Los secretos de las Zonas Azules, los cinco lugares del mundo con más habitantes mayores de 100 años

Los expertos en estos parajes cuentan los hábitos y las lecciones que se pueden aprender de estas comunidades para vivir más años

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En las Zonas Azules hay muchas personas que llegan a los 100 años o se acercan (ShutterStock).
En las Zonas Azules hay muchas personas que llegan a los 100 años o se acercan (ShutterStock).

Dos hombres esperan en un camino de tierra. Están rígidos. No dejan entrever apuro alguno. Calixto tiene 85 años y Pablo 90. Las manos los delatan, en las manos el paso del tiempo no se detiene. Pierden flexibilidad, se convierten en garras inocuas y manchadas, rígidas y lentas. Miran al frente, se mueven con comodidad y lentitud. Uno puede suponer que esperan a algún descendiente que los pase a buscar para compartir un día con nietos y bisnietos. Pero no. Cuando llegue, el autobús los va a llevar hasta lo de Panchita, su madre.

Panchita come con fruición. Desgrana con dientes más jóvenes que ella un choclo (mazorca de ma. No escucha bien y a veces le tienen que repetir las cosas. La voz tiembla y va ganando volumen con el correr de la frase, el aire se acumula y hace sentir más cómodas a las palabras. La banda sonora permanente, el ruido blanco de fondo es el canto ininterrumpido de los pájaros. Panchita tiene 109 años y espera la visita de sus hijos nonagenarios. Pero esta familia de hijos de noventa años y de madres de 109 no es una excepción en la Península de Nicoya, Costa Rica. Allí son muchos los chicos que conocen y disfrutan de sus tatarabuelos.

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La Península de Nicoya y otras cuatro localizaciones globales han sido identificadas como Zonas Azules, áreas donde la longevidad de sus habitantes supera ampliamente el promedio global. Una reciente producción, el documental dirigido por Víctor Cruz y titulado ¡Que vivas cien años!,se sumerge en estas comunidades para explorar los secretos detrás de sus impresionantes expectativas de vida.

Cómo se descubrieron las Zonas Azules

El documental destaca la presencia notable de ancianos, incluidos aquellos que superan los noventa y cien años, demostrando una calidad de vida que desafía los límites convencionales de la edad. Sin recurrir a narraciones en off o argumentos científicos densos, Cruz opta por una inmersión visual que permite a los espectadores observar directamente los principios y hábitos diarios de estas poblaciones. Este enfoque sigue la filosofía de show, not tell (mostrar, no contar), poniendo al frente las historias personales sobre el análisis científico, según compartió el director en una entrevista con Infobae.

La peculiaridad de las Zonas Azules fue identificada por primera vez por Michel Poulain y Gianni Pes, quienes descubrieron estas comunidades a través de una combinación de demografía y gerontología. Estas zonas, entre las que se encuentran Cerdeña en Italia, Okinawa en Japón, Icaria en Grecia, y Loma Linda en California, además de la Península de Nicoya, comparten características comunes como bajas tasas de enfermedades cardíacas, demencia senil y cáncer, junto con dietas moderadas, actividad física constante y un sentido de propósito en la vida de sus habitantes.

Dan Buettner, apoyado por la National Geographic y la Sociedad de Gerontología de Norteamérica, tomó el relevo investigativo para añadir más profundidad al entendimiento de estas zonas, destacando la importancia de los lazos comunitarios, prácticas dietéticas y niveles moderados de actividad física como contribuyentes a este fenómeno.

El documental también aborda la dualidad de la longevidad, reconociendo que aunque ciertos aspectos de vivir una vida prolongada pueden ser desafiantes, predominan sentimientos de gozo, sabiduría y paz. Esto se refleja en la atención y dedicación que reciben los ancianos de sus comunidades, mostrando que más allá de la genética, los factores ambientales y sociales juegan un papel crucial en alcanzar edades avanzadas.

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Con su enfoque en las historias y el entorno que permiten estas notables expectativas de vida, ¡Que vivas cien años! ofrece una mirada íntima a un tema que continúa fascinando no solo a científicos sino también al público general. En lugar de ofrecer respuestas definitivas, invita a la reflexión sobre los elementos que constituyen una vida larga y plena.

