El Ártico podría pasar un verano prácticamente sin hielo marino para la década de 2030

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Especial para Infobae de The New York Times.

Según un nuevo estudio científico, el primer verano registrado en el que se derrita prácticamente todo el hielo marino del Ártico podría ocurrir tan pronto como en la década de 2030, unos diez años antes de lo que habían pronosticado los investigadores.

Los hallazgos arbitrados, publicados el martes, también muestran que este hito del cambio climático podría materializarse incluso si las naciones logran frenar sus emisiones de gases de efecto invernadero con más firmeza de la que han mostrado hasta ahora. Las proyecciones anteriores habían revelado que tomar medidas más contundentes para detener el calentamiento global quizá bastaría para preservar el hielo durante el verano. Las investigaciones más recientes sugieren que, en lo que respecta al hielo marino del Ártico, solo recortes pronunciados y radicales de emisiones podrían revertir los efectos del calentamiento que ya están en marcha.

“Estamos muy cerca de perder la cubierta helada del océano Ártico en el verano, casi sin importar lo que hagamos”, sentenció Dirk Notz, climatólogo de la Universidad de Hamburgo en Alemania, y uno de los cinco autores del nuevo estudio. “Hemos esperado demasiado tiempo para tomar medidas frente al cambio climático como para lograr proteger lo que queda del hielo”.

A medida que se ha reducido el hielo marino en décadas recientes, comunidades, ecosistemas y economías en el Polo Norte del planeta han tenido que lidiar con las consecuencias. Pero los efectos se extienden mucho más allá de esta región.

El hielo marino funciona como un reflector que envía la radiación solar de vuelta al espacio, así que, cuanto menos hielo hay, más rápido se calienta el Ártico. Esto provoca que la capa de hielo en Groenlandia se derrita con mayor velocidad, lo que a su vez aumenta el nivel del mar en todo el mundo.

La diferencia de temperatura entre el Polo Norte y el ecuador también influye en la trayectoria de las tormentas y la velocidad del viento en las latitudes medias, lo que significa que el calentamiento del Ártico podría afectar eventos meteorológicos como las precipitaciones extremas y las olas de calor en partes templadas de América del Norte, Europa y Asia.

En las últimas cuatro décadas, el extremo norte de la Tierra ya se ha estado calentando cuatro veces más rápido que el promedio global, un fenómeno que los científicos llaman amplificación ártica.

“Nuestros resultados sugieren que la amplificación ártica llegará con más fuerza y velocidad”, afirmó Seung-Ki Min, climatólogo en la Universidad de Ciencia y Tecnología de Pohang en Corea del Sur y otro de los autores del nuevo artículo. “Eso significa que los impactos relacionados también vendrán más rápido”.

En el transcurso de cada año, el agua en la superficie del océano Ártico se congela y se derrite con el paso de las estaciones. La cantidad de hielo aumenta en invierno, llega a su punto máximo alrededor de marzo, luego disminuye hasta su nivel mínimo anual, por lo general, en septiembre.

Los declives de septiembre han tendido a la baja desde que comenzaron a tomarse mediciones satelitales continuas en 1979, lo cual ha conducido a los investigadores a tratar de predecir cuándo será el primer verano en que se derrita todo el hielo flotante de este océano.

Esto no significa que no habría nada de hielo en el agua, se espera que aún haya placas heladas en ciertos rincones del Ártico en el futuro próximo. Más bien, lo que los científicos delimitan como umbral es un millón de kilómetros cuadrados de hielo. Esto es menos del 15 por ciento de la cubierta estacional mínima de hielo que hubo en el Ártico a finales de los años setenta.

Al analizar tanto las mediciones satelitales de la capa de hielo como los modelos a computadora del clima global, los investigadores proyectaron que el hielo de septiembre tal vez se reduzca por debajo de este nivel por primera vez antes del año 2050. Pero el momento exacto ha sido difícil de predecir, en parte debido a que los modelos computarizados suelen subestimar los declives de hielo marino que los satélites detectan.

Los autores del estudio más reciente, que fue publicado en la revista Nature Communications, compensaron este problema al ajustar primero los modelos climáticos para que estuvieran más alineados con las observaciones satelitales. Luego usaron los modelos adaptados para proyectar los cambios futuros del hielo marino según cuatro posibles escenarios para las emisiones de gases de efecto invernadero en las próximas décadas.

En tres de estos escenarios, que representaron incrementos de emisiones de moderados a altos, el hielo de septiembre disminuye por debajo del límite crítico por primera vez a partir de la década de 2030, más o menos diez años antes de lo previsto.

Sin embargo, el estudio también halló una cronología similar dentro del cuarto escenario, en el que la humanidad dejaba de expulsar gases adicionales que atrapan el calor en la atmósfera alrededor del año 2070, algo que las políticas de las naciones no están perfiladas para lograr. Investigaciones anteriores habían sugerido que el hielo en septiembre podría seguir siendo abundante en este escenario.

El primer septiembre descongelado del océano Ártico, si es que ocurre o cuando ocurra, será un referente científico de suma importancia, pero no será una especie de punto de inflexión, aclaró Mark C. Serreze, director del Centro Nacional de Datos de Hielo y Nieve en la Universidad de Colorado en Boulder. El océano Ártico empezó a tornarse más azul hace décadas, lo cual detonó cambios radicales en las poblaciones de osos polares, las rutas marítimas, el acceso a recursos naturales y la geopolítica.

“Ya está sucediendo”, sostuvo Serreze, quien no participó en la nueva investigación. “Y si el Ártico sigue perdiendo hielo, esos impactos crecerán y crecerán y crecerán”.