"Popeye", el sicario de Pablo Escobar, aseguró que "los narcos tomaron la Argentina"

"El narcotráfico en la Argentina está matando más gente que las FARC en Colombia", dijo Jhon Jairo Velásquez en una entrevista con InfobaeTV

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A Jhon Jairo Velásquez se lo conoce como Popeye. Así le decía su jefe, Pablo Escobar Gaviria, uno de los mayores narcotraficantes de la historia mundial. Él mismo se define como un asesino. No es para menos: se atribuye 250 muertes por encargo, entre ellas la del amor de su vida, Wendy Chavarriaga, una modelo colombiana que había sido amante del capo del Cartel de Medellín.

En la exitosa serie El Patrón del mal, Popeye es El Marino. Los creadores del programa decidieron utilizar apodos similares para todos aquellos personajes que aún están vivos. Cuando le preguntan por el programa, Velásquez dice que la serie le gustó pero marca distancia sobre la imagen que la televisión construyó sobre Escobar: "Él era un asesino completo, un hombre, un guerrero como ninguno".

En una entrevista con InfobaeTV, el sicario preferido de Escobar aseguró que "la Argentina se está colombianizando" por la cantidad de muertes que provocó el narcotráfico en los últimos años. Hace un paralelismo entre la Argentina y Venezuela y cree que para luchar verdaderamente contra los carteles de droga que operan en la región debe cambiar el gobierno.

El Patrón
Las fiestas de Pablo Escobar en la hacienda Nápoles eran despampanantes. En muchas de ellas trabajaron artistas argentinos, algunos de los cuales formaron una relación amistosa con el narco colombiano. Popeye dice que su jefe fallecido -fue abatido en 1993- era admirador de Sandro (Roberto Sánchez) y Piero (Piero David Franco de Benedictis). A este último lo recuerda como un "gran ser humano de buen corazón", ya que fue quien lo invitó a venir a la Argentina en solidaridad con la familia de Escobar Gaviria.

"El día que mataron a Pablo sentí miedo por primera vez; me sentí un miserable, un cobarde. Y al escuchar lo que decían los medios de comunicación me di cuenta de que yo andaba con un titán, un gigante; me lloró el alma, me sentí chiquito, cobarde", recordó.

"Yo admiraba a Pablo Escobar; lo amaba. Y lo sigo respetando, sigo obnubilado con su figura. Me siento muy orgulloso de haber trabajado para él. De lo que no me siento orgulloso es de los crímenes para la época", repite sin resquemor Velásquez, quien empezó su carrera como asesino a los 17 años.

Esas muertes que le encargaba Escobar a él y a su equipo de sicarios le permitían tener una vida casi de lujo. Es que el "Patrón" les abonaba entre USD 200 mil y USD 500 mil cada vez que asesinaban a un enemigo del Cartel de Medellín.

Un aspecto que no pasa desapercibido y que llama la atención es la rigidez con la que describe al capo narco, a quien vio llorar una sola una vez en la vida: fue el día de la muerte de Mario Henao Vallejo, su cuñado.

Popeye estuvo 22 años preso por sus asesinatos. En agosto de 2014 fue liberado. Hoy, a los 53 años, trabaja en la historia de su vida que pretende llevar a la pantalla grande para reivindicar la figura de Pablo Escobar. Sus libros hoy son muy difíciles de conseguir en las librerías de la Argentina y sólo se puede acceder a ellos en forma online.