Panchito Villegas Contreras, habitante de la Península de Nicoya, en Costa Rica
Panchito Villegas Contreras, habitante de la Península de Nicoya, en Costa Rica

De Cerdeña a Okinawa

Los investigadores identificaron a Cerdeña como el epicentro de una característica poblacional única, donde un número significativo de residentes superan el siglo de vida. Este fenómeno, inicialmente observado en una pequeña comarca de la isla, fue posteriormente hallado en otros lugares del mundo, marcando estos sitios en un mapamundi en su oficina con círculos azules, lo que llevó a acuñar el término “Zona Azul” para describir dichas áreas.

La detección de poblaciones centenarias fuera de Cerdeña llevó a los investigadores a profundizar en el análisis sobre qué factores contribuyen a esta excepcional longevidad, buscando patrones de vida o características ambientales compartidas entre estas comunidades. La representación gráfica de estos hallazgos mediante un mapamundi y el uso de un marcador azul para señalar cada nueva localización subraya un enfoque meticuloso y sistemático para entender un fenómeno global con implicaciones en la salud y la ciencia demográfica.

Aunque el estudio inicial se centró en Cerdeña, el término Zona Azul se ha extendido para describir cualquier área que demuestre un alto número de residentes de edad avanzada, fomentando así la investigación internacional sobre el tema. Investigadores de distintas disciplinas se han interesado por estos hallazgos, abordando la longevidad desde perspectivas que incluyen la dieta, el estilo de vida, la genética, y el entorno social y natural como factores potenciales que contribuyen a una vida más larga y saludable.

Las claves de las Zonas Azules
Las claves de las Zonas Azules

Cerdeña, la isla de Okinawa en Japón, la Península de Nicoya en Costa Rica, la Isla de Icaria en Grecia y Loma Linda en California. Esos son las cinco zonas azules que se reconocen en la actualidad. Después del hallazgo de Poulain y Pes, un periodista norteamericano salió por el mundo en busca de otros lugares parecidos. Y encontró los cuatro restantes. Dan Buettner necesitaba saber si existía algún patrón, características que se reprodujeran y explicaran la situación. Buettner estaba acostumbrado a la aventura. Recorría el mundo en bicicleta y luego lo contaba. Había escrito libros y filmado documentales con sus travesías. Pero esto era distinto. No alcanzaba con la osadía y la curiosidad del explorador, necesitaba un apoyo científico. Así respaldado por la National Geographic y la Sociedad de Gerontología de Norteamérica, y acompañado por varios especialistas, salió por el mundo a buscar regiones en las que las personas viven más tiempo. Y a tratar de dar con los motivos.

En noviembre de 2005, Buettner publicó sus revelaciones en un articulo en National Geographic que se convirtió en un verdadero boom. El número entró en el podio de los más vendidos en la historia de la revista. El título de portada: Los secretos para vivir más.

Se suele jugar con la imaginación. Recrear un día perfecto o diseñar un lugar ideal en el que nacer. Ese sitio soñado tendría que tener, entre otras cosas, clima amable, naturaleza prolífica, alimentos sanos y sabrosos al alcance de la mano, la posibilidad de vivir bien en cualquier etapa de la vida: que los jóvenes sean educados con dedicación, que los viejos sean cuidados con amor. Donde haya paz, reine la tolerancia y no existan las tensiones cotidianas. Un lugar en que se viva en comunidad, en el que la cooperación sea norma y en el que impere la paz. Una descripción casi utópica. Sin embargo, Buettner y su equipo encontraron cinco de estos lugares.

A pesar de eso todavía faltaba determinar algo muy importante. ¿Qué es lo que tienen en común sitios a priori tan disímiles cómo una isla caribeña, un lugar elevado en el Mediterráneo, una isla en el Pacífico, una ciudad norteamericana y un rincón griego?

Episodio: Diferencia entre esperanza de vida, esperanza de vida saludable y longevidad.

