Dalia Gutmann: "Al igual que el poliamor, los cuartos separados son la evolución de la pareja"

"A partir de sentirme más realizada en el trabajo puedo disfrutar mucho más la maternidad” dice la creadora de "Cosa de Minas" en esta charla con Teleshow en la que habló del vínculo con su pareja, el feminismo y la situación del país.

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"A veces una está en una etapa que te da fiaca lo sexual: 'Ay, sacarme el pijama…'. Pero a su vez te da un poco de culpa que el otro, por vos, no esté teniendo una vida sexual activa", dice Dalia Gutmann en esta charla con Teleshow, en la que recuerda el impacto altísimo que tuvieron sus declaraciones, cuando en este mismo estudio cuestionó la fidelidad.

"Es insoportable pensar que no estaré con otro hombre más que con Sebastián Wainraich", decía la actriz. Y con el humor que lo caracteriza, su marido recogió el guante y le respondió desde su programa de radio, Metro y Medio. El tema quedó instalado y en reiteradas oportunidades volvieron a consultarles por la temática. "Me causa gracia: mira cómo garpa mi falsa infidelidad. Porque encima no es que estoy haciendo algo que por lo menos tendría otro condimento", explica la creadora de Cosa de Minas.

Dalia Gutmann en escena en “Cosa de minas”
Dalia Gutmann en escena en “Cosa de minas”

—Si vas a ser infiel, no vas a venir acá a contarlo acá.

—Claro, exacto. Pero no, es un año donde estoy hasta vaga. Me daría vagancia ser infiel. No tengo tanta energía.

—En casa, con la intimidad, ¿te ponés las pilas o estás vaga también?

—No, estoy en una etapa… Yo no sé si es lo ideal que me abra tanto…

—Vos abrite.

—Viste que en la vida uno va pasando por diferentes etapas. Hay momentos donde le ponés mucha energía a lo laboral, otros momentos donde le ponés quizás a tu familia.

—Lo mandaste a tener sexo a tu marido con Alessandra Rampolla.

—Hay una etapa en la pareja, después de muchos años, que ya es todo un dato en el 2018 "después de muchos años", porque está complicadísimo sostenerla, sobre todo en esta época del feminismo, que hace que los roles todavía se estén acomodando y dificulte que se consolide una pareja. Y a veces como mujer una está en una etapa que te da fiaca, que lo sexual es como: "Ay, sacarme el pijama…". Pero a su vez te da un poco de culpa que el otro, por vos, no esté teniendo una vida sexual activa. Y a su vez no querés que esté con otra persona. Es todo un círculo de contradicción. Si el otro puede tener un lindo momento y no engancharse, está bueno. Un día se lo pedí así a Sebas lo de Rampolla, porque me parece que es re linda, re copada, y que le va a enseñar cosas, y a mí me parece que está buenísimo que tu pareja aprenda cosas sexuales nuevas.

—Que venga y las aplique en casa después. Ahí ya sí te sacas el pijama…

—Sí. El otro día leí una nota que me pareció genial. En Barcelona, hay cursos prácticos de sexo. Te toman una entrevista porque si estás medio pirucho me parece que no entrás. Tampoco da para que vaya un jeropa a la clase. La profesora se pone como ejemplo y va cada uno, la toca, y ella le explica cómo sí, cómo no.

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—Cuando vos decís estas cosas, y tu hija ya un poco más grande lee, ¿en algún momento dice: "Mamá, papá, córtenla me dan vergüenza con esto"?

—Me tiraste un baldazo de agua fría.

—Pero no solo por las notas: en la radio, repercusiones de los espectáculos. Son chicos que van creciendo con papás públicos, y así como en algún momento les molesta la foto, a todas las mamás nos dicen: "Mamá, aflojame la pollera, tenés 40, no tenés 25". Puede ser cualquier cosa, tiene que ver con el crecimiento de los chicos.

—No, a Kiara sí un poco le molesta y me dice: "Mamá, no me gusta que hagas esos chistes". También tiene que ver con que a mí lo que me molesta mucho esa cosa medio caretona de "no, yo nunca pensé en otro hombre". Está bueno descomprimir un poco. Vos podés amar a tu pareja y pasarla bomba, y seguís siendo un ser humano al que le van pasando otras cosas.

—Kiara tiene 11 años. ¿Cómo está viviendo el lenguaje inclusivo?

—Es absolutamente feminista, está todo el tiempo hablándome con lenguaje inclusivo.

—¿Y vos cómo te llevás con el lenguaje inclusivo?

—Lo uso un montón. A veces me causa gracia la gente que me insulta por usarlo. "¿Qué te pasa? ¿Cuál es tu problema? ¿Qué te molesta?". No es lo más importante, obviamente, pero no te molesta en nada ir cambiándolo. La que me saca, él que me saca, es el que te pone: "Aprendé a hablar con lenguaje de señas en vez de esta pelotudez", como si por hacer una cosa no pudiera hacer la otra. Puedo hablar con lenguaje inclusivo y puedo hablar con lenguaje de señas.

