Verónica Llinás: “Esta pandemia nos enfrenta a nuestra propia moral"

“Hay que dejar de teñirse, que sirva esto para que todos seamos más nosotros mismos”, dice la actriz de “Manual de supervivencia”. Además en esta charla con Teleshow cuenta cómo es su humor durante la cuarentena, reflexiona sobre el feminismo y habla de las dificultades que atraviesa su profesión: “Ser actor es un trabajo y bastante sacrificado e insalubre”

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Verónica Llinás y el presente de los actores

“Puedo ser infernalmente malhumorada”, dice Verónica Llinás, que estrenó en plena cuarentena Manual de supervivencia. Admite que no todo son risas, y asume la contracara de los personajes cómicos que acostumbra interpretar, tanto en los proyectos en los que es convocada como en sus propias redes sociales. “Lo mejor que me pasó en esta etapa es haber afianzado mucho los videos”, destaca la comediante, y confiesa que la han contactado en varias oportunidades para pedirle contenido gratis. “Me da rabia... ¡Gente con plata!”, revela a Teleshow.

La actriz, que forma parte de la primera serie original de la plataforma Movistar Play producida en Argentina, pasa sus días de cuarentena en la quinta en la que vive acompañada por una casera, y dedicando su tiempo a algunos quehaceres domésticos que antes no formaban parte de su rutina: “Cosas del jardín, las hormigas”, cuenta. Sin embargo, hay tareas a las que todavía se rehúsa. “Cocinar me da una fiaca espantosa. ¡Y la plancha ya fue!”, arenga Llinás, que propone aprovechar estos días de aislamiento para soltar definitivamente ciertas costumbres que pesan sobre las mujeres. “Hay que dejar de teñirse, que sirva esto para que todos seamos más nosotros mismos”, dice.

—Van dos meses de cuarentena. ¿Cómo estás?

—Con momentos y momentos. Estoy muy bien para lo que es la generalidad, me considero una privilegiada. Mucha gente está tomando conciencia de lo privilegiado que es. A pesar de estar muy preocupada por el devenir, por qué va a pasar con mi trabajo y con el de todo el mundo, con el país, con todo... Hay incertidumbres que traen angustia, pero hay que lidiar con eso.

—Participaste en Manual de supervivencia. Más allá del momento particular que estamos viviendo, está bueno que surjan distintas plataformas para hacer ficción.

Manual de supervivencia es una buena ficción, muy cuidada, con un elenco de actores impresionantes. Con Vicky (por Victoria Galardi), su directora, trabajé en Cerro Bacho, fuimos juntas al Festival de San Sebastián, ya es una amiga. Tiene un estilo muy particular, un humor muy sutil. Me encantó hacerla, y está buenísimo que haya plataformas que estén invirtiendo y comprando ese tipo de series.

Verónica Llinás habla de "Manual de supervivencia", su nuevo trabajo

—En la ficción, Esteban Bigliardi, el protagonista, busca un sueño, su vocación. ¿Cómo es tu experiencia personal en ese sentido? ¿Atravesaste una búsqueda de ese tipo o siempre tuviste claro lo que querías ser?

Lo tuve claro desde muy chica, a los cinco o seis años. No con la forma ya planteada en la cabeza de: “Quiero ser actriz”, porque a esa edad uno no arma así las frases, pero sí la sensación de que me encantaba disfrazarme, jugar. Ponía gelatinas de colores en las luces para generar ambientes. Siempre tuve esa necesidad de meterme en ese mundo imaginario.

—Tener claro lo que se quiere y poder trabajar de eso también es ser un privilegiado.

Manual de supervivencia muestra desde adentro cómo es la vida del actor, y no esa fantasía que se tiene de que todo es fácil. Hay que prepararse y pasar por situaciones feas, desagradables, a veces humillantes. Todo el sistema de castings y de la gente que maneja esos pequeños poderes. En el caso de las mujeres, también se da el acoso. Un montón de cosas.

—¿Te dolió algún rechazo en un casting?

