"Para vivir en Cuba a veces hay que asumir un enmascaramiento"

Leonardo Padura, genial autor de una novela sobre la perversión de la utopía de una sociedad de iguales, apela al género policial para retratar un estado de cosas social que roza y supera lo absurdo

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 Charly Díaz Azcué 162
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"El hombre que amaba a los perros" es la novela más célebre de este escritor cubano, un libro que le ha valido premios y merecido reconocimiento internacional. Escrito como un policial que atrapa aunque se conoce el desenlace –el asesinato de León Trotski en México- es casi una historia del siglo XX, por lo menos de uno de los acontecimientos que más lo marcaron: el éxito, auge y decadencia de la revolución rusa y su versión caribeña. La novela de Padura –que va de la España del 39 a la Cuba de los 90- relata en paralelo el exilio y persecución de Trostski por el estalinismo y la evolución –o involución- de la Revolución cubana.

Con excepción del personaje principal, un escritor cubano llamado Iván, los demás son históricos: Trotski, el líder depuesto de la Revolución Rusa, jefe legendario del Ejército Rojo, y su asesino, Ramón Mercader, reclutado durante la Guerra civil española por los servicios soviéticos, son los principales actores –ambos amantes de los perros, como Iván- de una trama apasionante.

Pero para los argentinos hay un interesante detalle adicional: un personaje secundario es el pintor mexicano David Alfaro Siqueiros, a quien la Casa Rosada homenajea con un mural restaurado, pero que no queda para nada bien parado en la novela. En realidad, en la historia, ya que no es culpa de Padura que el mexicano fuese un estalinista que intentó matar a Trotski en un primer atentado fallido.

La buena noticia para los fanáticos de esta novela, que se cuentan por miles en toda América Latina, es que Padura planea escribirle unas Apostillas y unos productores franceses llevarla al cine. En colaboración con su mujer, el escritor acaba además de completar la adaptación de dos de sus novelas policiales para una posible miniserie. Además, escribe crónicas para la agencia IPS sobre la realidad cotidiana de su país.

Padura vive en Cuba, donde su novela ha sido publicada, signo de un cambio de época que anuncia posiblemente también uno de régimen, aunque, como lo señaló él mismo en diálogo con Infobae, en la isla quien especula "tiene un alto riesgo de equivocarse", debido al secretismo con el cual se maneja el gobierno.

A continuación, la entrevista con Leonardo Padura, que visitó Argentina para participar de la Feria del Libro de Buenos Aires.

¿Qué lugar ocupa en tu obra "El hombre que amaba a los perros"?

Ha sido el libro más difícil de escribir en todos los sentidos: político, de la información, de la escritura. Fue un trabajo de 5 años; dos años nada más investigando. Y 3 años más de escritura, sin dejar de leer e informarme porque es un tema en el cual, cada vez que llegaba a un punto de conocimiento, éste me abría varios caminos que tenía que seguir explorando para poder llegar a entender determinadas verdades. La complicación adicional es que es una historia de la cual la mentira forma una parte importante, una historia en la cual hay un complot, una conspiración, agentes secretos, vidas que no tienen biografía. Llegar al conocimiento de una verdad posible fue muy complicado.

Pero el resultado ha sido más que satisfactorio…

Terminé el libro en el año 2009. Para mí ha sido muy satisfactorio que haya tenido la difusión y el reconocimiento internacional que ha tenido, con un premio en Francia, en Italia, en España. Ya se ha traducido a varios idiomas y se seguirá traduciendo. El año próximo salen las ediciones norteamericana e inglesa, brasileña y sueca. Y en América latina he encontrado a los lectores más fervientes en México, Colombia y especialmente aquí, en Argentina, cuando el libro ya tenía varios años de editado, lo cual es curioso porque por lo general los libros tienen una vida bastante efímera y éste que ya cumple 4 años ha seguido funcionando. De alguna manera obligó a que en Cuba, con un argumento tan problemático, ganase el Premio Nacional de Literatura, es decir que se rompiera una barrera generacional -le daban el premio a viejitos.

¿Y cómo anduvo esta novela en Cuba?

Se publicó en 2010 y ganó el premio de la crítica en ese año, se vendió inmediatamente. Pero ya desde antes fue muy alentador que muchas personas en Cuba pidieron a amigos o familiares que se lo enviaran desde España. Ha tenido una circulación limitada pero muy intensa, mucha gente lo ha leído y he tenido una respuesta muy gratificante. La mayoría de las personas me han llamado y me agradecen que haya escrito este libro porque dicen que no sólo les ha ayudado a entender una parte de la historia que no conocían sino también una parte de su historia que no sabían que había ocurrido. El libro se reeditó ahora y en una presentación que hicimos se vendieron 1000 ejemplares en 35 minutos y tuve que firmar 800 porque la gente se siente muy identificada con la novela, quiere tener el libro. El personaje de Iván concentra la experiencia de la práctica social de varias generaciones cubanas.

¿Ya no hay censura?

Quedan niveles de censura pero mucho más vagos, casi inexistentes respecto a lo que ocurrió en Cuba en los 70 y en los ochenta.

