No hay dudas de que Star Wars es una de las franquicias más importantes y exitosas de la historia del cine. La trilogía que revitalizó la saga después de las polémicas precuelas tuvo como figura central a la actriz Daisy Ridley.
Su interpretación como Rey en Star Wars: el despertar de la fuerza (The Force Awakens - 2015), Star Wars: Los últimos Jedi (The Last Jedi - 2017) y Star Wars: El ascenso de Skywalker (The Rise of Skywalker - 2019), la situó al frente de las películas durante los primeros años tras la adquisición del universo por parte de Disney.
La elección de Ridley para el papel principal fue el resultado de una competencia intensa liderada por J. J. Abrams (Super 8), director de la primera y última entrega de la trilogía. En una entrevista con Inverse, la actriz compartió el consejo revelador que Abrams le brindó al unirse al proyecto: “Este no es solo un papel en una película. Esto es una religión para la gente. Cambia las cosas a un nivel que es inconcebible”, un comentario que resonó profundamente, ya que el cineasta enfatizó en la importancia de que “entienda la escala”.
Tras el lanzamiento de la última película de Star Wars, Ridley experimentó un proceso emocional intenso. En sus propias palabras: “Después de que salió la última película de Star Wars y todo estaba en silencio, pensé: ‘¿Qué está pasando?’ Estaba de luto”. La transición implicó dejar atrás relaciones forjadas en el set y el tiempo invertido en la franquicia, marcando un momento de reflexión y ajuste emocional para la protagonista de la trilogía.
En sus reflexiones, Ridley reconoce el impacto duradero de la saga en su vida. Recordando las palabras de Abrams sobre la magnitud del papel, la actriz admite que el cierre de la franquicia la sumió en un período de luto. Más allá de la fama y el éxito profesional, la experiencia de ser parte de Star Wars dejó una huella profunda en la vida personal de Ridley, evidenciando la conexión única que la saga tiene con aquellos que la integran.