—Es más fácil criticar al otro que hacerse cargo uno.

—La persona enojada va a estar enojada porque hables con lenguaje inclusivo o porque usás marrón. Siempre habrá gente enojada por algo.

—Estábamos en Kiara. ¿Cómo te encuentra su preadolescencia?

Este año me agarró una cosa muy mami que estoy muy remisera, muy al pie del cañón. Me agarró querer estar como muy en los detalles de la comida.

—¿Lo estás haciendo con disfrute?

—Sí. Con disfrute porque yo soy muy caótica y en un momento sentía como que todo se me iba de las manos. Kiara tiene 11, me parece que en un par de años uno pierde el control… Estoy con mucha charla. Para las madres hay un momento re interesante que es cuando acostás a tus hijos; ahí surgen muchas cosas, muchas preocupaciones. Siempre está la crítica, el "Te odio, mamá" y esas cosas me parece que son parte del vínculo.

—Sí, tiene que suceder.

—Me gustó el otro día que me dice: "Mami, yo te amo, pero a veces te odio, y después te amo otra vez". Y yo le digo: "Me estás describiendo un vínculo madre—hija cualquiera".

—¿Con Sebastián siguen haciendo terapia de pareja?

—Sí. Me parece que 17 años en pareja son muy difíciles y que hay un momento en donde está bueno. Para que las parejas duren en el tiempo y funcionen, es muy importante pensar en que el otro sea feliz y pensar qué te hace feliz a vos. A veces en la evolución, sobre todo en esta época en donde todo se repiensa, los vínculos, el rol de la mujer, el rol del hombre, está bueno que un tercero te escuche. Yo tengo una característica que me hace muy distinta a Seba: odio guardar el conflicto. A mí me gusta: "Resolvámoslo".

—¿Fue una propuesta tuya la de ir a terapia?

—No. Fuimos para charlar de la familia en general. Soy muy fanática de construir bien las cosas. No lo atemos con alambre, busquemos lo que hay que hacer para que esto se construya bien. Una buena terapia te ayuda mucho.

—¿No salen odiándose? Ir a terapia puede ser muy movilizante.

—Nos decimos mucho ahí, pero después generalmente queda ahí y nuestra vida sigue. Muchas veces vamos a almorzar y está bueno. Eso me hace admirarlo a él, que en vez de ofenderse como un nene chiquito nada, los dos pensamos las cosas.

Dalia Gutmann (Foto: Revista Gente)
Dalia Gutmann (Foto: Revista Gente)

—¿En qué momento te reconocés insoportable?

—Tengo una capacidad de angustia muy grande, y soy insoportable. Me siento como un ancla y digo: "Huy, este se tiene que fumar que estoy angustiada". Hay días, yo no sé si es cosa de minas, cosa del ser humano, pero hay días en que estás sola y se te caen las lágrimas.

—Hay un momento maravilloso en el show que tiene que ver con eso: en la adolescencia todas hemos puesto música para llorar y nos miramos al espejo.

—Sí. Es que hay como una descompresión de tensión: vos llorás, y sacás todo para afuera. En la adolescencia una lo hace hasta teatralmente, con toda la puesta en escena: ponés la música, apagás las luces, después te mirás en el espejo a ver cómo quedan las lágrimas. Cuando una madura, lo vivís de otra manera.

—Es que también vivís el amor de otra manera. Mercedes Morán me marcaba un antes y un después de los hijos en la incondicionalidad del amor. En la adolescencia te separás de un novio y creés que te vas a morir, pero cuando sos madre, la vida se te va solo por tus hijos.

—Sí, me absorben mucha energía los sentimientos que tengo hacia mis hijos. Sí, obviamente, están por encima de todos mis intereses. Si un hijo mío tiene un problema absorbe toda mi atención, me pongo muy vulnerable, me angustio. Y trato de ayudarlo en todo lo que pueda. Te cambia absolutamente las prioridades. De hecho, es más importante que vos. Es lo único que es más importante que uno.

—Te permitís poder decir: "Disfruto mucho de mis hijos, de mi carrera y de mi pareja". Hay algo de la realización en este momento, que más allá de la profesión tiene que ver con la maternidad.

—Sí, estoy en un momento en donde yo me siento más realizada vocacionalmente. Siento mucha pasión por mi trabajo y me encanta, me emociona. Llego al teatro y me genera cosas en el cuerpo, el escenario me sana un montón, y muchas veces soy muy feliz ahí arriba. Pero a partir de sentirme más realizada en el trabajo, puedo disfrutar mucho más de la maternidad.

—Al principio, ¿para vos la realización tenía que ver con lo profesional?

—Sí. Siempre estaba con mucho miedo a no quedarme atada a lo doméstico: la casa te chupa. Esto es algo que mi vieja me lo dijo desde muy chica y estuvo bueno: "Nunca te quedes en tu casa porque la casa te absorbe y siempre tenés cosas para hacer en la casa. Siempre hay un quilombo en la casa".

