"Hace exactamente 6 meses, salí al balcón con Bergoglio"

Desde Córdoba, donde este sábado será maestro de ceremonias de la beatificación del cura Brochero, Guillermo Karcher habló con Infobae y recordó ese momento único cuando acompañó al flamante papa Francisco en su primera aparición pública

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 JunínYa 162
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Guillermo Karcher es un sacerdote argentino que desde hace más de 20 años integra el equipo de ceremonial de la Santa Sede. Ahora, vino a la Argentina acompañando al cardenal Angelo Amato, prefecto de la Congregación para las causas de los Santos, quien presidirá la ceremonia de beatificación del cura José Gabriel Brochero en las sierras de Córdoba (ver Quién fue Brochero).

Al despedirse de Jorge Bergoglio en Roma, éste le pidió que les dijese a los argentinos que estará presente con todo su sentimiento y corazón en esta fecha tan especial.

En esta entrevista exclusiva con Infobae, Karcher contó cómo fue que el 13 de marzo pasado le tocó sostener el micrófono en el momento en que el mundo escuchó por primera vez la voz del Papa argentino saludando a los fieles desde el balcón del Vaticano y cuánto cambió desde entonces el protocolo. También explicó el significado de estas beatificaciones para la Iglesia Católica y dijo que hay que "aprovechar este momento en que el Cielo se abre para pedir una gracia, un milagro".

¿Cuál es su misión en este viaje a la Argentina?

Vengo como maestro de Ceremonias. El enviado es el Cardenal Amato que va a presidir el rito de beatificación de Brochero y yo seré su maestro de ceremonias.

¿Tuvo oportunidad de ver al papa Francisco antes de venir? ¿Le dio él algún mensaje especial para esa ceremonia?

Todos los días nos vemos con el Papa. Antes de venir, pasé a saludarlo, "me estoy yendo, Santidad", le dije y él me respondió: "Dáles un cariño muy grande a todos los serranos, a los cordobeses, a los argentinos, y que sea éste un momento privilegiado, de mucha Gracia para todos, para la Patria, que sientan que yo estoy presente con todo mi sentimiento y mi corazón y los acompaño". También habrça un mensaje escrito de él que se va a leer en la ceremonia.

¿Cuál es la tarea que usted desempeña en la Santa Sede?

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Soy uno de los ceremonieros, maestro de ceremonias, de la Oficina de Protocolo de la Secretaría de Estado. Y soy el que, hace hoy exactamente 6 meses, estaba al lado del papa Francisco teniéndole el micrófono, porque era el maestro de ceremonias y tenía a mi lado a quien hasta ese momento había sido mi obispo.



¿Fue casualidad que usted haya estado allí?

Ese día yo tenía otra función pero, minutos antes de la elección, le dije al otro encargado, mi compañero de tareas, "si saliera Bergoglio –porque en ese momento tuve una intuición- ¿cambiamos el libro con el micrófono?" y él me dijo, descreído, "sí, pero no va a salir nunca Bergoglio". Sin embargo, cuando se abrió la puerta y apareció el cardenal de Argentina vestido de blanco, cumplió su palabra y me dijo "agarrá el micrófono, nomás".

O sea que fue la Providencia...

Fue la Virgen Desatanudos, porque sentí la experiencia fuerte de su presencia que de alguna manera me indicaba que estaba por salir Bergoglio.

¿Usted ya lo conocía?

Sí, por supuesto, yo organicé su ceremonia de consagración episcopal, en la Catedral metropolitana, en el año 1992, cuando fue ordenado obispo, y al año siguiente me mudé a Roma. Pero me sigo sintiendo un sacerdote de Buenos Aires.

¿Qué significado tienen para la Iglesia Católica estas beatificaciones?

Se trata de mostrar a personas ejemplares, personas que han vivido la vida y las virtudes, que han forjado su destino a partir del Evangelio y han sabido ser hombres y mujeres de bien para la Iglesia y para la sociedad. Gente que se entregó completamente a la causa del Evangelio, a favor del prójimo, del pueblo de Dios. Y estamos hablando justamente de Brochero que no es un cura que se quedó dando misa sino que, como dijo Bergoglio, tenía "olor a oveja", se metía en medio de la gente, la motivaba para cambiar la realidad que le tocaba vivir. Lo de Brochero fue inmenso porque trajo el agua, el ferrocarril, esta región es lo que es gracias a las iniciativas que él tomaba, pensaba siempre en grande.

