Gabriel Corrado: “Cuando a los 5 o 6 años actuaba en el colegio, luchaba por el protagónico”

“En los grupos de teatro te inculcaban que la televisión no estaba buena. Querías ser actor, tenías que hacer teatro” recuerda el protagonista de algunos de los mayores éxitos de la TV, hoy dedicado a la conducción de las mañanas en la TV pública

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Gabriel Corrado "En los grupos de teatro te inculcaban que la televisión no estaba buena. Querías ser actor, tenías que hacer teatro"

“Esta profesión, si es una pasión, si realmente lo querés, llegás”, dice Gabriel Corrado, y cuenta que golpeó puertas y más puertas hasta que finalmente logró hacerse su lugar en el medio.

A los 25 años, cuando su futuro profesional se disputaba entre el mandato familiar y su pasión, es decir, entre la Facultad de Medicina y los teatros del under, quien lo impulsó a meterse de lleno en la actuación fue Mario Pasik. “Este es el momento, es la edad para empezar a trabajar en televisión. Tenés que hacer de galán”, le dijo el artista, y lo alentó a animarse.

A ese empujón le siguió la presentación de Alejandro Vannelli -su representante, que lo acompaña desde entonces- y el haber ganado un casting entre cientos de actores para una novela en Canal 9. “Ahí sentí que podía vivir de esto”, reflexiona el actor en esta entrevista con Teleshow. Y claro que pudo.

Tiempo más tarde, a su perfil de actor Corrado le sumó su costado de conductor. Y hoy vuelve a estar al frente de un programa en la pantalla de los argentinos. Mañanas Públicas, con la coconducción de Mariela Fernández, es el nuevo magazine de la Televisión Pública que puede verse de lunes a viernes de 10 a 12. “Estoy muy contento, muy motivado y tengo una compañera de lujo”, destaca.

—Tu carrera tiene un recorrido de más de 30 años y una cantidad de experiencias envidiables. Producciones locales, internacionales, protagónicos, conducción: has hecho de todo. Ahora, ¿cuándo supiste que eras bueno en lo que hacías?

—Es muy difícil creerse bueno. Lo que sí sabía, desde muy chico, era que quería ser actor. Desde los 5 o 6 años, cuando empecé en el colegio a actuar.

—En los actos del colegio, ¿eras protagonista o eras el árbol? ¿Qué te tocaba?

—Luchaba por el protagónico. Me acuerdo que una vez hicimos un acto en inglés y había un compañerito con buen poder adquisitivo que tenía que hacer de Yankee Doodle, el protagónico. El resto éramos indios que luchábamos contra él. La familia le había alquilado un pony; o sea, el tipo lo tenía comprado. No lo digo mal, lo digo con cariño. Pero me encantaba asomar la cabeza y que se me viera.

—Ahora lo podemos llamar y decirle: “Pero yo hice Riviera”.

—(Risas) Me han dado lindos personajes, lindos papeles. El colegio alquilaba el cine teatro 25 de Mayo, en avenida Triunvirato, Villa Urquiza, todos los fines de año. Un año hice de Louis Armstrong, en un homenaje al jazz: me pintaron toda la cara de negro y sentía que quería eso, lo deseaba profundamente. En casa, obviamente, querían que siguiera la universidad y estudié Medicina. Una vez Mario Pasik, en el hotel de Actores de Córdoba, Villa Giardino, donde nos conocimos, me dijo: “Gabriel, este es el momento, es la edad para empezar a trabajar en televisión, si no se te va. Tenés que hacer de galán”. Tenía 25 años y le dije: “Galán de novelas no, Mario”. En los grupos de teatro te inculcaban que la televisión no estaba buena. Querías ser actor, tenías que hacer teatro. Ahora nada que ver.

—Y encima de galán.

—¡Claro! Mario me mostró que ese era el camino. Volví y me presentó a Alejandro Vannelli como representante, y fue clave. Hice un casting en Canal 9 y me eligieron. Eramos cientos de actores para conseguir dos personajes importantísimos en una novela y quedamos Rubén Ballester y yo. Uno pelo más oscuro y otro más claro. Ahí sentí que podía vivir de esto.

Gabriel Corrado: "Si hay algo que tiene esta profesión es que tenés que rendir examen con cada trabajo"

—Para tu papel en Riviera también hiciste casting. ¿Cómo fue volver a esa instancia después de tantos años?

Si hay algo que tiene esta profesión es que tenés que rendir examen con cada trabajo, no podés creértela. Es muy importante renacer con cada personaje y cada proyecto. Era la oportunidad de demostrarme si estaba a la altura de las circunstancias. Tenía que actuar en otro idioma, estar en una producción…

—Hay que tener los pies muy puestos sobre la tierra para bancarse esto que decís, el ego muy en su lugar para volver a un casting con esa conciencia.

—Ayuda la educación que uno tiene, el entorno, la familia que te apoya. Nuestro laburo es como ir por una cornisa haciendo equilibrio. Tenés un montón de frentes. El ego es un frente muy complicado porque puede oscilar, y si estás bajón, es muy difícil traspasar la pantalla en un casting. Tenés que estar con mucha fortaleza. Algo me decía que, a pesar de que mi inglés no era perfecto y que tenía que prepararme mucho, era una oportunidad. Soy muy perceptivo, muy intuitivo, y la peleé como un tigre. Me preparé y me entrené. Después del casting, va la botella al océano. Cruzó, llegó a Londres, y al mes vino la respuesta. Fue un premio al esfuerzo.

