Cómo actuar frente a la amenaza creciente del secuestro virtual

Se multiplican en América Latina las víctimas de esta nueva modalidad delictiva, que muestra un alto grado de sofisticación de los criminales

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El secuestro virtual, que no es estrictamente un secuestro, sino una estafa extorsiva, tiene distintas modalidades con un denominador común: el engaño. A diferencia del secuestro convencional, en el que una persona es raptada y se hace pagar un rescate a la familia para liberarla, se utiliza una puesta en escena para obtener dinero sin someterse a los riesgos de un acción real.

Existen por lo menos cuatro tipos, registrados en distintos países de la región.

Tipo 1

Probablemente sea el más elaborado. La víctima es convencida de concurrir a una excursión a un paraje natural y alejado de su hogar en el que se halla incomunicada durante algunas horas. Entonces, los delincuentes contactan a sus familiares y les hacen creer que ha sido secuestrada.

"Lo bueno que tiene esta modalidad para el delincuente es que le garantiza incluso la colaboración de su víctima, que puede que en ningún momento tenga sensación de encontrarse a merced de nadie, sino lo contrario, que está siendo protegida frente a una amenaza exterior", explica Oscar Eduardo Terminiello, técnico superior en seguridad pública de la Universidad de Barcelona, en diálogo con Infobae.

Tipo 2

Consiste en contactar a un potencial "secuestrado" y hacerle creer que se lo está vigilando y que si no obedece las indicaciones de sus "captores" algo muy malo le ocurrirá.

"Una vez que están atemorizados -dice Terminiello-, se les indica que no deben salir de sus habitaciones, que dejen sus móviles a una persona que pasará a buscarlos, o que los destruyan. Luego se les hace una serie de preguntas de tipo personal que sirven para llamar a los familiares y reclamar el rescate".

Esto le ocurrió el pasado 9 de octubre al grupo musical español Delorean, que estaba de gira por México. Una banda llamó a los cuatro integrantes asegurando ser miembros de los temibles Zetas. Les dijeron que los tenían controlados, que podían ver todos sus movimientos y que si no hacían lo que ellos ordenaban, serían asesinados.

Entonces los convencieron de darles sus datos personales, de cambiarse de hotel y quedarse encerrados en las habitaciones, y de destruir sus teléfonos celulares españoles. Cuando consiguieron tenerlos totalmente a su voluntad, los criminales comenzaron a llamar a sus familias en España para reclamar un rescate de 300 mil euros, que terminaron reduciendo a 10 mil. Con gran planificación, lograron poner en comunicación a los familiares con los jóvenes, de modo que escucharan sus voces aterrorizadas, y así no les quedaran dudas de la aparente realidad del secuestro.

Lo cierto es que los miembros de la banda no vieron en ningún momento a sus supuestos captores, que tampoco tenían nada que ver con los Zetas, pero sin embargo debieron pagar la totalidad de la suma reclamada.

"Por mucho que se denomine 'virtual' -dice Terminiello- no quiere decir que el secuestrado no corra peligro, pues al final, como en todos los secuestros, se halla a merced de sus captores, y si las cosas se tuercen, puede pasar a constituirse en un secuestro real con grave riesgo", agrega.


 Revistaera.com 163
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Tipo 3

Los criminales abordan a personas, generalmente adolescentes, a la entrada del cine o del teatro. Se presentan como encuestadores o como organizadores de algún sorteo, y así logran hacerles preguntas y obtener algunos datos personales.

Una vez que comprueban que la víctima ingresó a la sala y que estará desconectada por espacio de dos horas, llaman a la familia y comienzan la extorsión, asegurando que tienen secuestrado al joven. La debilidad de este método es que requiere una rápida resolución, porque cuando termina el espectáculo el "secuestrado" puede derribar la puesta en escena.

Tipo 4

Es probablemente el que tiene mayor margen de error para los delincuentes, ya que el supuesto secuestrado no forma parte del montaje. Los "captores" se ponen directamente en contacto con una persona y la convencen de que tienen secuestrado a un familiar. El desafío es mostrarse sumamente persuasivos, porque puede bastar un llamado telefónico de la víctima del engaño a la persona "secuestrada" para que la mentira se derrumbe.

Recientemente se produjo en Argentina un caso que conmovió al país. Una persona llamó al empresario Fernando Marín y le dijo que su hijo había sufrido un accidente automovilístico. Que estaba bien, pero que debía contenerlo.

