Demoraron a una policía en Rosario por evadir un control de seguridad tras ser vista en una situación sospechosa

Agentes de la Motorizada observaron a la mujer participar de un accionar similar al de un “transa” en una de las zonas más calientes de la zona norte de la ciudad

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El lugar en donde la Motorizada la observó a la mujer en una situación sospechosa
El lugar en donde la Motorizada la observó a la mujer en una situación sospechosa

Una oficial de la Policía de Investigaciones (PDI) de Rosario fue demorada por los agentes de la Motorizada por evadir un control de seguridad. Minutos antes, había sido vista en una situación sospechosa, similar al accionar de un “transa”.

El hecho ocurrió en Cavia y Leonardo Favio, Barrio La Esperanza, uno de los puntos más calientes de la zona norte de la ciudad.

De acuerdo con la información a la que pudo acceder el medio local Rosario3, cerca de las 10 de la mañana, personal de la Policía Motorizada observó a una mujer, que se trasladaba en una moto 110 marca Keller, intercambiar algo con un hombre que también se movilizaba en moto.

De esta manera, los oficiales intentaron identificar a la mujer, pero ella ignoró sus advertencias y aceleró para evadir el control. Finalmente, lograron interceptarla a la altura de la calle Superí al 2100. En ese momento, se identificó a los gritos como Lucrecia P., de 39 años, personal de la PDI e, incluso, amenazó con denunciar a los agentes por su proceder. Pese a la situación que observaron los oficiales, tras realizar una requisa, no hallaron drogas.

De igual forma, secuestraron su credencial, su chaleco antibalas y su arma reglamentaria y quedó demorada en la comisaría 10a. por disposición de la Fiscalía de Flagrancia que tomó intervención en el caso.

La zona en la que fue interceptada la mujer
La zona en la que fue interceptada la mujer

En simultáneo, detuvieron al hombre con el que Lucrecia se habría encontrado. Al iniciarse el operativo contra la oficial, otro agente siguió al hombre hasta una finca en estado de abandono, ubicada en Leonardo Favio al 2000, donde intentaba refugiarse.

En el lugar, se encontraba otro hombre, por lo que ambos fueron detenidos y se incautaron sus dispositivos móviles. La situación en la que fueron vistos aún no ha sido esclarecida. Mientras tanto, la Justicia avanza en el caso para resolver la situación procesal de cada uno de los implicados.

Esta no es la primera vez que una persona cercana a las fuerzas de seguridad termina involucrada en cuestiones ligadas al accionar criminal en la provincia de Santa Fe. De hecho, en abril de este año detuvieron al ex subjefe de la Policía Federal en Santa Fe por favorecer a un preso condenado por narcotráfico y emitir facturas truchas.

De igual forma, recaen varias denuncias en su contra. Según el medio local Diario Uno de Santa Fe, los delitos que se le imputan son: cohecho pasivo, peculado, incumplimiento de los deberes de funcionario público, abuso de autoridad, en concurso ideal con encubrimiento doblemente agravado debido a su condición de funcionario público y por violación de secretos, acoso laboral y acoso sexual.

Se trata de L.B., un hombre que hasta marzo de este año fue autoridad de la División Unidad Operativa Federal (DUOF) en la provincia. De acuerdo con una denuncia que quedó en manos del fiscal federal N°2 Walter Rodríguez, el agente habría compartido información de allanamientos e investigaciones a Juan Ignacio Suris, un hombre que fue condenado a ocho años de prisión por tres causas, en las que fue encontrado culpable de dirigir una asociación ilícita que estafó a la AFIP de vender estupefacientes durante más de dos años y evadir impuestos.

A su vez, se considera que L. B. permitió que Suris utilizara las instalaciones de la dependencia policial a su gusto, brindando comodidades y privilegios dentro del lugar de detención. De hecho, el criminal llegó a realizar pedidos de comidas mediante aplicaciones destinadas para tal fin. Los demás agentes tenían la obligación de atenderlo, cumplir con sus exigencias y hasta preparar asados cuando él y sus amigos reclusos lo requirieran. A cambio de estos servicios, L.B. recibía grandes pagos.

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