En tu novela aparece tangencial pero decisivamente el elemento de la relación cubano soviética. ¿Existe en los cubanos el recuerdo de hasta qué punto fueron parte de la órbita de Moscú en esos años?

El sistema cubano en lo económico fue una réplica del soviético, incluso creo que se fue un poco más allá en el estatismo porque incluso los pequeños negocios fueron cerrados en el año 1968. Se expropió hasta a los lustrabotas. Los años 70 fueron los de la institucionalización de la Revolución Cubana. En 1975, se celebra el Primer Congreso del Partido Comunista de Cuba, en la época de mayor presencia soviética en el país. Nos obligaban a ver cine soviético, a leer literatura soviética, a los niños a ver dibujos animados soviéticos. Incluso en la Constitución de la República aparecía el elemento de la amistad indestructible entre Cuba y la Unión Soviética (URSS) como uno de los principios de la Carta Magna cubana. Cuando empieza la crisis de la URSS, con la glasnost (transparencia) y la perestroika (reestructuración), hay por parte del gobierno cubano una crítica muy fuerte. Se le llamó el desmerengamiento en sentido muy peyorativo. Pero mientras se trataba de mantener económicamente la propia cultura de un sistema socialista fundado según el modelo soviético, la influencia en la vida real de las personas de tantos años de la URSS desapareció. Los soviéticos culturalmente no dejaron ninguna huella. Y eso hace que sea una relación contradictoria. Ahora mismo se están produciendo cambios económicos y sociales importantes y de alguna forma se está tratando de desmontar parte de esa influencia, aunque políticamente el sistema sigue teniendo las mismas características.

¿En qué se sustenta el respaldo que aún tiene el régimen castrista, con todos sus fracasos?

Hay muchas personas que han sido y siguen siendo beneficiarias de los cambios que produjo la Revolución e incluso aunque en estos momentos económicamente tengan situaciones complicadas todavía tienen esa gratitud. Realmente cambiaron muchas cosas a partir del año 59: en el tema racial, en el tema de género. La mujer como grupo social ha sido la más beneficiada por los cambios: a nivel institucional y social se dio una igualdad plena. A nivel familiar, es un poco más complicado. Al igual que con la discriminación racial, que no existe oficialmente, pero todavía hay manifestaciones de racismo. Un sector que tradicionalmente en América Latina y también en Cuba ha sido muy marginado es el campesino. Sin embargo hoy las personas que más posibilidades económicas tienen son los que trabajan en el campo y producen alimentos que, como son deficitarios, tienen altos precios. Además, todavía queda el impulso de una mística que fue muy fuerte, estuvo muy alimentada, tuvo mucho en la retórica, la figura de Fidel, el enfrentamiento con los EEUU, la propia realidad del embargo, y todo eso hace que exista aún un sector importante de la población cubana que tiene una simpatía, un acercamiento, una militancia revolucionaria real.

En general, cuando alguien critica el sistema cubano, como antes el soviético, una réplica frecuente es que en esos sistemas la gente al menos tiene sus necesidades muy básicas satisfechas…

Es un argumento muy complicado porque si bien es cierto que en los sistemas socialistas hay determinadas libertades individuales que no se cumplen, también es cierto que fuera de momentos específicos como fue la hambruna en Ucrania, la colectivización estalinista o la revolución cultural china, en tiempos normales, las personas han podido satisfacer sus necesidades básicas, no a veces de la forma que quisieran, tal vez sin poder tener un jean de marca pero tenían un pantalón, zapatos y comían. Para un continente que vive con niveles de pobreza bastante profundos, el hecho de que un país como Cuba pague determinados precios en libertades individuales a cambio de que las personas puedan tener garantizados ciertos niveles de una supervivencia digna… porque en Cuba hay pobreza pero no hay miseria. Hubo un momento muy complicado en los años 90, cuando desaparece la URSS, durante lo que se llamó el "período especial" en el que realmente faltó todo, incluso la comida. Afortunadamente, después de 4 ó 5 años muy difíciles, las cosas tomaron un cierto cauce más normal, pero no es la normalidad de los años soviéticos. Hoy, si no tienes dinero, no comes o comes peor. Si tienes dinero, comes mejor. Es decir que se ha ido perdiendo la homogeneidad social. Muchas veces no podemos juzgar las expectativas de determinadas personas de acuerdo a nuestras propias expectativas. Hay que ubicarse que para una persona muy pobre, lo que diga un periódico o un político en una plaza es menos importante que saber si va a comer o no y eso hace que tenga una cierta dificultad cualquier análisis en ese sentido. Es muy importante colocarse en el lugar de las personas para juzgar sus necesidades.

¿Y qué pasa con las nuevas generaciones?

Los jóvenes en Cuba nacieron y crecieron en esos momentos complicados del "período especial" y sobre todo tuvieron como experiencia en su formación el fracaso económico y la frustración a veces profesional y social de sus padres, por lo tanto creen menos en un proyecto colectivo. Hay un porciento importante de jóvenes cubanos que han emigrado o quieren emigrar, muchas veces son los mejor preparados, lo cual significa una pérdida importante para el país. Es una generación para la cual esa mística que sostenía a una gran parte de la población funciona muchísimo menos.

