El Ojo del Delta: el cochecito que "llora" y otras historias espeluznantes

En torno a la isla circular que se mueve sola existen numerosos relatos tenebrosos e incluso ufológicos que explican los objetos que allí yacen. Sergio Neuspiller, director de cine y su descubridor, narró a Infobae su experiencia

Compartir
Compartir articulo

Entre fines de los 80 y principios de los 90, se produjo un pico de avistamientos en el Delta del Paraná. Distintas instituciones ufológicas y vecinos coinciden en sus experiencias. Cambia la forma del relato, las palabras elegidas, el cómo, pero el fenómeno es el mismo. El mismo efecto, los mismos detalles, la misma época del año.

"La única relación es la cercanía. Siempre nos llamó la atención que muchos fenómenos raros estén concentrados en la misma sección", dijo a Infobae Sergio Neuspiller, director de cine, que tenía pensado hacer una película de terror hasta que se topó, por casualidad, con El Ojo. "Islas hay un montón, pero ¿por qué todas las historias en la misma isla que encima justo es la que tiene el círculo en el medio?", se preguntó.

Las historias tienen como denominador común su cercanía a El Ojo
Las historias tienen como denominador común su cercanía a El Ojo

Cuando la historia coincide con la documentación recabada, prestan atención. Cuando investigan al testigo, establecen desde cuándo vive en la zona, le otorgan cierta credibilidad. "Nosotros no pudimos ver nada de todas esas cosas que dicen. Lo que sí, nos llamó mucho la atención que la misma historia te la cuenta un señor que vive en un country y te la cuenta un pueblerino que vivió toda su vida en la isla", advirtió.

Las leyendas componen el imaginario colectivo de quienes viven en los alrededores del Delta. Historias tenebrosas, algunas inverosímiles, otras enigmáticas, varias místicas, en torno a El Ojo, el círculo que flota sobre su propio eje. Los objetos están en el lugar de los hechos: las casas arruinadas, el cochecito tieso, los barcos abandonados. Los relatos posteriores solo vinieron a dar una explicación.

El cochecito entre los escombros

En el canal Las Rosas, hay varias casas abandonadas que yacen entre ruinas. Una de ellas recibió el mote de "La casa del árbol gigante". Algunos pescadores la usaban como refugio de fin de semana por su cercanía al río. Una vez, la leyenda cuenta, una familia la ocupó sin permiso. Las horas posteriores fueron las más traumáticas de su vida. Atravesaron los más variados tormentos hasta que decidieron escapar en el medio de la noche.

En ese momento no se dieron cuenta. Se habían olvidado a su bebé de solo 6 meses. Más tranquilos, cuando notaron la omisión, regresaron a la casa y el bebé ya no estaba. Hoy solo se puede ver un cochecito, casi intacto, que resiste estoico el paso de los años, al menos diez, en el medio de las ruinas.

Los isleños aseguran que el cochecito se mueve por distintas partes de la propiedad y que incluso se oyen llantos y risitas de bebé durante las noches. "Fuimos con micrófonos especiales de muy alta ganancia, estuvimos durante horas esperando en silencio y nunca escuchamos nada", dijo Neuspiller. "Pero sí hay gente que llevamos que dice que escucha, que hay presencias, pero yo no puedo entrar en la cabeza de otra persona", agregó.

El cochecito está entre los escombros. Nadie sabe quién lo llevó ni por qué. Se desconoce, en realidad, qué historia hay detrás. "Siempre que me piden ir a ver el cochecito, les digo: 'Yo te llevo, pero no sé si va a estar'. Se hizo tan público que cabe la posibilidad de que vaya alguien y se lo lleve. Hasta ahora no pasó. Sigue ahí", comentó.

Los barcos abandonados

A apenas 2 kilómetros de El Ojo, yacen varias moles oxidadas que sienten el paso del tiempo, pero que esconden un misterio obvio: ¿cómo llegaron ahí? Por su tamaño, es imposible que hayan atravesado los arroyos angostos que rodean la zona. "De alguna manera los tienen que haber llevado a ese lugar. Lo raro es que la eslora del barco de más de 30 metros, la manga enorme y el calado que tiene hacen que navegando sea imposible que lo lleven", explicó el director.

Para documentar la presencia de los barcos, llevaron adelante una expedición con el río alto y cuando el otoño llegaba a su fin. Condiciones ideales, de escasa vegetación, para desandar el camino sinuoso. Mientras avanzaban, notaron que era imposible. La lancha, apenas un chiche al lado de aquellos buques, interrumpía su paso una y otra vez.

"La teoría es que lo llevaron para desguazarlo, pero no hay forma de llevarse las partes. No hay caminos, ni siquiera una calle", remarcó. De hecho, el objetivo que debieron cumplir esos barcos, en épocas pasadas, es también un enigma. "Suponiendo que hubieran logrado llevarlos, no hay mucho sentido de para qué lo hicieron".

La aparición de la Virgen

De acuerdo a quién relate la historia, la protagonista varía, aunque en realidad es la misma. Para los religiosos será la Virgen de Luján. Para los ateos, "la dama de blanco" o incluso "la novia". Los lugareños afirman haber visto una figura triangular y fantasmal que flota arriba del agua.

Hay una explicación lógica: vapor. La semi transparencia taparía una luz que hay detrás y generaría esa sensación fantasmal. Sin embargo, hay un interrogante que flota en esas aguas, en la intersección exacta del río Luján con el canal Las Rosas, una de las esquinas de la isla. "A la Virgen no la vi", dijo Neuspiller. "Lo que sí vi y vieron todos mis vecinos es gente rezando y prendiendo velas en la intersección. Las velitas y el altar estaban. Un día desapareció todo y no volvió más".

Cuando el altar todavía se dejaba ver, un día, cuentan, la figura mística se transformó en una aparición macabra que se acercaba mientras se escuchaban los ladridos de los perros. "Los perros están. Son de un vecino que tiene un montón y se desesperan cuando ven a alguien a la noche". Teorías ufológicas aparte, las dudas permanecen: ¿Quién armó el altar? ¿Quién y por qué lo sacó?

El estallido de luz

A diferencia de las anteriores, "el estallido de luz" solo está documentado con testimonios de los vecinos. El relato se repite como si se hubieran puesto de acuerdo. Es de noche y en un momento deja de serlo. La oscuridad, por un instante, se cubre de una luz fulgurante que aparece y desaparece sin ningún sonido.

"Nos lo dijeron no menos de quince personas. Gente que lo vio desde la Panamericana, desde el otro lado del río Luján, desde un country, desde el Canal las Rosas", confirmó Neuspiller. Y añadió: "Todos señalando a El Ojo. Todos contando exactamente lo mismo".

LEA MÁS: