¿Por qué mienten hombres y mujeres?

Las causas pueden ser distintas, pero existen gestos corporales comunes que los delatan. Una buena memoria es requisito para ser un farsante profesional

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A veces el objetivo es "fabricar" una imagen distinta de la que se tiene o "crear" un mundo inexistente. Quien  engaña necesita falsear la verdad para mostrarse diferente a una realidad inconveniente. Ello puede ser con el fin de conseguir algo, ser aceptado socialmente o porque el individuo no está conforme consigo mismo y se oculta tras una máscara ficticia. En otras ocasiones, el engaño se utiliza para no causar desilusión o evitar lastimar al otro.

Para el psiconalista Enrique Novelli los motivos más comunes por los cuales los hombres mienten giran en torno a la infidelidad y a la potencia sexual. "Son dos temas típicos en el varón para poder mantener cierta imagen. Utilizan la mentira para que no se descubra la infidelidad, aunque muchas veces ésta lleva a que se haga algo para que la pareja descubra el engaño", sostiene. "Mayormente el hombre es infiel por una cuestión de venganza, ya que algunos buscan una "aventura" porque, por ejemplo, su mujer se negó a mantener relaciones sexuales por alguna causa", agrega.

"El hombre es menos efectivo en las mentiras que la mujer. Hay mentirosos que son muy profesionales, pero para eso tienen que tener una cierta estructura de la personalidad y ser muy memoriosos", explica Novelli. En tal sentido, la psicoanalista Mónica Cruppi considera que los hombres compiten y buscan dejar una huella en lo social. "Ellos mienten en su potencialidad, no sólo en lo sexual, sino también en sus logros laborales y el estatus social".



Cruppi afirma que en la actualidad se miente mucho a través de la imagen, por ejemplo, a nivel profesional. "Si uno quiere falsearla, sólo hace falta distorsionarla. Hasta existen asesores de imagen que se ocupan de cambiar la apariencia de artistas y políticos para agradar y seducir al público. Es una de las nuevas formas de mentir", añade.

Un estudio publicado en el último número del Journal of Language and Social Psychology revela que a la hora de mentir, existen diferencias entre ambos sexos que se relacionan con el motivo del engaño. La investigación encabezada por Marilyn Boltz, doctora en psicología del Harverford College (Estados Unidos), arribó a la conclusión de que las mujeres tienden a falsear más para beneficiar a otros y que recurren a las mentiras piadosas. En cambio, los hombres utilizan los engaños en beneficio propio.

Para Cruppi las mujeres son más compasivas que los hombres, ya que para no herir la susceptibilidad del otro, a veces distorsionan la realidad. "Aunque lo piense, es raro que una mujer le diga a una amiga que está gorda. La mujer es más contenedora afectivamente, ya que cree que de esta manera no hiere tanto al otro. Preserva sus afectos y la familia". En el aspecto sexual no solamente ellos mienten o exageran frente a sus amigos en su desempeño amatorio, sino que ellas también recurren a los engaños para fingir placer "ya que les resulta más fácil que al hombre poder disimularlo", según Novelli.

Ambos especialistas consideran que la habilidad a la hora de mentir depende de la personalidad del individuo. Hay sujetos que están más capacitados que otros para engañar. "La mujer conciente o inconcientemente es más hábil en la mentira", dispara. Novelli. La capacidad para mentir se relaciona con la estructura moral de la persona, ya que, además de la personalidad depende de la ausencia de vergüenza, dice Cruppi

A nivel físico, existe un sinfín de gestos corporales que delatan a un mentiroso y que los especialistas denominan conductas pre verbales. Tocarse la nariz o comisura de los labios, mover mucho las manos, transpirar excesivamente, parpadeos constantes, usar un tono de voz muy alto o esquivar la mirada son signos que pueden dejar en evidencia un embuste.

"La sonrisa falsa es la que dura más de 10 segundos, por ejemplo, la de la foto. La natural es espontánea. En la postura del cuerpo, una persona abrumada y con los hombros caídos sugiere depresión y aunque diga que está muy bien se le nota en el cuerpo que no", sostiene Cruppi. Asimismo, las personas que tienen poca capacidad para mentir se sonrojan. "Sólo un observador avezado se puede dar cuenta de quién miente. El lenguaje corporal es lo que la persona transmite, es una comunicación por excelencia: un gesto equivale a un  montón de palabras. Es muy difícil captar que un sujeto miente a través del lenguaje corporal. El cuerpo lo delata con gestos que contradicen aquello que dice la palabra", reseña la psicoanalista.

Una referencia aparte merecen las mentiras piadosas, que son aquellas que tienen como objetivo no lastimar al otro,  aliviarle un sufrimiento o crearle expectativa. "Esto es muy típico en las madres. Cuando un chico hace un dibujo que no es estético, la mamá le dice que es lindo para alentarlo. En los adultos se utiliza el mismo recurso para salir del paso en una situación o para eximir al otro de una culpa", opina Novelli.

Esta clase de embustes procuran evitar daños mayores y son afirmaciones falsas para ser benevolentes. "Todo el mundo miente a nivel social. Son códigos instaurados para vivir armónicamente. Si no sería un caos, un 'sincericidio'. No se le puede decir a alguien que no se lo va a visitar porque su hijo es insoportable. Hay mentiras que están aceptadas", explica Cruppi.

Parece que la realidad a veces resulta inconveniente a nivel social. "Hay un quantum de hipocresía para poder convivir. Decirle a alguien que está viejo puede ser ofensivo".  Sin embargo, la experta recomienda ser lo más franco posible cuando se trata de relaciones personales. "La verdad da confianza en el otro, porque genera un vínculo".

El psicoanálisis sugiere optar por revelar una verdad dolorosa antes que decir una mentira piadosa "El punto pasa por cómo contarlo. En lugar de sancionar socialmente a aquél que dice una mentira es conveniente preguntarse cuál es el objetivo de ésta. Hay que ver en lo más profundo qué es lo que está determinando que alguien sea mentiroso", concluye Novelli.