     La Iglesia no hace los beatos, el beato se hace a sí mismo

, y de lo que se trata es de reconocerlo. Y cuando esa persona, ya fallecida, hace un milagro, se ve que sigue favoreciendo a su pueblo desde la comunión con Dios, y es entonces que se lo reconoce como beato. Y si hubiera dos milagros, se lo reconocería como santo. Así que a partir de mañana hay que seguir rezándole y pidiendo su intercesión.



Usted también está participando de la causa de beatificación de una laica argentina, ¿verdad?

Sí, yo ayudé como colaborador externo a la redacción del estudio que se presenta de la vida y las virtudes de esta persona, de María Antonia de Paz y Figueroa o Mama Antula, como se la llama. A mí me interesó esta causa porque soy porteño y cuando me enteré de la obra prodigiosa que hizo y de que fue la primera mujer laica que evangelizó nuestras tierras y fundó la Casa de Ejercicios Espirituales que hasta el día de hoy funciona en Buenos Aries. Su obra coincide con la creación del Virreinato del Río de la Plata y por esa casa pasaron todos nuestros próceres, los protagonistas de la Revolución de Mayo.

Se dice que el propio Bergoglio tiene interés en promover esta causa...

Sí, porque ella, que sería lo que hoy llamamos una laica consagrada, estaba muy comprometida con la Orden de los Jesuitas y llevó adelante una obra inmensa en un contexto muy difícil; estamos hablando de fines de 1700 y ella se vino desde Santiago del Estero hasta Buenos Aires, a pie, para abrir en la Capital del nuevo virreinato esta Casa porque estaba convencida de que los Ejercicios ignacianos eran el mejor medio para evangelizar, para acercar a la gente a Dios. Y ella promovió eso en un contexto muy adverso porque todo lo jesuita estaba prohibido, después de la expulsión de la orden, en 1776.

¿Cambiaron mucho las cosas en el Vaticano desde el punto de vista protocolar con la llegada de Bergoglio?

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Se simplificó todo mucho. A él le gusta lo esencial, lo directo, y bueno, nos estamos adecuando a eso. Yo estoy justamente en el ceremonial diplomático de la Santa Sede, así que lo vivo también desde ese punto de vista. Además de las audiencias que tenían los papas Juan Pablo II y Benedicto XVI, a los cuales también serví, en el caso de Francisco se suman muchas otras de gente más allegada, más amiga, porque él le da mucha importancia a la amistad, y a todos les da espacio, les da tiempo. Es decir no solamente recibe a jefes de Estado, de Gobierno, ministros, sino que también llega mucha gente, por decirlo de algún modo, común. Pero para él todos son importantes. Y para mí es una responsabilidad muy linda estar cerca del papa Francisco.

¿Está tan saludable como parece?

Está mejor que cuando recién llegó que, como es sabido, traía algunos problemas del nervio ciático. Creo que el movimiento lo está ayudando a tener más salud física. No es que no tenía movimiento antes, por Dios, pero ahora está más activo que antes. En Brasil se lo vio muy bien.

¿Cómo se están viviendo los preparativos para la ceremonia del sábado en Cura Brochero?

Hay mucho entusiasmo. Cura Brochero es un pueblito pequeño de Traslasierra pero está recibiendo gente de todos lados, incluso de Chile y otros países vecinos. Y mañana tendremos un momento de Gracia cuando se proclame a este beato y yo les digo a todos que aprovechen este momento, porque el Cielo se abre, pidan una gracia, pidan un milagro. Es un momento único que vive la Iglesia argentina. Estando aquí, cerca del cura Brochero, del cura gaucho, sobre todo los que somos criollos, pensando en nuestros antepasados que hicieron esta tierra, queremos agradecer que cada uno puso lo suyo y que hubo uno que puso muchísimo.