Sólo una pareja que intentó todos los métodos de fertilización asistida puede hablar lo que significa no poder ser padres. Sobre todo en un país donde la adopción no es sencilla y donde la ley deja en claro que es madre quien da a luz a su bebé. Más allá de la falta de legislación sobre fertilidad, esta última situación impide que en la Argentina pueda llevarse a cabo el alquiler de vientre.
En los Estados Unidos, esta es una práctica legal, habitual y con una casuística importante. El convenio que se firma entre las partes, es decir entre la pareja que alquila el vientre y la mujer subrogante está por encima de todo.
Desde mi experiencia, y según los casos de estudio que abordé, es vital que esta pareja no sólo haga una consulta con el especialista médico, sino también que cuente con un acompañamiento psicológico tanto al tomar esta decisión, durante la gestación de su hijo en el vientre alquilado y continuar un tiempo luego del nacimiento.
Es frecuente que la pareja tenga miedos y sentimientos encontrados frente a esta maternidad/ paternidad que será diferente al resto.
Sobrevuela la fantasía del arrepentimiento de la madre subrogada, imposible dentro de la legislación norteamericana, y el temor de no poder estar a tiempo cuando el bebé nazca. Sin dudas, esta maternidad y paternidad no va a ser igual a otras y los padres tienen que comprenderlo, asimilarlo y aceptarlo.
Del otro lado, se encuentra la mujer donante, que previamente fue evaluada tanto por una junta médica como por psicólogos especialistas en fertilidad. Por lo general, son mujeres madres que tuvieron buenos embarazos y buenos partos. Su psiquis está lo suficientemente madura como para poder albergar un niño en su vientre durante nueve meses que no será su hijo. Teniendo en cuenta los riesgos emocionales y psicológicos a la que se someten se les brinda una retribución económica que es muy merecida.
Con el objetivo de asegurar un buen vínculo, los médicos son los encargados de preseleccionar a la mujer que alquilará su vientre en función del perfil psicológico y social de la pareja de manera de que haya compatibilidad, semejanzas, costumbres y valores compartidos. Llevarán una relación durante la gestación de acuerdo a lo que pautarán las partes: desde llamadas telefónicas que brindarán información sobre la gestación, pasando por el envío de fotos de la panza o de conversaciones vía skype. Todo esto queda a criterio tanto de los padres como de la mujer subrogante.
Cuando hayan podido poner en palabras todos los sentimientos. Cuando tengan conciencia de todo lo bueno que van a tener y todos los inconvenientes. Cuando puedan poner en palabras los sentimientos negativos que pueda generar la figura de la subrogante, como envidia porque tiene la posibilidad de sentir a su hijo en su vientre. Cuando sepa que no va a ser algo sencillo de atravesar. Y sobre todo, cuando esta pareja pueda estar absolutamente convencida de que su rol de madre y padre lo ejercerán en plenitud, podemos indicar que esta pareja está en condiciones de someterse a un proceso de alquiler de vientre.
Por: doctora Luisa Barón (MN 47223), médica psiquiatra especialista en Fertilidad
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