Cada vez más personas en el mundo adoptan decisiones en su vida cotidiana para generar el menor impacto negativo sobre el medio ambiente. En el último año, el mensaje inspirador de la activista sueca Greta Thunberg, el nuevo símbolo de la lucha contra el cambio climático, movilizó aún más voluntades, en especial entre los millennials y centennials, jóvenes desde los 16 a 35 años reconocidos como una generación con alta conciencia ambiental y preocupados por el futuro del planeta.
Hay muchísimos ejemplos de compromiso activo que se suman a esta lucha. Una de esas historias mínimas es la iniciativa que llevan adelante Juan Cruz Aramburu Blanch y Nicolás Piñero: ambos tienen 31 años, son pareja, uno vive en Belgrano y el otro en Parque Chacabuco, saben de tecnología y diseño y están convencidos de que las pequeñas prácticas hogareñas son la clave para alcanzar un futuro más sostenible.
Juan Cruz nació en Olavarría y estudió diseño en comunicación visual en La Plata; Nicolás es de Presidente Derqui, en Pilar, y se recibió de analista de sistemas. Se conocieron hace casi dos años a través de app de citas Tinder y el interés compartido por las cuestiones ambientales los encaminó hacia un proyecto en pareja con sentido solidario y social.
A pulmón, con entusiasmo y sin apoyo económico de ningún tipo, pensaron y diseñaron ¿Esto se recicla?, un sitio web colaborativo lanzado a la red de redes hace poco más de un mes. El objetivo que los motiva es animar a otras personas a pasar del deseo a la acción, cambiar hábitos cotidianos y empezar a separar los residuos, reducir su volumen, reutilizar elementos y reciclar. “No queremos dar lecciones, sino tratar de hacer más accesible el reciclaje. Separar los residuos en casa o el trabajo es un buen comienzo y sólo se necesita voluntad”, dijeron en diálogo con Infobae.
Acciones mínimas entre todos
Desde hace tres años, Juan Cruz trabaja en una empresa internacional especializada en ciberseguridad que promueve acciones de sustentabilidad, diversidad e inclusión. “Empecé a participar en ellas abordando temas como el cuidado de los adultos mayores, discapacidad, salud mental, paridad de género, diversidad sexual y orgullo y lactancia materna, que promovió la puesta en marcha de un lactario en la empresa. En el área de asuntos ambientales recibimos capacitación sobre reciclaje, visitamos una planta recicladora de botellas de plástico, participamos en jornadas de limpieza en el río y comenzamos a separar los residuos en la oficina”, contó Juan Cruz a Infobae.
Con ese recorrido, Juan Cruz revivió todo lo que había aprendido de chico en la escuela primaria acerca de las acciones sustentables en el partido de Laprida, cercano a Olavarría, donde en los años 90 se construyó la primera planta de reciclado de Latinoamérica y se ganó el título de la ciudad más limpia de la provincia de Buenos Aires.
“Todo eso estaba latente en mí; la capacitación en mi trabajo me impulsó a prestar atención a muchos de mis hábitos diarios que sólo suman basura a los océanos donde ya hay decenas de billones de fragmentos de plásticos. Y nos propusimos con Nicolás empezar a separar, reutilizar y reciclar en nuestras casas y nos dimos cuenta de que hacen falta herramientas e información para pasar del deseo a la acción”, destacó Juan Cruz.
Desde entonces la pareja habla de reducción del volumen de residuos, compostaje y reemplazos, es decir cómo sustituir elementos contaminantes. El desodorante es un ejemplo de esa acción: “Reemplazamos el tubo de aerosol dañino para el ambiente por el desodorante que, en forma casera, una compañera de trabajo prepara con bicarbonato y aceite de coco, en potes reutilizables y con buenos resultados. También reemplazamos saquitos de té por té en hebras, bolsas de nylon por bolsas de tela y taper, y usamos repasadores y servilletas de tela en lugar de las de papel. Pusimos la lupa en cada cosa que compramos, optimizamos lo que consumimos y logramos reducir considerablemente la cantidad de basura que generamos”, detalló Nicolás a Infobae.
“Ante la gran variedad de componentes de los residuos que generamos, a menudo dudamos acerca de qué se recicla y qué no, dónde se recolecta o qué disposición final podemos hacer de cada residuo. Por eso buscamos incentivar a familiares y amigues de todas las edades para que elijan un estilo de vida más sustentable. En lo personal, anhelo que todes, incluso mi abuela de 76 años que el año que viene se convertirá en bisabuela, defiendan el planeta donde vivirán nuestros hijes, nietes y bisnietes”, contó Juan Cruz que se expresa por momentos con lenguaje inclusivo.
Un buscador amigable
Ellos saben que solos no van a poder resolver el enorme problema que representan los residuos, “pero por algún lado hay que empezar”, apuntó Nicolás. Por eso, proponen sumar búsquedas lo más coloquiales posibles acerca de elementos, envoltorios, productos, recipientes y otros desechos que a diario se producen en el trabajo o el hogar. El buscador del sitio aporta consejos e información para más de 2.000 términos y se retroalimenta de las preguntas y sugerencias de los usuarios. Las búsquedas que no se encuentran en la base de datos quedan guardadas: Juan Cruz y Nicolás las investigan y agregan. Además, el sitio está abierto para que los usuarios propongan información, contenidos y sugerencias.
Por ejemplo: “envoltorio de fideos”, “sobrecito de edulcorante”, “batería de auto”, “esmalte de uñas”, “pilas” y un sinfín más. La respuesta a la búsqueda de “envoltorio de fideos”, por ejemplo, hace referencia a la identificación de los plásticos. Explica que tienen una numeración del 1 al 7 y que es muy útil para separarlos. Los que van del 1 al 6 se pueden reciclar, pero el 7 no. Y en el caso de que el plástico no tenga numeración, hay que juntarlo con los residuos no reciclables. La identificación de los plásticos es un tema preocupante. Juan Cruz apunta que la ONG EcoHouse creó una petición en la plataforma change.org, que ya tiene más de 120.000 firmas, para pedir que los envases de los productos tengan información ambiental.
El sitio ¿Esto se recicla? en cada caso propone acciones tan simples como enjabonar platos y cubiertos todos juntos y enjuagarlos después de una vez para consumir menos agua o llevar el tupper a todos lados, incluso para transportar lo que se compra en la dietética o la carnicería.
“La idea es que la gente pueda organizarse para hacer una adecuada separación diferenciada de los residuos: saber cuáles se pueden separar y cuáles no, qué hay que hacer en cada caso, lavarlos, dejarlos secar, juntarlos y llevarlos al punto verde o al centro de disposición más cercano, para que finalmente sean reciclados y vuelvan a incorporarse al circuito de producción. Hay un desconocimiento de todos estos pasos; la gente cree que sólo los tiene que sacar a la calle. En CABA está más desarrollado, pero en otras ciudades no hay puntos verdes o si los hay, no se conocen”, señaló Juan Cruz.
“En definitiva, la meta es multiplicar los hábitos sustentables, reflexionó la pareja, extender la acción y llegar cada vez a más personas. En ese sentido, creemos que con Esto se recicla? es como salir a la calle con un megáfono para contar que los pequeños aportes cotidianos ayudan, y mucho, a frenar el daño sistemático que sufre nuestro planeta”.
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