Los 9 hábitos que te hacen vivir más años

En su libro The Blue Zones: 9 lessons for living longer from the peolple who' ve lived the longest, Buettner realizó un listado de nueve lecciones que se encuentran en estas Zonas Azules, hitos que, según sus investigaciones, prolongan y mejoran la calidad de vida. Sistematizó sus hallazgos. Nueve aspectos de los que podemos aprender. Un catálogo de hábitos saludables:

1) Actividad física moderada, constante y persistente: estos longevos no son ultramaratonistas (aunque sí en la carrera de la vida, parece) pero siempre han trabajado y han necesitado de esfuerzo para trasladarse de un lado a otro en sus hábitats.

2) Tener un propósito de vida: su propio Ikagai que los motive a levantarse cada mañana.

3) Niveles bajos de estrés: evitar las preocupaciones laborales, persistentes, que suman presión a la vida diaria.

4) Dietas moderadas en calorías. Los habitantes de Okinawa mantienen un hábito: comen hasta estar cerca del saciamiento. Pero nunca se exceden. Aplican un principio de Confucio: “Come hasta que estés lleno en 8 partes de diez”.

5) Alimentación centrada en frutas y verduras. Las comidas basadas en lo que la naturaleza proporciona rige las dietas de estos lugares.

6) Uso moderado del alcohol: el alcohol permitido en pequeñas dosis. Todos los demás excesos, adicciones o consumos que alteren el cuerpo y la conciencia están proscriptos. Las drogas y el cigarrillo están desterrados de las Zonas Azules.

7) Tener fe: compartir creencias, esperanza en el futuro y hasta la actividad religiosa son factores que se repiten en estas comunidades.

Antonio Cabidú en las montañas de la isla de Cerdeña
Antonio Cabidú en las montañas de la isla de Cerdeña

8) Vida familiar: la red de contención familiar, vivir con alguien, cuidar y ser cuidado. En estas Zonas Azules se ha comprobado que quienes son pareja viven que más que sus hermanos. Es decir, una esposa tiene mayor esperanza de vida si su esposo es longevo que si el que lo es su propio hermano. Otro aspecto que indica que los genes no son los que determinan todo.

9) Vida social: un involucramiento en la vida de la comunidad. El corolario de este punto es que la sociedad los admita, tenga reservado un lugar para sus ancianos.

El Dr. Valentín Fuster y Josep Corbella en su libro La ciencia de la larga vida al reflexionar sobre estos estudios llegan a dos conclusiones. Por un lado afirman que “los habitantes de las Zonas Azules no eligen vivir como viven. No se cuidan porque quieran cuidarse. Simplemente viven cómo se vive en su comunidad”. La segunda se desprende de la premisa anterior: “Cuidar la salud no puede considerarse únicamente una responsabilidad individual. Es sobre todo una tarea colectiva”.

La explicación genética responde una parte de los integrantes. Ni siquiera lo hace con una parte importante. Hay factores ambientales, de hábitos alimenticios, de creencias, de trabajo a lo largo del tiempo, de actividad física constante y también no deben soslayarse los factores sociales: la importancia de estos ancianos para su sociedad. No son una carga, no son un descarte que nada tiene para aportar, sino seres a ser honrados y escuchados.

De los principios que enarbolan los que investigan las zonas azules, el que más sorprende y el que más claro se ve en el interesante documental de Víctor Cruz es el del Ikagai. Un proyecto de vida. Vivir en el presente, no en el pasado. Llevar adelante las tareas del día, tener ilusiones aunque sean a corto plazo, aunque parezcan triviales. Esos ancianos son gente con deseos, con proyectos. “No es gente que está esperando la muerte. Les pasan cosas, hacen. Viven el día a día. Como están activos no piensan tanto en el pasado”, cuenta Víctor Cruz.

En esas vidas no prima el pasado, ni la nostalgia. Disfrutan de sus días, renuevan casi cotidianamente la ilusión.

¡Que vivas cien años! nos muestra a un hombre de 90 volando una avioneta (no interesa si es cierto o no: la escena con la versión de Volare de Modugno lo vale, es conmovedora), otro andando a caballo (“Si no me dejan andar a caballo, yo me escapo y lo hago igual”, dice Pachito a sus 98), o a Sarita bailando y cantado animada a los 93, o a Antonio de 94 trabajando con animales en el campo o a los KBG84 japoneses con su coreografía alegre y su éxito viral. Nos muestra a estos ancianos, que están por llegar al centenar de años, y que siguen viviendo con plenitud.

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