Las consecuencias del volcán Puyehue en el ecosistema

Desde el 4 de junio, las cenizas que cubren parte del territorio argentino, por la erupción del volcán chileno, preocupan a todo el país. Más allá de las consecuencias físicas y materiales, especialmente de los habitantes de Villa La Angostura y Bariloche, crecieron dudas sobre el futuro del lago Nahuel Huapi y su ecosistema. Científicos del Conicet  investigaron la situación de la región

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Al día siguiente de la erupción, el Grupo de Calidad de Aguas y Recursos Acuáticos –Gecara- del Instituto de Investigaciones en Biodiversidad y Medioambiente Inibioma/Conicet, tomaron muestras de agua del lago Nahuel Huapi, correspondientes a sitios de captación de aguas para distribución a la ciudad y del lago en aguas abiertas y costeras, además de lixiviados de cenizas frescas, esto es, sin que hayan sido contaminadas por eventos posteriores.

Las primeras evaluaciones mostraron valores de pH, contenido global de sales, aluminio, sulfatos y sílice similares y en el orden de magnitud histórico de concentración para este ambiente.

"La literatura especializada destaca que los principales efectos de erupciones volcánicas sobre los cuerpos de agua, se dan a nivel de un aumento de turbiedad con la consecuente disminución de la transparencia, mientras que el impacto sobre la composición química del agua se ha referido como de menor grado", explicó el doctor Fernando Pedrozo, investigador del Conicet en el Inibioma, quien aclaró que el aumento de la turbiedad debido al aporte de arena y ceniza volcánica, que se ve en la actualidad, se manifiesta claramente sobre las aguas del Lago Nahuel Huapi y otros cuerpos de agua de la zona tales como el lago Traful y el Embalse Alicura.

Nada es para siempre

El aumento de la turbiedad puede afectar el ingreso de luz en la columna de agua y puede tener un impacto sobre las algas del fitoplancton y, consecuentemente, sobre la cadena trófica.

La disminución de la disponibilidad de luz afecta las tasas de fotosíntesis que hace que disminuya la biomasa que depende de este proceso para su crecimiento. Asimismo, se puede prever un "arrastre" del plancton por decantación de las partículas volcánicas.

"Estos fenómenos o similares fueron identificados por Gecara en el Lago Caviahue (Neuquén) con posterioridad a la erupción del volcán Copahue en julio de 2000. Pero hay que destacar que el fitoplancton del lago Caviahue en poco tiempo se recuperó a valores de biomasa comparables a los períodos pre-eruptivos", alentó Pedrozo.

Sin embargo, la deposición de ceniza y partículas volcánicas sobre el lecho de los ríos genera un manto que cubre a los organismos que crecen sobre rocas y plantas acuáticas, e interfiere tanto en el ingreso de luz como alterando los equilibrios químicos. En este caso también se afectará la cadena trófica, los sitios de refugio y de desove de la biota, entre otros.

"El resultado observado en el Río Agrio Superior por influencia de la erupción del volcán Copahue, fue la desaparición de las comunidades adheridas a los sustratos por el efecto abrasivo de las cenizas", recordó el investigador.

Cuando el volcán se hace notar…

La actividad volcánica emana gases que en contacto con el agua pueden provocar una disminución del ph.

La importancia de este efecto dependerá del volumen, superficie, morfología, composición química y renovación del agua del ambiente receptor y de los aportes recibidos. En este marco, y dada la cantidad y calidad de las partículas volcánicas, sus gases disueltos en el agua atmosférica y superficial (lagos, ríos, etcétera), gases contenidos en partículas, cenizas de lenta sedimentación, es recomendable monitorear los parámetros de pH, conductividad, alcalinidad, nutrientes y algunos metales guía (tales como Sulfatos, Aluminio, Hierro) para confirmar si el proceso resultante conduce a un cambio en las condiciones del agua.

Esta evaluación es de suma importancia para la evolución trófica de los lagos regionales afectados, ya que las comunidades biológicas que resistan o recolonicen los sistemas, dependerán de dicha situación.

Como peces en el agua

Puye, en mapudungu, la lengua del pueblo Mapuche, significa pez y hue, lugar. Efectivamente los peces nativos de Patagonia llevan más de 30 millones de años en el lugar y son anteriores al surgimiento de los Andes. Esto da pautas de que resistieron el enfriamiento y la aridización de la Patagonia, las glaciaciones y, también, el vulcanismo.

En ese sentido, este es un fenómeno natural y frecuente en la escala de la evolución y de los fenómenos adaptativos de nuestras especies nativas.

"Si bien son esperables algunos cambios, por ejemplo alteraciones cuantitativas en las tramas alimentarias, no es de esperar que los efectos de esta perturbación puedan ser notados de aquí a unos 3 o 5 años", detalló el doctor Víctor Cussac, investigador principal del Conicet.

Sin embargo, el principal trofeo de la pesca deportiva en la Patagonia, y que genera un importante efecto económico en toda la región equivalente en el verano al de la nieve en el invierno, son los salmónidos -introducidos, exóticos-, las conocidas truchas arco iris, marrones, trucha de arroyo y las grandes truchas migradoras, cabeza de acero y marrones marinas.

Si bien los salmónidos no cuentan con una larga historia de adaptación a los frecuentes fenómenos volcánicos de la historia de Patagonia, sí hay importantes referencias históricas en el Hemisferio Norte.

El caso testigo es el de la erupción del Monte Santa Helena (Washington), que fue estudiado durante 22 años desde la erupción el 18 de mayo de 1980 que impactó severamente sobre un número de lagos cercanos, con intenso calor, cenizas y ondas de presión que parecieron destruir las poblaciones de peces.

En esa oportunidad, las truchas sobrevivieron en la mayoría de los lagos; de hecho 19 de los 24 lagos estudiados tenían, en 2001, poblaciones autosostenidas, esto es sin ayuda de siembras. Sólo cuatro lagos perdieron sus poblaciones de peces. Dada la composición de los fondos por efecto de las cenizas, presumiblemente la reproducción de los salmónidos se vio perjudicada.

"La diversidad y abundancia del zooplancton declinó en la mayoría de los lagos inmediatamente después de la erupción y la turbidez provocada por las cenizas perjudicó la producción del fitoplancton. Cuando la transparencia mejoró, aumentó la producción primaria y crecieron las poblaciones zooplanctónicas", aclaró Cussac desde la Universidad del Comahue.

Con la esperanza de repetir la historia ocurrida a partir de la erupción del volcán Chaitén en 2008, los investigadores creen en la posibilidad de registrar algunos cambios interesantes, pero no catastróficos. Aun así, Cussac sugiere limitar la pesca deportiva a la captura y devolución con vida y no caer en la tentación de instrumentar siembras, ya que ningún elemento de juicio técnico señala en este momento que puedan ser netamente favorables.