La llamada de Francisco llegó precisamente en medio del lejaim (brindis) que la entidad realiza para celebrar el Año Nuevo Judío (Rosh Hashaná), y cuando el Sumo Pontífice lo supo hizo la broma –"No coman tanto y vayan al templo"– que arrancó un agradecido y generalizado aplauso de los presentes: un centenar de personas entre dirigentes comunitarios, funcionarios y afiliados de la asociación.
El Papa les deseó lo mejor para 5774 y se despidió con su habitual pedido: "No se olviden de rezar por mí".
La sorpresiva llamada, hecha personalmente por el pontífice,
se suma a una larga serie que Jorge Bergoglio viene realizando desde que su
elección como Papa lo ha alejado del país: desde el kiosquero que le vendía los
diarios –para cancelar el abono– hasta el gobernador bonaerense Daniel Scioli
tras la trágica inundación de La Plata,
pasando por amigos y conocidos o simplemente fieles que le han escrito. Al punto que un humorista italiano ideó un "protocolo" de actuación para quienes reciban eventualmente un llamado papal...
La llamada a la DAIA fue una grata sorpresa para una colectividad religiosa con la cual Bergoglio supo tejer fuertes lazos de amistad durante su desempeño como arzobispo de Buenos Aires y cardenal primado de la Argentina.