en Mar del Plata perforó la inocuidad de derrotas en torneos extraoficiales como los que suelen organizarse los veranos y desliza sospechas de que no le alcanzará al equipo de
el tan esperado regreso a las canchas de
para enderezar el rumbo.
Parece difícil que Riquelme, el hombre que maneja el ritmo de su equipo en ataque, que desnivela con el pase justo y anestesia vértigos cobijando la pelota como pocos los saben hacer, pueda retener tanto el juego como para que el rival no ataque.
Porque ahí radica el temor ante defensas tan permeables de acuerdo a las variantes que presentó Boca en estos dos partidos en La Feliz. A la espera de una venta de
que se demoró al punto de, al parecer, sacarle el tachito de la cabeza, Basile probó ante San Lorenzo con
, y le hicieron tres goles, dos de ellos evidenciando esos temibles agujeros negros.
Volvió a darle lugar a
, manteniendo la zaga central: peor, cuatro adentro. Pero también falló el arquero, como lo hizo en aquel partido decisivo ante Tigre en el que Boca fue un finito campeón.
Y falló la contención en el medio con errores propios de chicos de baby fútbol, como en el segundo gol, cuando tres hombres se fueron a marcar al jugador que cedía la pelota y no al receptor o bien interceptar el circuito.
Todo eso no puede reemplazar Riquelme por más iluminado que esté. Por ende, resulta difícil aquella expresión aún fresca de Basile, quien dijo tiene el equipo de memoria si es que está Román.
Se viene el clásico ante River, pero clásico, súper si se quiere, al fin.
Difícil al menos para el choque del miércoles. Tal vez le dé vía libre en Mendoza para dar ritmo de competencia por la cercanía del debut oficial ante Argentinos.
, hombre que suele agitar fantasmas a River. Pero no parece ser sustancial. Su reemplazante natural,
, autor del gol de la última victoria de Boca sobre River en aquel 1-0 en el Monumental, fue el mejor hombre de Boca ante Estudiantes.
Puso el corazón en tres patriadas y llegó al gol del honor con un dribbling propio de otro partido. El tema viene por el otro extremo.
Es que más allá de la inminente vuelta de Riquelme, los problemas se fueron potenciando desde el final del Apertura hasta aquí. Porque Boca terminó el torneo con graves problemas defensivos y con cuestionamientos a
La zaga sigue haciendo agua y
no asoma para inyectar seguridad ante las dudas que deja "El Pato" en su último año en el arco xeneize.
Ahora encima Boca no tiene quién pueda reemplazar a
, una presencia de fuste en el medio que mirará durante seis meses los partidos desde afuera. Para encontrar una solución y dar una vuelta de tuerca sólo quedan apenas dos semanas, cuando comience la pelea por los puntos del Clausura, que como dijo Riquelme, es el que vale.