Entonces le pasó el teléfono y un joven con una voz muy parecida empezó a gritar que lo iban a matar. Acto seguido, otra persona lo interrumpió y dijo: "Te avisé que iba a gritar, córtale el dedo ahora o mátalo porque nos van a atrapar".

Cuando Marín intentó usar su celular para llamar a su hijo, el delincuente lo notó y le dijo: 'Se les acabó el tiempo, lo mato, lo mato'. Entonces apagó el celular y comenzó la odisea. Ya había caído en la trampa.

Fueron cuatro horas de horror en las que el empresario y su esposa debieron recorrer varios kilómetros para ir a distintas propiedades a juntar dinero. Lo más llamativo del caso fue lo refinado del operativo realizado por los delincuentes, que utilizaron al menos cinco teléfonos celulares en simultáneo, en el marco de un plan minuciosamente diagramado.

¿El "secuestrado"? Dormía plácidamente en su casa sin enterarse de lo que estaba sucediendo.

En la mayoría de los casos, los secuestros virtuales se realizan íntegramente desde las cárceles, con algún apoyo externo. En Colombia, cerca del 90% de los casos se organizaba desde las prisiones, mientras que sólo el 10% restante lo realizaban bandas que actuaban en libertad.

Lo que permite a los reclusos realizar esta práctica es el ingreso de celulares a las penitenciarías, lo que se puede conseguir de muchas maneras. Algunas veces gracias a la complicidad de los guardiacárceles, otras a través de palomas mensajeras y, más frecuentemente, con la ayuda de las mujeres, que ingresan los dispositivos en sus partes íntimas cuando van a visitar a sus esposos.

En países donde la desconfianza hacia las fuerzas de seguridad es muy alta, como ocurre en muchos latinoamericanos, las denuncias son pocas, lo que le da mayores probabilidades de éxito a los delincuente. "La gente, si puede hacer el pago normalmente bajo del rescate, lo hace, porque no confía en el sistema policial-judicial", explica el doctor en ciencias penales Martin Etchegoyen Lynch, miembro de la Asociación Internacional de Analistas Delictuales y director de Crime Down Consulting, en diálogo con Infobae.


 AP 163
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Cómo combatir este delito

Hasta el 2002, Colombia estaba entre los países con mayores tasas de secuestro en el planeta, lo que favorecía que las extorsiones como el rapto virtual surtieran efecto. Pero desde ese momento, el Estado encaró una eficaz política contra el crimen organizado que redujo sustantivamente este tipo de delitos.

"En Colombia ya no es algo común. Ha ocurrido en Medillín y se lo conoce como engaño o estafa. Se hacía aprovechando el pánico que generaba el gran incremento de los secuestros en el país", dice a Infobae Orlando Hernández Angarita, oficial retirado de la Policía Nacional de Colombia y consultor en estrategias de seguridad.

La respuesta en Colombia fue la capacitación de la población. Organismos especializados dictaban cursos gratuitos en círculos que tenían más probabilidades de ser víctimas de secuestros, como en escuelas y empresas.

"Se utilizaban videos de situaciones reales y grabaciones de las llamadas que hacen los delincuentes. Son distintas metodologías para culturizar a la población", dice Hernández Angarita.

Otra clave es que las fuerzas de seguridad logren credibilidad. "En Colombia hay confianza en  las autoridades -continúa-, lo que lleva  a que aumenten las denuncias. Cuando hay denuncias se muestra que en un 90% de los casos se logra capturar al delincuente o, si está en la cárcel, trasladarlo a otra prisión. Así se disuade a los criminales de volver a hacerlo".

Qué hacer para evitar ser víctima de un secuestro virtual

"Primero, no hay que atender llamados de números desconocidos (siempre se puede escuchar el mensaje después). Segundo, si ya se atendió, hay que tratar de mantener la calma y chequear la información con la supuesta víctima (estando siempre de acuerdo los familiares en que el celular no se apaga nunca)", dice Etchegoyen Lynch.

"En caso de duda -continúa-, si estos pasos fracasaron, y puede que se trate de un secuestro real, se debe poner en aviso a la Policía".

Otra buena recomendación es hablar el tema en familia y establecer códigos comunes. En caso de una llamada de alguien asegurando que tiene secuestrado a un familiar, e incluso al escuchar lo que parece ser su voz, se pueden hacer preguntas para verificar si esto es efectivamente así.

"Lo más importante es no ser ingenuos ni dejarse vencer por el miedo", concluye Hernández Angarita.