¿Es posible retratar una sociedad a través de sus hechos policiales?

Las mías son falsas novelas policiales. Son más bien novelas sociales. El tema de la violencia, de la crónica roja, no es importante en mis libros. Yo tengo un muerto por libro. No son novelas de la violencia, de crímenes rebuscados, sino de cosas que pueden pasar en un determinado momento en la vida de las personas y que terminan a veces en un hecho criminal, pero sí me interesa mucho la lectura de lo que está alrededor de ese hecho: el fenómeno de la corrupción, del oportunismo, del arribismo político, del enmascaramiento que las personas tienen a veces que asumir para vivir en un país como Cuba. Una novela está centrada en lo que fue la represión de los artistas e intelectuales en la década de los 70 por razones de carácter religioso o sexual y siempre hay una denuncia de un estado de cosas social pero más visto desde la crónica social que desde la crónica roja.

Escuché decir una vez que en Cuba, por las leyes absurdas que hay, todo el mundo vive un poco fuera de la ley…

Las estrategias de supervivencia han obligado a la gente a vivir del mercado negro, a resolver por vía de la corrupción pequeños problemas cotidianos. Vas a sacar una inscripción de nacimiento y te dicen que demora 10 días pero le das 10 pesos al funcionario y la tienes al día siguiente. Eso se debe primero a la carencia material y después a todo ese entramado de leyes que complica la existencia hasta grados que superan el absurdo. La gente trata de armar su vida con la lógica que puede. Se ha ido eliminando algunas de esas leyes tan absurdas en estos años. Por ejemplo que si tenías un automóvil comprado después de 1959, no podías venderlo; si eras dueño de un terreno o de una casita no podías venderlos tampoco. Al final vendías la casita o el carro y conseguías el teléfono que querías, pero todo por vías ilegales y era complicado porque podías hacer determinada inversión y perderla. Eso ha ido cambiando, en los últimos años ha habido un poco más de lógica social.

¿Cómo creés que evolucionará este proceso?

Yo creo que no va a haber una ruptura, sino una evolución lenta pero progresiva. Cuál va a ser el modelo definitivo no me lo imagino. Raúl Castro ha dicho que los grandes cambios de su política están por llegar, que solamente hemos visto los más urgentes. Ahora leí que el nuevo vicepresidente cubano criticaba la práctica del silencio en Cuba, como si el silencio fuera culpa de los periodistas o de los ciudadanos y no del Estado. Vienen los grandes cambios, dicen. Bueno, pero ¿cuáles son? Hay que empezar a imaginar cuáles pudieran ser y la especulación en Cuba tiene un alto riesgo de equivocarse. A veces las cosas salen por donde uno menos las espera. De todas maneras, a principios de este año se aprobó la reforma migratoria que permite viajar a los cubanos. Y otro dato importante es el anuncio de Raúl Castro de que se retira en 2018 dejando el poder en manos de otra generación, y eso crea señales de por dónde pudiera ir el cambio, pero yo siempre digo que es muy difícil hacer una sumatoria cuando faltan factores y eso pasa en Cuba.

¿Cuánto del atraso económico cubano es atribuible al régimen y cuánto a supuestos enemigos externos?

En Cuba se han desarrollado algunas industrias, como la de la biotecnología que incluso es una fuente de exportación importante de medicamentos. Pero no se aprovechó suficientemente las subvenciones soviéticas de los años 70 y 80 para crear más industrias o se crearon industrias que, en la pretensión gigantista y desproporcionada de Cuba, después no funcionaron. Por ejemplo se construyeron dos imprentas con maquinarias alemanas que hacían tiradas de 50 mil ejemplares. Se pensaba invadir el Caribe con libros, además de satisfacer las necesidades cubanas. Pero a la vez se cerraron las pequeñas imprentas cubanas y el resultado fue que se crearon dificultades para la propia industria editorial cubana. Así toda una serie de necesidades que pudieron haberse cubierto con el financiamiento de la Unión Soviética se desaprovecharon. Y ha habido otras industrias cubanas que pagaron las consecuencias de malas políticas, como la industria azucarera que prácticamente se desmontó, y Cuba que era un gran exportador de azúcar ahora muchas veces tiene que importar para satisfacer las necesidades internas, lo cual parece un poco desquiciado.

¿Cómo te informás?

Tengo Internet, pero apenas lo uso porque es muy lento. Pero en Cuba se ha generado una red de direcciones de correo electrónico por la que circula mucha información. Tanta, que no puedo leerla. Otras personas se informan a través de los canales cubanos de Miami porque una persona que tiene una antena les cobra por traerles ese cable a la casa. Visto desde Cuba, sería la peor manera de informarse. Eso pasa porque hay tanto control de la información que al final se descontrola y la gente se informa de manera muy aleatoria y diversa. Muchas veces los que ven los canales de Miami son las personas más pobres, que no tienen computadora ni acceso al correo electrónico…