Las remeras del domingo

El obispo misionero, Joaquín Piña y el presidente de Brasil, Lula da Silva, ganaron sus contiendas electorales por amplio margen. La manera de festejar el triunfo fue por medio de su singular manera de vestir

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Las remeras fueron las grandes protagonistas de la jornada electoral de ayer. Tanto en Brasil, como en la provincia argentina de Misiones, los candidatos ganadores tuvieron en su pecho vestimentas acordes con los comicios... y con la victoria.
 
Una más cargada de simbolismo y de emoción que la otra, ambas fueron fotografiadas por cientos de fotógrafos que esperaron la salida de Lula da Silva y del obispo Joaquín Piña para celebrar sus respectivos triunfos.
 
Lula, el presidente de Brasil que ayer logró permanecer en el poder por los próximos cuatro años, mantuvo una leyenda más tradicional y que sigue una retórica que viene desde hace años y refleja su cultura.
 
"La victoria es de Brasil": la filosofía y el mensaje parece destinado a aumentar el orgullo de un pueblo que se sabe grande, a pesar de las limitaciones lógicas del contexto que le brinda América Latina.
 
El mandatario brasileño quiso generalizar su triunfo y dejar en claro que él quiere gobernar para todos los ciudadanos de su país. 
 
Ayer mismo, Lula dejó en claro que convocará a sectores de la oposición para profundizar políticas que aún están pendientes en su país.
 
Por el contrario un mensaje directo, pero cargado de simbolismos, vistió ayer al protagonista de las elecciones constituyentes de Misiones: una remera sencilla, de imagen angelical, pero con poco de inocencia.

San Miguel, quizás el arcángel más cercano a Dios según los relatos bíblicos, atraviesa con su lapidaria espada al demonio, en el pecho a Joaquín Piña, obispo de Puerto Iguazú y ganador de las constituyentes misioneras, por sobre el gobernador Carlos Rovira.

Piña lució esa remera llena de mensajes, en una jornada signada por las interpretaciones políticas. El religioso quiso continuamente hacerse ver con ese mensaje bíblico: la lucha del bien contra el mal. En eso centró su "campaña" desde el altar.

Junto a los arcángeles Gabriel y Rafael, Miguel figura entre la trilogía de los más cercanos seres celestes que apuntalan el Reino de Dios y que combate a los demonios por ser el "Príncipe de los Ejércitos Celestiales".

La imagen que ilustra esta remera recuerda también a otro icono del cristianismo: a San Jorge, montado a su caballo y con armadura, luchando contra un dragón. Esta vez, el arcángel Miguel lucha contra el "dragón de las tinieblas".

Es en el libro del Apocalipsis cuando surge triunfante la figura de este serafín de Dios. Allí, se libra en el Cielo una batalla de los ángeles fieles contra los "caídos". El resultado se selló a fuego durante cientos de años y ayer un obispo de una provincia argentina la patentó durante todo un día, también victorioso.

Es tal la consideración que la Iglesia Católica hace de este ser espiritual que lo coloca detrás de la Virgen María en sus letanías.

Pero no sólo es la espada lo que blande Miguel en su mano derecha. Una balanza representativa de Justicia es sostenida por su mano izquierda.

El pedido de equidad y orden legal fue uno de los mayores reclamos del Frente Unido por la Dignidad (FUD) en las constituyentes misioneras. Se pregonó durante meses por la vida democrática y constitucional del estado provincial.

Piña, un hombre acostumbrado a las luchas contra el poder de turno, libró varias de estas peleas en su vida. La de ayer fue quizás la más trascendental y expuesta que protagonizó, y el costo de una derrota hubiera quizás herido de muerte a una de las instituciones que cuenta con mayor prestigio en nuestro país: la Iglesia.

Como en el reconocido icono cristiano, el obispo de Puerto Iguazú salió triunfante. Y el pueblo misionero, también.