—Y Sebastián, ¿en qué es insoportable? ¿En qué momento lo querés rajar?

—Hay una cosa que nos diferencia, pero que a su vez para ser padres de la misma gente está buenísima: él se duerme muy temprano, tipo un bebito, a las 10 está roncando; y a mí me cuesta mucho despertarme a la mañana. Nos viene muy bien para la dinámica.

—¿A cuánto estás de los cuartos separados?

—Es la evolución de la pareja, sin dudas. Así como el poliamor es la evolución de la pareja, también lo es el cuarto separado. Yo antes lo criticaba, y la verdad que me parece genial. Pasa que debés contar con una solidez económica complicada para tener dos cuartos. Aparte, viste que hay mucha discusión a la noche: el que quiere ver algo en la tele, el que quiere leer, la luz prendida, los ruidos. Sebastián se queja mucho de que yo hago mucho ruido. No querer hacer ruido es lo peor que te puede pasar.

—Es peor, porque uno tarda más.

—Tardás más y tirás todo, porque lo quise hacer sin ruido y se me cae todo.

—Y ahí, a vos te agarra el llanto.

—Sí, me angustio.

—Pero hay que tener el dormitorio, porque si no obligás a los chicos a que duerman encimados.

—Sí. "Vayan al living a dormir". Igual no creo que lo concrete ahora. Para mí es lo ideal, así como ¡guau!, la evolución de la evolución de la evolución… Pero tenés que ser medio millonario, es la de Tinelli (con Guillermina Valdés): dos departamentos en el mismo edificio. Esa es como ¡guau! No tengo las agallas para hacerlo y concretarlo. Pero sí, chapeau al que lo hace. Es la evolución. Yo todavía no llegué a esa evolución porque uno tarda en llegar.

—Si te regalo 24 horas de impunidad, ¿qué hacés con esas 24 horas?

—Lo primero que voy a hacer es comer todo lo que tenga ganas: voy a entrar a todos los locales de comida a comerme todo. Después hay algo que a mí me cuesta un poco: si bien soy de confrontar, hay algo en donde cuido mucho de que el otro no se sienta mal. Entonces, si tuviese impunidad y que eso no deja marca, sería mucho más frontal para decirle las cosas a la gente. A veces, en el cuidado del otro, uno no se enoja lo suficiente. O me da mucha bronca cuando el otro se manda una cagada y termino sintiéndome culpable yo por decirle que es una cagada la que se mandó. Sacarse las cosas de adentro hace bien.

Dalia Gutmann junto a su marido Sebastián Wainraich
Dalia Gutmann junto a su marido Sebastián Wainraich

—¿Te importa lo que pasa en el país?

No estoy leyendo las noticias todos los días porque lo hice durante muchos años y no me servía para ser feliz. Hay noticias que no te sirven para la vida cotidiana. Pero a su vez sí en lo macro me re contra importa. Me angustia mucho la situación de este momento, la falta de trabajo. Me da mucha bronca porque estábamos muy bien en ese aspecto, y ahora es como un retroceso muy grande. Me angustia mucho tanta desigualdad, que está cada vez más acentuada: cada vez hay más gente con mucha plata y más gente desamparada. Me parece muy triste.

—Hace un ratito hablabas de los insultos o las críticas por el lenguaje inclusivo. Sabés que cuando decís esto, también vas a generar un enojo. ¿Te preocupa?

—A mí me preocupa mucho cuando digo algo, que me pasa todos los días y después digo: "Ay, qué boludez que dije", y no estoy tan de acuerdo conmigo. Pero si digo algo y el otro salta por algo que yo pienso honestamente, no me molesta: es lo que pienso. Hay algo que tiene que ver sobre todo con el mundo del laburo, que me parece que es tan dignificante e importante para un adulto: me parece terrible la falta de humanización ante alguien que queda sin laburo. Me parece de una tristeza enorme. Y desde ese lugar sí me afecta mucho. Ahora, los detalles de cuánta plata había o qué decía el cuaderno, no, no lo tengo, no focalizo mucho en eso. Pero sí me afectan mucho algunas decisiones que veo que se toman, y que me parecen poco humanas.

—Cómo golpea en lo social.

—Cómo golpea la vida cotidiana de la gente las decisiones que se van tomando que benefician a un sector muy mínimo de la sociedad y perjudican a una inmensa cantidad de gente. Yo soy cero polarizada: quisiera realmente que a este Gobierno le vaya súper bien. No tengo esa cosa de: "Ojalá le vaya para el orto así la gente se da cuenta de que son una mierda". Yo tengo como hasta la ilusión naif de decir: "No, ojalá recapaciten y digan 'No está bien lo que estamos haciendo'".

ENTREVISTA COMPLETA:

Agenda: Cosa de minas se presenta miercoles jueves durante todo el mes de noviembre en el Liceo Comedy