"Hay balas de tinta que intentan derrocar gobiernos populares", declaró Cristina Kirchner al encabezar un acto en Berazategui el jueves pasado. Este lunes, el periodista tomó la frase y bajo el título "Tintoreritos" publicó una columna de opinión en el portal Diario Registrado.
El texto completo:
Aunque sus deseos serían
que las balas fueran
de plomo, se excitan
disparando balas
de tinta
y esperan con
regocijo
las consecuencias.
Los tintoreritos
tiñen, enturbian
y oscurecen la vida
de
quienes viven
leyéndolos
y escuchándolos
empujados por la
inercia del hábito
que los sujeta a la
amarra
y que les desgana
la voluntad
y la
"involuntariza".
Los periodistas
dominantes,
de los medios
dominantes,
del grupo dominante
se arrogan el uso
dominante
de la fuerza
crítica
amparados
en la omnipotencia
de representar el
rating
de los ciudadanos.
Y actúan como
impostores
neutrales
para públicos
perdidos
en el atávico
aplauso
a quienes los
engañan.
También los
aplauden
líderes partidarios
que con tal de ser
movidos
por el titiritero
renuncian al "yo"
y van cambiando de
ritmo
al compás ideológico
de las mudanzas.
Dudoso
ejercicio la metralla
periodística,
que en la Argentina
actual
fertiliza en
golpistas
corporativos
y en intrigantes
consentidos por la
fama
y el rango de
contratos
que premian
prósperamente
sus servicios
subterráneos
como si fueran los
más altos.
Tanto ataque
entintado
de televisión, de
radio,
de diarios, de
cacerola
y de agenda
dominante
forma parte de la
"gran escala"
exigida por un grupo
de comunicación
tentacular,
polimorfo,
anfibio, satelital
y "cautelarístico"
para expandir su
cacería
contra el Estado
insolentemente
popular
que no se amolda
a la resignación
política.
Los tintoreritos,
presumidos,
se permiten
diagnosticarles
síndromes a otros.
Siendo que ellos
padecen
de despatriotismo,
de rémoras cipayas
y de claudicación
colectiva.
Sin vergüenza cargan
esa deshonra
con falsa
honra inexplicable.
No obstante
ya hay partes de la
vida
Argentina
fortificadas
a las que el
estruendo
de las balas de
tinta
llega debilitado e
inocuo.
Casi idiotizado
por su origen
opositor
recurrente.
Claro que es cierto
el fin de ciclo.
Y será celebrado
democrática
y jurídicamente. Y
justicieramente.
El fin de ciclo del
dominio balístico
de los tintoreritos
y el paulatino
desarme
de sus instigadores.