Massa: "Si lo pudimos lograr en la provincia de Buenos Aires, lo podemos lograr en la Nación"

Intimidades del hombre que arrasó en las urnas. Cómo esperó los resultados y los primeros festejos con colaboradores y familiares. "Esto es política", arengó a los suyos

Guardar
 DyN 162
DyN 162
 DyN 162
DyN 162
 Adrián Escandar 162
Adrián Escandar 162

Un pasillo. Alfombra. Sergio Massa, Malena y sus hijos, Mili y Toto lo acompañan. A un par de metros, un salón y más de 50 cámaras de televisión apuntan al escenario donde ya están todos los candidatos e intendentes del Frente Renovador. Massa camina: "Me tiemblan las patas", le confiesa a un colaborador que lo felicita como antesala a su discurso. Solo están ellos. Nadie más. El intendente de Tigre pide ir al baño y Toto lo sentencia: "'¿Te parece ir al baño justo ahora, papá?".

Sergio Massa hizo de la provincia de Buenos Aires tierra suya. Más de cuatro millones de votos y casi poco más de un millón de votos de diferencia con el Frente para la Victoria. Arranca una nueva historia.

A las 18:45, Massa llegó a su despacho en la intendencia. Entró golpeando paredes, exultante, cantando una canción de cancha, reversionada con su nuevo presente: "Este es el Freeente Renovadoooooor". Llegó a su despacho donde su mesa chica y algunos candidatos ya lo esperaban. Felipe Solá, Adrián Pérez, el economista Ricardo Delgado; el ex jefe de Gabinete, Alberto Fernández; el dirigente gremial, Héctor Daer y el asesor peruano, Sergio Bendixen, fueron los primeros en llegar al lugar pautado. Desde la intendencia, los candidatos partían a la sede massista para tener las salidas con los distintos medios y mantener la expectativa. Estaba todo organizado sin fisuras.

Massa se instaló en el medio de uno de los laterales de la gran mesa redonda que tiene en su despacho y desde los tres teléfonos que usa, pedía datos y detalles de números. Media hora después, instaló el sistema de fiscalización que ideó Graciela Camaño, con las mesas testigo que se cargaban directamente en la Justicia electoral. "Muchachos, acuérdense de esto: me parece que les sacamos más de 10 puntos", tiró con una tranquilidad tibeteana. El jefe del Frente Renovador se enchufaba por momentos y descargaba cantando canciones de la hinchada de Tigre. Eso sí, perfectamente elegidas para el momento: "A nosotrooos no nos corre nadie".

Cerca de las 21, ya con Malena junto a él y un grupo más chico, Massa se quedó diagramando los lineamientos de su discurso. En la intendencia ya no quedaba nadie. Todo apuntaba a él. Nunca dejó de pedirles a cada uno de los que partía al comando central lo mismo: "más humildad". Cuando quedaban unos pocos, Massa dio dos interpretaciones con dos blancos claros. "Acá se demostró que por más plata, millones, publicistas y asesores que tengas, esto es política", disparó en alusión, sin nombrarlo, a Francisco de Narváez. Después fue más técnico: "Quedó en evidencia que Scioli solo no puede ganar una elección".

Lo que vino después es conocido. Un discurso más largo que los que suele tener, pero con mensajes concretos y simples. Pasada la medianoche, el búnker en Tigre estaba organizado con dos carpas: una más general a la que se accedía con una cinta roja y otra más selecta a la que se accedía con una cinta amarilla.

Todo había sido organizado por Malena, que lo que quería es que su familia y los familiares de los candidatos tengan un lugar más íntimo para poder festejar con tranquilidad. Massa llegó a esa carpa especial pasada la medianoche. Armó un círculo, pidió el micrófono y se descargó, quizás con las dos frases más contundentes de la noche. Lo escuchaban apenas no más de 150 personas. "A llorar al campito, la gente nos eligió a nosotros", sentenció. Minutos después, cerró con un mensaje que no necesitó eufemismos ni caretas: "Si lo pudimos lograr en la provincia de Buenos Aires, lo podemos lograr en la Nación". El 2015 ya está entre ceja y ceja.

El intendente de San Miguel, Joaquín de la Torre, pidió la palabra. Le agradeció en nombre de todos los intendentes y pudo arrancarle a Massa un abrazo emotivo. Ahí, el intendente de Tigre dio otra señal. Les comentó a esas 150 personas que en la otra carpa "había más compañeros", les solicitó que no dejen de ser "genuinos", aclaró que eran un equipo y que debían "festejar todos juntos". Así, Massa desalojó la carpa exclusiva y armó una gran fiesta. En Tigre, ya habían pasado varios minutos de las 2 de la mañana. El cotillón del carnaval carioca ya estaba repartido y las tapas de los diarios ya estaban impresas.