La zona conocida como Salto del Ángel, en el municipio de Envigado (Antioquia), fue escenario de un nuevo operativo de rescate, después de que dos personas se extraviaran durante una caminata que realizaron sin tomar en cuenta las restricciones impuestas para este lugar.
Según el reporte del Cuerpo de Bomberos de Envigado, los visitantes ingresaron el domingo 27 de julio sin experiencia previa, sin equipo adecuado ni guía, pese a las advertencias sobre los riesgos en ese sector montañoso, uno de los más frecuentados de la región y que en repetidas ocasiones ha sido escenario de emergencias.
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El comandante de los Bomberos de la ciudad, el capitán Luis Bernardo Morales, confirmó al diario regional El Colombiano que los excursionistas, un hombre de 27 años y una mujer de 24, ambos residentes en Bello, solicitaron ayuda cerca de las 6:00 p. m. tras perderse en la zona de cascadas.
Morales señaló que, ante la imposibilidad de encontrar la salida y sin recursos para pernoctar en el sitio, los afectados recurrieron a los servicios de emergencia, lo que motivó la activación del protocolo de rescate.
Un equipo de cuatro rescatistas se desplazó hasta el lugar y, tras más de tres horas de búsqueda, localizó a los excursionistas alrededor de las 9: 30 p. m. Ambos presentaban signos de deshidratación leve, lo que obligó a los socorristas a realizar labores de extracción cuidadosa en un entorno boscoso y de difícil acceso.
Este operativo, según el reporte del Cuerpo de Bomberos de Envigado, concluyó sin mayores complicaciones, aunque puso de manifiesto una vez más la peligrosidad de la zona y la falta de preparación de muchos visitantes.
El capitán Morales, en su intervención ante el Concejo de Envigado y en declaraciones posteriores, insistió en la necesidad de que los ciudadanos se abstengan de ingresar al Salto del Ángel. Subrayó que se trata de una propiedad privada cuyos dueños han manifestado reiteradamente su oposición a la realización de actividades recreativas en el lugar.
Además, existen letreros visibles que advierten sobre la prohibición de senderismo, caminatas y fogatas, aunque, según el comandante, “hay visitantes que ignoran estas recomendaciones y obtienen ingresos por lugares no habilitados”.
El Salto del Ángel, un corredor ecológico en Envigado cercano a la antigua cárcel La Catedral, ha sido escenario de 10 muertes accidentales en los últimos cinco años, según el Cuerpo de Bomberos de Envigado. La cifra, que incluye tanto a visitantes locales como extranjeros, ilustra la magnitud del riesgo que representa este espacio natural, donde la imprudencia y la desinformación han cobrado un precio elevado.
A pesar de las advertencias reiteradas y de la prohibición expresa de realizar caminatas en la zona, la afluencia de personas no ha disminuido, impulsada en parte por la promoción en redes sociales que presenta el lugar como un destino turístico sin advertir sobre sus peligros reales.
La muerte de Manuela Vanegas Morales, de 34 años, el 6 de julio de 2025, puso nuevamente en evidencia la peligrosidad del Salto del Ángel. Según relató el capitán Luis Bernardo Morales, comandante del cuerpo de bomberos de Envigado, la víctima se encontraba con su pareja cuando perdió el equilibrio en un tramo inclinado del sendero y cayó a un abismo.
El comandante precisó que “esta mujer cae de una altura aproximada entre 30 a 40 metros y lamentablemente falleció como consecuencia de las lesiones que obtuvo en la caída al lugar del impacto”. Este tipo de accidentes, lejos de ser aislados, se han convertido en una constante en la zona.
El terreno del Salto del Ángel presenta características que incrementan el riesgo de accidentes graves. Existen tramos con paredes de piedra cuya inclinación alcanza el 70%, lo que facilita que cualquier traspié termine en una caída hacia los peñascos.
El capitán Morales subrayó que muchos visitantes llegan sin el estado físico adecuado ni el equipamiento necesario, como calzado apropiado o elementos de seguridad. Además, la densa vegetación y la inestabilidad del terreno dificultan tanto el tránsito como las labores de rescate, lo que agrava las consecuencias de cualquier accidente.