La “lluvia de sangre” llega a España: qué es el fenómeno meteorológico que se juntará con la calima

Andalucía y Canarias, especialmente en Lanzarote y Fuerteventura, serán las más afectadas por la llegada de este fenómeno

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Imágenes de la Alhambra y el Albaicín de Granada cubiertos por la calima del Sahara a 15 de marzo del 2022. (Álex Cámara / Europa Press)
Imágenes de la Alhambra y el Albaicín de Granada cubiertos por la calima del Sahara a 15 de marzo del 2022. (Álex Cámara / Europa Press)

Durante el fin de semana, se prevé un tiempo anticiclónico estable en la mayor parte el país, con cielos nubosos o nubes altas. Sin embargo, la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) ha lanzado un aviso por la lengua de polvo procedente del Sáhara que invadirá la Península e incluso llegará a Europa durante el fin de semana. Esta calima, sumada a las lluvias que se esperan de cara al fin de semana, provocarán que veamos la denominada  “lluvia de sangre”, más conocida como “lluvia de barro” por el color rojizo que tienen las gotas de agua al caer.

La irrupción de la calima se daría en el sudoeste peninsular, la región de Alborán y el este del archipiélago canario. Las comunidades de Andalucía y Canarias, especialmente en Lanzarote y Fuerteventura, serán las más afectadas por la llegada de este fenómeno. . La calima también se dejará notar en Castilla-La Mancha, Extremadura o Madrid.

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La Sierra de Guadarrama (Madrid) cubierta de nieve y polvo sahariano. (Rafael Bastante / Europa Press)
La Sierra de Guadarrama (Madrid) cubierta de nieve y polvo sahariano. (Rafael Bastante / Europa Press)

La Aemet avisa que la cola de un frente podría dejar algunas precipitaciones al final del viernes en el noroeste de Canarias, por lo que es probable que acabe cayendo la lluvia de barro que dará pie al resto de lluvias de sangre que verá el país.

A partir del sábado, es posible que la calima se extienda gran parte de la península. El problema llega con la entrada de un frente atlántico por el noroeste asociado a la borrasca Olivia, que traerá precipitaciones en Galicia, Asturias, el oeste de Castilla y León y gran parte del archipiélago canario. Por ello, crecen las posibilidades de que las lluvias se acompañen de barro a causa del polvo y la arena suspendidos en el ambiente.

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Cielo con tonos rojizos por la llegada de polvo sahariano, a 14 de marzo de 2022, en Navares, Caravaca de la Cruz, Murcia.(Javier Carrión / Europa Press)
Cielo con tonos rojizos por la llegada de polvo sahariano, a 14 de marzo de 2022, en Navares, Caravaca de la Cruz, Murcia.(Javier Carrión / Europa Press)

La borrasca ‘Nelson’ alivia la sequía

Las precipitaciones que dejó la borrasca ‘Nelson’ durante la Semana Santa han ayudado a que la reserva hídrica de España suba hasta el 63,1% de su capacidad, es decir, 5,3 puntos respecto a la semana pasada, con un total de 35.375 hectómetros cúbico. De hecho, las cuencas de acumulación del oeste peninsular han logrado salir de la sequía meteorológica, aunque, en realidad, según explica la Aemet, estas consecuencias positivas solo se producen si se consideran las lluvias a un año. Es decir, que si se revisan los últimos tres años de precipitaciones (con los que se evalúa la sequía de larga duración), la escasez de lluvias persiste en buena parte de España.

Subida de la demanda del agua

“Las últimas lluvias suponen un alivio general, pero no logran resolver el déficit que se viene acumulando desde el pasado 1 de octubre”, explicaba en una entrevista con Infobae España Julia Martínez, directora técnica de la Fundación Nueva Cultura del Agua, que aclaraba que el problema no viene tanto por la falta de precipitaciones, sino más bien por la creciente demanda de agua por parte de la agricultura frente a los recursos disponibles.

Las demandas “se están expandiendo cada vez más, sobre todo por parte del regadío, que utiliza el 80% de todo el agua disponible y hay un crecimiento permanente de nuevos perímetros, tanto de forma legal con decenas de miles de hectáreas nuevas en distintas cuencas, especialmente en el Ebro, como de miles de hectáreas de regadíos ilegales, lo cual sería insostenible incluso aunque no hubiera sequía. Es inviable”, sostiene Martínez. Revertir esa situación, añade la experta, pasa por reducir la demanda de agua, especialmente la del regadío, “un esfuerzo que tiene que recaer en las grandes empresas agroalimentarias, multinacionales y fondos de inversión, además de propietarios de extensas fincas”. “La única solución es reducir el regadío intensivo en manos de grandes propietarios”, insiste.

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