Durante el verano, los riñones trabajan bajo presión, ya que el calor intenso, la sudoración excesiva y la pérdida de líquidos no solo aumentan el riesgo de cálculos renales, sino que pueden desencadenar problemas más graves como la insuficiencia renal aguda, especialmente en personas vulnerables. A pesar de esto, la salud renal sigue siendo una de las áreas más descuidadas en la prevención médica, a pesar del alarmante aumento de la enfermedad renal crónica a nivel mundial.
En una entrevista concedida al medio italiano Vanity Fair Italia, el Doctor Luca De Nicola, presidente de la Sociedad Italiana de Nefrología (SIN) y profesor en la Universidad Vanvitelli de Nápoles, ofrece recomendaciones clave para proteger los riñones durante los meses más calurosos del año.
“El verano es una estación que pone a prueba los riñones. La pérdida de líquidos a través del sudor provoca una mayor concentración de la orina, lo que favorece la formación de cálculos renales en personas predispuestas”, explica De Nicola. “Pero además, en personas frágiles como los ancianos, los pacientes con enfermedad renal crónica o los trasplantados, puede producirse insuficiencia renal aguda por una pérdida excesiva de sal y agua”.
Deshidratación, cálculos y otros riesgos
La deshidratación es uno de los factores de riesgo más importantes. Cuando no se consume suficiente agua, los minerales como el calcio y los oxalatos tienden a concentrarse en la orina, formando cristales. Además, una pérdida de sodio puede reducir la presión arterial, lo que eleva el riesgo de hipotensión, infarto de miocardio o accidente cerebrovascular, según el especialista.
Uno de los mitos más extendidos es que reducir los productos lácteos previenen los cálculos renales. “Esto es falso”, asegura De Nicola. “El calcio que se obtiene a través de los alimentos es esencial para la salud ósea y el equilibrio del organismo. El verdadero enemigo es la mala hidratación, no el calcio en la dieta”.
Hidratación, dieta y prevención como claves de protección
Las recomendaciones que presenta el artículo del medio italiano son beber tres litros de agua diarios, en particular en personas propensas a formar cálculos, seguir una dieta rica en frutas, verduras e infusiones, y limitar el consumo de proteínas animales, espinacas y frutos secos. También se aconseja un ligero aumento en la ingesta de sal en personas sin problemas cardíacos o hepáticos, para compensar las pérdidas por sudoración.
Otro factor a tener en cuenta es el consumo de alcohol, que puede aumentar el riesgo de daño renal al provocar una mayor pérdida de líquidos y favorecer la hipotensión, sobre todo si se combina con temperaturas elevadas o ciertos medicamentos.
Desde la Sociedad Italiana de Nefrología, se han impulsado varias iniciativas para mejorar la prevención, incluyendo una vía de atención precoz desarrollada junto al Ministerio de Sanidad, y un proyecto de ley para introducir el cribado renal en personas de riesgo como diabéticos, hipertensos, cardiópatas y personas con obesidad.
El pasado 23 de mayo, la Organización Mundial de la Salud dio incluyo oficialmente la enfermedad renal crónica entre las prioridades globales de salud pública. “Es un reconocimiento histórico que nos impulsa a seguir trabajando en prevención, diagnóstico precoz y educación sanitaria”, concluye De Nicola.