—Hice castings siendo bastante joven cuando era mimo y, cuando todavía no era una actriz conocida, para publicidad. Era acróbata, y a veces se utilizaba gente para bailar que hiciera acrobacia. Como actriz, me negué siempre: no me gusta esa situación, y menos si es gratis. La presión no me estimula. Hice uno para una película porque era Lucrecia Martel y tenía muchas ganas, y fue horrible. Estaba recontra nerviosa porque Lucrecia con mucho humor me dijo: “A vos te debo mi carrera”. “¿Por qué?”. “Porque el primer guión que escribí te lo mandé y me dijiste que no, y tenías razón: era una mierda”. Fue genial de su parte, pero me quedé con vergüenza, nervios, e hice un casting espantoso. O por ahí no me eligió porque... no sé. Me gustaría alguna vez trabajar con ella.

Verónica Llinás disfruta la cuarentena con sus personajes en Instagram

—Hablemos de tu personaje en Instagram que nos está acompañando a todos durante la cuarentena. ¡Es maravilloso!

—Estoy muy contenta. Lo mejor que me pasó en esta cuarentena es haber afianzado mucho los videos, poder hacerlos, contar una historia con nada, simplemente con la magia del cine, la edición y la creatividad de uno. La gente se divierte, me agradece, es muy impresionante. Eso da mucho sentido a la vida: ayudar de algún modo. Y lo que te devuelven te ayuda a seguir construyendo y a mejorar.

—Desde la cosa exacerbada del humor, la cheta tiene un poquito de toda la clase media y esas dificultades que estamos pasando…

—Absolutamente. Tiene de mí también. Hay un montón de cosas con las que nos estamos enfrentando ahora que no teníamos ni idea. Cosas que son una boludez pero carezco de las herramientas para poder concentrarme en eso. Mi cabeza no se posa.

—¿Qué es lo que más te complicó a vos, de lo cotidiano, en esta cuarentena?

—Tengo la suerte, lo voy a aclarar, de vivir con la casera. Vivo en una quinta y la casera tiene su propia casa dentro del predio, entonces no tengo que hacer todo. La ayudo mucho porque tenía ayuda externa que ahora no viene. Cosas del jardín, las hormigas... Cocinar me da una fiaca espantosa, no es que no lo sepa hacer pero me da fiaca. Planchar es algo que no hago, y además, no me importa. ¡La plancha ya fue!

—¡No hay ninguna necesidad!

—Ahora que estamos todas con las raíces hechas mierda… Me las tapo pero, por ahí, hay que dejar de teñirse: que sirva esto para que todos seamos más nosotros mismos.

—Las peluquerías son el negocio más esperado para la apertura.

—¡Totalmente! Estoy haciendo un nuevo video que tiene que ver con eso, con ese tipo de cosas de las mujeres que un poco detesto. No me sé peinar, no me sé teñir, no tengo tiempo de hacerme las manos, ¡no me importa! Soy medio salvaje.

—Ese humor que te vemos en las redes y en los personajes, ¿lo tenés en la vida también?

—A veces sí, otras me pongo de mal humor, también. Este humor que puede ser tan bueno en algunos momentos, en otros momentos se va hacia el infierno (risas). Puedo ser infernalmente malhumorada. Entre los ríos de sangre hay una tana que viene con problemas.

Verónica Llinás comparte con Teleshow cómo vive la cuarentena

—¿Te enojaste mucho durante estos meses de cuarentena o ganó el buen humor?

Miti miti, te diría. Todo el primer tramo estuve con mi hermano, mi cuñada y mi sobrino. Habían venido a pasar unos días y nos quedamos. Me encantó porque, además, adoro a mi sobrino y pasar tiempo con él, pero no habíamos convivido tanto tiempo juntos. Hubo momentos de guerra y de mal humor de todos. Está bueno porque después de esas peleas, de esas catarsis, las relaciones se ponen mejores, más libres. Todas esas cosas que se exacerbaron en la cuarentena ya existían, y se va a terrenos que nunca se abordaron.

—¿Crees que vamos a salir mejores de la pandemia?

