Qué dice la Iglesia sobre el exorcismo

Un periodista del New York Times asegura que en el Vaticano se enseñan ritos para expulsar al demonio. Infobae dialogó con Carlos Mancuso, párroco y exorcista autorizado de la diócesis de La Plata

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Se produjo una fuerte polémica luego de que el canal TV2000, que pertenece a los obispos italianos, asegurara que el papa Francisco le realizó un exorcismo a un niño enfermo que asistió a la misa de Pentecostés del pasado domingo.

Si bien el hecho fue desmentido horas más tarde por el Vaticano, Infobae habló con el padre Carlos Mancuso, el exorcista que asegura que, siendo arzobispo de Buenos Aires, Jorge Bergoglio le derivaba los casos de posesión demoníaca más graves.

"Como nosotros hacemos en La Plata todas las semanas una tanda de exorcismos, cuando Monseñor Bergoglio era arzobispo de Buenos Aires nos enviaba los casos que le llegaban. A veces venía algún sacerdote en nombre suyo, y alguna vez alguien nos comentó que Bergoglio decía 'Bueno, cuando me toca un caso así, yo lo mando al padre Mancuso y chau'. Es que él no tenía en Buenos Aires un sacerdote preparado para esta finalidad", cuenta Mancuso.

"Está claro lo que piensa el Papa. Si me enviaba la gente es porque sabía perfectamente que los demonios les estaban cortando los caminos, impidiéndoles su propia realización", agrega.

Consultado por Infobae, el padre Guillermo Marcó, vocero de Bergoglio en el Arzobispado, ratificó los dichos de Mancuso. Cuando al entonces cardenal iba a consultarlo una persona que tenía todos los signos de estar posesa (poseída por el demonio), tras descartar que estuviera sufriendo una enfermedad mental, la derivaba al exorcista platense.

"Nosotros lo hacemos porque el Señor dice en el Evangelio que tenemos que hacer tres cosas: bautizar, predicar y expulsar al demonio. Bautizar y predicar la Iglesia lo ha hecho siempre, pero por una razón histórica no pasó lo mismo con expulsar a los demonios", explica Mancuso.

"Alrededor del siglo XVI -continúa-, cuando se llegó a la caza de brujas, muchos fueron a la hoguera con el consentimiento de los eclesiásticos y se cometieron muchas exageraciones. Eso trajo desprestigio al exorcismo, e hizo que una práctica honorable y necesaria cayera en desuso. Los rituales dejaron de traer la fórmula, y si los sacerdotes no tenemos la fórmula, no sabemos cómo movernos en una temática que no es demasiado conocida".

Sin embargo, el propio Marcó contó que aún hoy el exorcismo sigue siendo una práctica bastante extendida y sobre cuya legitimidad no hay mucho que discutir porque está muy presente en las sagradas escrituras.

      

"Jesucristo instituyó siete sacramentos, que son los ritos mayores de la Iglesia Católica. Después hay ritos menores, a los que llamamos sacramentales. El exorcismo es un sacramental, lo que habilita al sacerdote a modificar la fórmula: alargarla, acortarla o repetirla, según considere más adecuado para llegar al fin que busca", afirma Mancuso.

"A veces hay congresos de exorcistas a los que yo no voy porque soy más bien casero y ya estoy viejo. Y en el Vaticano, o en Roma por lo menos, se dictan cursos para sacerdotes interesados. La iglesia pone el exorcismo en manos del sacerdote, así que está convencida. Pero eso no significa que todos los sacerdotes lo estén. Muchos sostienen que son cosas viejas", agrega.

Algunos años atrás, The New York Times publicó un artículo en el que se mencionaba que la Santa Sede abriría cursos de exorcismo dados por sacerdotes expertos. El dato motivó al periodista Matt Baglio a escribir El rito, un libro que luego fue llevado al cine con la actuación de Anthony Hopkins, y que cuenta la historia de un joven cura que viaja a Roma para asistir a uno de esos cursos. Allí conoce a un viejo exorcista que le mostrará costados de la fe que desconocía.

Cómo diferenciar al demonio de la locura

"Tenemos una chica, no acá, sino en Madrid, que me dijo que se quería quitar la vida por estar endemoniada. Yo no iba a ir a Madrid porque me quedaba muy lejos, entonces le dije que consiga un sacerdote que estuviera de acuerdo con nosotros y le hice el exorcismo por teléfono. La chica ya no tiene el deseo de suicidarse", cuenta el exorcista platense.

"Generalmente son los enfermos mentales los que quieren quitarse la vida. En esos casos yo directamente, sin ofender a la persona, los derivo al psiquiatra para que los medique y los saque de esa gravísima situación. Yo uso libros de psiquiatría, que me ayudan mucho", agrega.

Uno de los secretos de este oficio ancestral aggiornado al siglo XXI es diferenciar la persona que está posesa de quien está sufriendo algún tipo de enfermedad mental. Por eso, para los sacerdotes que realizan exorcismos es fundamental tener ciertas nociones de psiquiatría.

El caso paradigmático es el del padre Gabrielle Amorth, que es un exorcista que oficia en el Vaticano y que es todo un referente en la materia. El sacerdote trabaja codo a codo con psiquiatras italianos.