—¿En algún momento del proyecto te dio miedo haber aceptado tremendo desafío?

—Cuando me dijeron: “Sí, Gabriel, sos vos el actor”, dije: “Ah, la pelotita”. Ahí arrugué, me asusté mucho. Pero tuve el apoyo de Clarita, mi batichica, mi batihija, porque mis tres hijos son bilingües y ella, además, es actriz... Sabía que había que trabajar mucho. Salía a correr con auriculares y parecía que estaba hablando por teléfono pero estaba diciendo la letra en inglés. Me había grabado las partes de Clara como si fuera mi partenaire y era buenísimo. Parecía un loco. Pero así como padecí eso, el primer día de grabación de Riviera 3, acá en Buenos Aires, cuando llegué era Iron Man. Lloré en silencio de emoción, en el regreso a casa, porque me atreví a hacerlo.

—En todo tu recorrido, ¿hay algún casting en el que no hayas quedado que te haya dolido?

—Sí, por supuesto. En publicidad, sobre todo. Cuando recién arrancaba, mis viejos me cortaron los víveres cuando dejé la Facultad de Medicina y necesitaba garparme el alquiler. Hacía malabares, vendía ropa, hacía castings de publicidad, y muchas veces no me elegían. También tiré muchos currículums. Busqué trabajo en otros canales. Ir a golpear puertas a una producción y que no te llamen. Se lo digo siempre a mis hijos y a los actores y actrices que están estudiando. En este laburo, si es una pasión, llegás. Si realmente lo querés, llegás.

—En ese golpear puertas, ¿hay alguien con quien hayas pensado: “Ya me vas a venir a buscar”?

—No soy vengativo para nada. Sí me acuerdo de haber trabajado con Susana Rudni, una productora histórica de Canal 13 en los años 80, y le dije cariñosamente: “Susana, pensar que te llevé un CV y ahora…”. Estaba protagonizando una serie. Ella ni se acordaría de mí de aquel momento, pero son las reglas del juego.

—Dos de tus parejas de ficción más importantes, o que han quedado en el corazón del público, son Grecia Colmenares y Andrea del Boca. Si tuvieras que elegir a una de ellas, ¿con cuál te quedás?

—Las dos son muy buenas, muy profesionales, y empezaron de muy chicas. Grecia en Venezuela, te diría que era como la Andrea del Boca venezolana, o Andrea, la Grecia argentina. Aprendí mucho con las dos y las dos me abrieron muchos mercados. Grecia era Messi en Italia y España.

Gabriel Corrado en exclusiva con Teleshow

—¿Cuál fue la novela que más te marcó?

Fue muy importante mi primer protagónico, Princesa, desde todo punto de vista. Si hacés un éxito con tu protagónico demostrás que estás preparado. Es un momento decisivo en tu carrera. Tuve la suerte de que se emitió por Canal 9, en ese momento seguía siendo el canal líder pero disputaba con Telefe, mano a mano. Peleaba contra Jugate conmigo, pero a las seis de la tarde ganábamos el horario. Maricarmen Regueiro me eligió a mí. Fue fantástico, mágico. Ese fue un momento muy importante. Después, todo, lo de antes y lo de después, tu carrera se va armando con cada proyecto, y cuando la pifiás, a veces, retrocedés.

—Se habló de la posibilidad de hacer una remake de Perla Negra. ¿Te gustaría?

—Me llamó Quique Torres. Siento que lo di todo. Está buenísimo que se haga la remake, pero hice lo que tenía que hacer allí, con Andrea. Ella era la protagonista, yo la pareja, lo hicimos juntos, con un elenco impresionante. Está buenísimo que se haga, pero ya hice eso.

—La última vez que hablé con Andrea de Boca me dijo que estaba evaluando hacerla con la hija, incluso. Había una idea de hacerla con Anna Chiara.

—Me parece bárbaro. Es una historia muy importante. Por eso hizo el recorrido que hizo.

—Con tu mujer estás desde los comienzos de tu carrera, y con tu mánager prácticamente, también, desde los primeros pasos. Sos un hombre de vínculos fuertes y de lealtades.

Creo en las cosas a largo plazo. Creo en la persona y me siento cómodo. Prefiero profundizar en una relación y, si hay algún problema, hablarlo antes que pegar un portazo e irme. Es mi manera de ser.

—Estrenó Mañanas Públicas en la Televisión Pública. ¿Cómo te sentís en el rol de conductor?

—Me hace muy feliz conducir un programa. Cuando me llega esta oportunidad de un magazine, tenía muchas ganas de hacer un programa donde hubiese servicio, entrevistas, acompañar a la gente.

—Estar cerca de la gente en este momento.

—Es un momento muy particular en todo el mundo, muy sensible. La gente está, además de sola, triste, asustada. Entonces, tirarle buena energía desde la mañana temprano y acompañarla, hacérsela pasar lo mejor posible, es un muy buen servicio ya de por sí.

Mirá la entrevista completa:

“En los grupos de teatro te inculcaban que la televisión no estaba buena. Querías ser actor, tenías que hacer teatro” recuerda el protagonista de algunos de los mayores éxitos de la TV, hoy dedicado a la conducción de las mañanas en la TV pública