—Espero que sí, que entendamos algo. En mis momentos negros te confieso que digo que vamos a volver a ser los mismos boludos de siempre, pero hoy tengo un buen día y pienso que sí. Estamos comprendiendo muchas cosas. El después, va a estar bueno.

—¿Cómo ves la situación de los actores y de las actrices? ¿Cuándo creés que podrán volver?

—Claramente vamos a ser los últimos. No sé cuándo porque nadie sabe nada. Va a costar que la gente se relaje y pueda ir a juntarse con otra gente, y más los espectáculos de risa.

—Ustedes en el teatro la rompían.

—Estábamos con el Gordo (Darío) Barassi, que es un divino total, lo adoro, con Carcajada salvaje. Pintaba un año bueno. Íbamos a estar un tiempo en el Multitabaris y después, de gira por el interior. Cada tanto hablo con Corina (Fiorillo), la directora... Los extraño, extraño a ese grupo. Está muy difícil. Me considero afortunada porque vengo de una temporada que fue muy exitosa, entonces tengo un resto, pero hay compañeros actores que están realmente muy en la lona. El problema con nuestra actividad es que no entra dentro de ningún marco regulatorio. Tampoco veo que la Asociación Argentina de Actores esté activamente procurando que haya algún plan de asistencia a los actores.

—Es un sector muy golpeado.

—Siento, obviamente no de todo el mundo, que no hay una noción en la sociedad de que los actores no somos los glamorosos que tienen un montón de plata. Ser actor es un trabajo y bastante sacrificado e insalubre. Es inestable, depende mucho de factores que no tienen que ver del todo con uno. Es como una acción que sube y baja. No se me escapa lo hecho mierda que está el resto, pero soy actriz, pertenezco a ese segmento, y hablo de lo que les pasa a mis colegas, y a mí.

—En este momento son una especie de cable a tierra, de poder sacar la cabeza de todo esto. Uno encuentra ese escape viendo ficciones, personajes interesantes.

—Si supieras la cantidad de gente que me llama y me pide que haga videos para los que debería maquillarme, vestirme o ponerme una peluca y pensar algo... ¡gratis! ¡Personas con plata! Da rabia...

—¿Te animás a decir que no?

—Sí, me animo. Y también digo: “¿Por qué?”. Me ha pasado hace poco para algo gubernamental, y era gratis. “¡¿Perdón?! ¿Están pidiendo que actores trabajen gratis para ayudarte a vos?”. Raro. Entonces, no me guardo. A veces, simplemente no contesto, y otras, cuando veo que la causa lo amerita, lo hago. No es que si no me pagan no hago nada. También sería bueno que se empezara a hablar del derecho de imagen en plataformas como Netflix que están enriqueciéndose pasando contenidos de los cuales no pagan ese canon.

—Este año parecía que iba a tratarse y tal vez salir la sanción de la ley de aborto.

—Me impactó muchisimo lo de Santiago del Estero... ¡Por Dios! ¿Qué pasa en Santiago del Estero? Satanás vive ahí. Nenitas violadas que las obligan a parir. Hay algo que no se está entendiendo. La legalización del aborto es un derecho que creo que tarde o temprano va a salir. Entiendo los dogmas de fe, pero no todos somos religiosos y la gente que no lo es tiene que poder obrar. No se entiende que la maternidad en contra de la voluntad es una tortura. Es una tortura el embarazo, es una tortura para una mujer que no quiere parir. Hay mucho dinero empleándose. Es el poder económico enorme de las iglesias.

—Vas a ser difícil el post pandemia.

Si algo tenemos que aprender es no sentir al otro como un enemigo, independientemente de que piense distinto. El enemigo es el virus, el enemigo es el hambre, la corrupción; nunca es una persona. Esta pandemia nos enfrenta a nuestra propia moral. Donar cuando a uno le sobra es fácil. Cuando no tenés trabajo y no sabés cómo va a ser tu futuro, pero ves otro que está peor, ¿qué hacés? Estamos todos frente a esa disyuntiva. Entonces, por lo menos, vamos a saber un poco mejor qué clase de persona somos.

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