo distinto de actuar y vivir" y de "olvidarse de sí para ocuparse de los otros"

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 AFP 163
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La revista Civiltà Cattolica publicó este viernes el contenido de la charla que el Papa mantuvo con los Superiores Generales de las órdenes religiosas al final de su Asamblea, que tuvo lugar a fines de noviembre pasado. El diálogo, que giró en torno a la formación de los religiosos, fue transcripto y resumido por el director de la revista, Antonio Spadaro, autor también de la entrevista de septiembre pasado, que tanta repercusión tuvo, en la que Francisco criticaba a "una Iglesia obsesionada sólo con el aborto y el matrimonio gay".

Ahora, Spadaro hizo una síntesis de la reunión de tres horas, durante las cuales los participantes pudieron transmitir al Papa sus inquietudes acerca de lo que se espera de la vida consagrada y de lo que implica para la Iglesia abrirse y salir hacia afuera.

Citando a Benedicto XVI, Bergoglio reiteró que "la Iglesia crece por testimonio, no por proselitismo" y que el testimonio que realmente puede atraer es el de "las actitudes que no son las habituales: la generosidad, el desapego, el sacrificio, el olvidarse de sí para ocuparse de los otros".

"La Iglesia debe ser atractiva -dijo Francisco-. ¡Despertar al mundo!". Y pidió a los presentes ser testimonio de "un modo distinto de hacer, de actuar, de vivir en este mundo". "Los religiosos deben ser hombres y mujeres capaces de despertar al mundo", insistió.

También señaló que un religioso "jamás debe renunciar a la profecía", entendida ésta como "hacer ruido", "algunos dicen 'lío' (...), en realidad, su carisma es aquél de ser levadura: la profecía anuncia el espíritu del Evangelio".

Para Jorge Bergoglio, hay que salir de la "calma y tranquilidad" de "una posición central" porque la realidad se entiende mejor "escapando del centralismo y de los enfoques ideológicos". "Los grandes cambios de la Historia se realizaron cuando la realidad fue vista, no desde el centro, sino desde la periferia", aseguró.

Y recordó que el padre Arrupe -ex superior general de la Compañía de Jesús- decía que era necesario un tiempo de contacto real con los pobres; de lo contrario "se corre el riesgo de ser abstractos ideólogos o fundamentalistas".

En este sentido, destacó la obra de los jesuitas en tantos rincones del mundo. "Me vienen a la mente las extraordinarias aventuras del jesuita español Segundo Llorente", en Alaska, quien "no sólo aprendió el idioma, sino que tomó el pensamiento concreto de su gente". El Papa llamó a esto "inculturar el carisma", y aclaró que esto "no significa nunca relativizarlo".

En referencia a su constante llamado a ir hacia las periferias, también puso como ejemplo a los salesianos, recordando que "para ellos todo tuvo inicio sobre la base de un sueño educativo de frontera, el sueño de don Bosco, que empujó a sus salesianos hasta las periferias geográficas de la Patagonia".

Y respecto a la educación, destacó la importancia de "transmitir conocimiento, modos de hacer, valores". "El educador (...) debe interrogarse sobre cómo anunciar a Jesucristo a una generación que cambia (...). ¡La tarea educativa hoy es una misión clave, clave, clave!", exclamó.

En este sentido, expresó preocupación por adaptar el mensaje de la Iglesia. "Quien trabaja con los jóvenes no puede detenerse a decir cosas demasiado ordenadas y estructuradas como un tratado porque estas cosas les resbalan a los jóvenes. Se necesita un nuevo lenguaje".

"¿Cómo anunciar a Cristo a estos chicos y chicas? ¿Cómo anunciar a Cristo a una generación que cambia? Es necesario estar atentos a no suministrarles una vacuna contra la fe", dijo, como admitiendo que con frecuencia el discurso poco aggiornado o críptico de algunos religiosos tiene un efecto contraproducente.

En cuanto a la formación religiosa, enumeró lo que considera son sus cuatro pilares: espiritual, intelectual, comunitario y apostólico. "El fantasma que se debe combatir es la imagen de la vida religiosa entendida como refugio y consuelo ante un mundo 'externo' difícil y complejo".

"No se resuelven los problemas [en la formación religiosa] simplemente prohibiendo hacer esto o aquello. Es necesario mucho diálogo, mucha confrontación", dijo. Y advirtió que, si no se permite ese diálogo, se genera hipocresía, "fruto del clericalismo, que es uno de los males más terribles". Recordó que alguien le aconsejó una vez que, si deseaba seguir adelante en su formación como seminarista, debía pensar claramente y hablar oscuramente. "Era una clara invitación a la hipocresía. Es necesario evitarla a toda costa", sentenció. "La formación es una obra artesanal, no policíaca. Tenemos que formar el corazón. De otro modo formamos pequeños monstruos", insistió.

Otro valor que rescató en la formación fue el de la fraternidad, que algunos eluden por individualismo o para evitar el conflicto. Pero "en todas las familias y en todos los grupos humanos hay conflictos", señaló. Y el conflicto "debe ser asumido, no ignorado", porque de lo contrario, explota, fue la advertencia de Bergoglio.

En este punto, Spadaro recuerda que "uno de los principios fundamentales del papa Francisco es que 'la unidad es superior al conflicto'".

En su enfoque del conflicto, Francisco dijo que debe ser encarado con el corazón y no como un problema administrativo. Y, llamativamente, se mostró proclive a apelar, de ser necesario, a la asistencia de un psicólogo: "A veces las crisis de la fraternidad se deben a la fragilidad de la personalidad, y en este caso es necesario pedir la ayuda de un profesional, de un psicólogo. No hay que tener miedo de esto".

(El documento completo puede leerse aquí)