"Para discernir primero tengo que ver a la persona, pedirle los antecedentes y preguntarle por qué dice que está endemoniada -dice Mancuso. Entonces le hago una oración de liberación que está en un libro del padre Amorth. ¿Cómo me doy cuenta de si está posesa? Yo no sé nada, pero por ensayo y error descubro la manera de notar si el diablo está presente. Sacarlo es otra cosa: la técnica me la da la Iglesia diciendo que rece la oración que se llama exorcismo. Pero el discernimiento no es tan fácil".

"Yo tengo a la persona sentada en una silla, con uno de mis ayudantes al lado para que la sostenga. Si está endemoniada, salta con las primeras palabras de la oración, empieza a gritar y se cae al suelo o intenta salir del salón. Si no está endemoniada, me mira como diciendo 'terminá de una vez con esta charla'. Así se descubre que es un paciente psiquiátrico. Yo prefiero que esté endemoniado, porque le digo la oración y se va. Pero a un esquizofrénico que escucha voces interiores hay que derivarlo", agrega.

Uno de los mayores interrogantes es cómo cae una persona presa del diablo. Según la experiencia del cura, en la mayor parte de los casos está presente un rito satánico realizado en alguna secta. Ya sea porque la persona endemoniada participó de una ceremonia de este tipo, o porque algún conocido se propuso afectarla apelando a estas prácticas.

"Los casos que me llegan a La Plata generalmente son de gente que pasó por cultos afrobrasileños y que fue afectada por ritos satánicos. Si alguien está poseído por un demonio dicharachero, si no habla en un castellano claro y transparente, habla en un menjunje medio brasileño. Pero yo trato de no escucharlo, porque lo que busca el demonio es distraerme y evitar que lo expulse", explica.

"Y no hay que hacer nunca lo que el diablo dice -continúa-. Un sacerdote que jamás se dedicó al exorcismo me contó alguna vez que estaba con una endemoniada en un lugar en el que había también familiares y otras persones, cuando, en un momento, el diablo gritó: '¡Que se vayan todos! ¡Me quiero quedar solo con el cura!'. Entonces, todos se fueron y quedaron la endemoniada con el padre. Ese es un error, porque el demonio nunca dice nada para favorecer. En un momento dado, la mujer se abalanzó sobre el sacerdote y lo golpeó tan fuerte que le produjo dos hernias de disco. Hay que tener en cuenta que cuando están endemoniados tienen una fuerza superior a la normal, que en el lenguaje parapsicológico se conoce como sansonismo".

"Exorcismo para todos"

"Nosotros hemos iniciado una campaña que llamamos exorcismo para todos, porque incluimos a los que vienen de adentro y de afuera de la diócesis, católicos, hebreos, musulmanes, bautizados y no bautizados. Basta que estén endemoniados para que nosotros los agreguemos a la lista de la gente que consideramos que es nuestro deber liberar. Ellos solos no se pueden arreglar. Le rezan a la Virgen, al rosario y le ponen la medalla de San Benito, que son todas cosas muy buenas, pero el demonio no se va, no acusa recibo de lo que hacemos si no es por el exorcismo", cuenta Mancuso.

¿El exorcismo da una cura definitiva? ¿Cuándo tiempo lleva una liberación completa?

Si bien el padre Amorth habla de unos diez años de exorcismos continuos como algo normal, Mancuso dice haber tenido más suerte. Él hace un promedio de tres exorcismos por semana, y cuenta que, salvo algunas contadas excepciones en las que el paciente es liberado tras la primera sesión, en general éstas deben repetirse.

El ritual que utiliza Mancuso fue aprobado por el papa San Pío V, y definitivamente puesto en funciones en tiempos del papa Paulo V, en el año 1614.

Está compuesto por oraciones, lectura de los evangelios en los que Jesucristo expulsa al demonio, y conjuros que lo echan. Todo se lee y se dice en latín.

"La semana pasada nos reunimos 3 sacerdotes y 17 ayudantes. Entre 20 podemos atender a dos o tres, por más que se encabriten. Los ponemos boca abajo para que no puedan escupir -los escupitajos son muy comunes porque el demonio no tiene buenos modales-, trabándoles las extremidades con un mínimo de cuatro hombres por paciente. El exorcismo más corto puede durar 5 minutos, y el más largo 16 horas. Pero lo normal es que dure entre 40 minutos y una hora. Yo no repito siempre lo mismo porque me canso, y el paciente y mis ayudantes también".

Una tarea no demasiado gratificante

      

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Yo nunca pensé que iba a ser exorcista

, pero desde que entré en el seminario, el 3 de enero de 1951, me interesé por el espiritismo, la masonería y todo lo que era medio secreto y trabajaba tras bambalinas. Pasado el tiempo me llegó un libro sobre satanismo. Y, como dice el viejo refrán, 'en el país de los ciegos, el tuerto es rey'. Yo no sabía mucho, pero como los demás no sabían nada, cuando llegó el momento de que se presentara una persona endemoniada, alguien me dijo 'vení Carlos, fíjate que hay algo que te va a interesar'. Y empecé a ir", cuenta Mancuso.

Pero lo que terminó de consolidarlo como exorcista fueron los medios de comunicación, ya que gracias a la difusión masiva, lo que al principio habían sido algunos casos aislados que le llegaron, se multiplicaron por decenas. Y eso tuvo su costo.

"No me quiero dedicar full time a una tarea que, si bien tiene su valor y su importancia, agota bastante. Luchar contra el demonio no es algo demasiado gratificante. En las ceremonias que hacemos cuando citamos a los endemoniados, de sólo oírlos gritar la gente cruza a la vereda de enfrente", concluye el exorcista de La Plata.