La experiencia de ser "presidente" por un día, en primera persona

Un periodista de Infobae fue presidente de mesa en las PASO y hoy vuelve a realizar esta tarea. Esta es la crónica de lo que fue aquella elección para uno de miles de argentinos que colaborará con el proceso electoral

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Omar Lavieri
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El día de las elecciones comienza más temprano para las autoridades de mesa. A las 7 hay que estar en los locales de votación para armar todo y llegar tranquilos a la hora de apertura de los comicios.

Fui presidente de mesa en las PASO y hoy haré esa tarea nuevamente. Me tocó presidir la mesa 6894 de la sección 15, circuito 158 de la Capital. La mesa está en un aula del primer piso del Instituto San José de la Palabra de Dios. A la escuela hay que arribar temprano. Si el personal del Correo Argentino llega en hora, cerca de 7:30 cada mesa tendrá la urna y los materiales necesarios para la votación: copia del padrón, las boletas de todos los partidos, sobres, actas, etcétera.

Una vez en el aula se arma el lugar donde se sentarán las autoridades y luego se colocan las boletas. En mi mesa -porque allí voto-  el cuarto oscuro es un biombo de madera que está dentro del aula, muy cerca de las autoridades. Se escucha cada corte de boleta. Casi se puede saber cuánta gente eligió candidatos de diferentes partidos. En las PASO, se escuchó claramente que un señor cortó en ocho pedazos su boleta. Lo que nunca supo es que si una boleta se puede armar, el voto es válido.

A las 8 comienza el desfile de votantes. Los primeros están apurados, porque o bien son autoridades partidarias que votan y salen corriendo para otro local o quieren tomarse el día entero de descanso. Llegan muy temprano y votan con urgencia.

Un rato antes del mediodía se produce la mayor concentración de votantes. Y ahí algunos se impacientan. A partir de las PASO se entrega un troquel como constancia del voto. Eso lleva unos segundos más de demora que lo que antes llevaba firmar la libreta. Si los votantes supieran cuál es el número de orden que tiene en padrón, ahorraríamos todos unos segundos.

El procedimiento burocrático es rápido. No se tarda más de un minuto o dos por ciudadano. Pero una vez en el cuarto oscuro las cosas cambian. Están los que entran y salen en menos de 30 segundos. Y están aquellos que pasan los cinco minutos.  Ahí es donde se retrasa un tanto la fila y, hay gente que lo hace saber. Se quejan en voz alta acerca de las demoras.

En mi mesa votaron 259 personas en agosto pasado. Si cada proceso rápido lleva cerca de 2 minutos la tardanza total estimada es de 518 minutos. Eso daría algo más de 8 horas. Por suerte hay gente que tarda menos. Y baja el promedio respecto de los que se toman su tiempo en el cuarto oscuro

Cuando baja el nivel de votantes, es decir entre las 14 y las 16, se podrá almorzar alguna vitualla. En ese momento, de aparente tranquilidad, aparecerá un ciudadano y el tardío almuerzo quedará interrumpido. No se recomienda hacer esperar a la gente mientras uno degusta un sándwich.

En las PASO de agosto tuve algunas anécdotas para recordar. Un señor me pidió una boleta de un candidato de la Provincia de Buenos Aires. Una mujer se quejó porque faltaba tal lista. Le mostré que estaba y se lamentó porque ya había votado otra cosa. Pero no quiso cambiar su voto. Lo más simpático sucedió cuando una señora salió del cuarto oscuro y me dijo que no encontraba una boleta. Le pregunté a cuál se refería. Me dijo que quería la del "voto en blanco". Le expliqué que si quería votar en blanco debía dejar el sobre vacío. Aceptó, pero antes de irse me dijo que en la elección anterior, sí había una boleta para votar en blanco.

A las 18 se cierra la mesa. Se cuentan los sobres. Si el número coincide con el de los votantes registrados, el primer paso está saldado. Luego se usa el pizarrón para ir anotando voto por voto. Todo ante la atenta mirada de los fiscales. Si todo funciona bien a eso de las 20 la tarea estará finalizada. Hay que hacer dos actas. Y los telegramas. Uno se entrega a los empleados del Correo Argentino y el otro queda en una bolsa cerrada con un precinto de seguridad.

Ahí comienza la retirada. Habrá pasado un largo día.  Una vez en casa los chicos preguntarán si hubo algo curioso en la mesa. Y así se cerrará la jornada. Después de haber saludado e intercambiado una mínima charla con 258 personas que me tuvieron de "presidente por un día".